A mi hermano

A mi hermano

Nota: Este artículo se enmarca en la sección de libre publicación de Pikara, cuyo objetivo, como su nombre indica, es promover la participación de las lectoras y lectores. El colectivo editor de Pikara Magazine no se hace responsable ni del contenido ni de la forma de los artículos publicados en esta sección, que no son editados. Puedes mandar el tuyo a participa@pikaramagazine.com. Rogamos claridad, concisión y buena ortografía.

22/02/2016

Luciana

Hermano, quédate un tiempo a mi lado.

Quiero agradecerte.

suscribete al periodismo feminista

Hace unos cinco siglos aprendí con vos que yo también tengo alma.

Tiempo después, aprendí con vos lo que se siente premiar mi trabajo con dinero.

Y aprendí con vos lo que se siente estudiar juntos.

Hace un siglo fui aprendiendo con vos lo que se siente permitirme elegir a la persona con quien me quiero casar.

Hace algunas décadas aprendí con vos lo que se siente poder votar a nuestros dirigentes.

Desde hace algunos años, estoy aprendiendo con vos lo que se siente ser dirigente.

No sé si aprenderé con vos lo que se siente ganar el sueldo más alto. Hoy, quiero que compartamos.

Quiero que me cuentes qué se siente haber crecido en una sociedad en que la idea de jugar, correr, gritar o comportarse como vos no es utilizada como insulto.

Quiero que me cuentes qué se siente al estudiar una historia, una ciencia, una filosofía escritas por vos durante milenios.

Quiero que me cuentes cómo se siente ser la forma neutra en nuestra lengua. Qué se siente al ser el representante asumido de nuestra especie, el personaje prototípico de nuestros relatos, el protagonista de los cuentos que están pensados para todos, no solo para vos.

Quiero que me cuentes qué se siente al saber hacerte valer públicamente sin necesidad de exhibir tu figura ni tu piel.

Quiero que me cuentes qué se siente al vivir en un mundo donde tu cuerpo natural y original no es tabú. Qué se siente al salir cómodo al mundo sin haber alterado el estado de tu cabello ni disfrazado tu cara con colores ni extirpado tu vello corporal. Quiero que me cuentes qué se siente al permitirte habitar un ámbito libre de imágenes que denigran tu cuerpo. ¿Qué se siente al no cuestionar tus formas naturales y superficies rugosas, no ver expuestas tus partes íntimas en todas las esquinas de la ciudad? Qué se siente no haber visto jamás la imagen de tu cintura o tu pecho rodeados por una cinta de medición? Qué se siente al verte aparecer de frente en las tapas de todas las revistas. Quiero que me cuentes qué se siente no ser perseguido por un modelo de arbitrarias, imposibles y enfermizas proporciones. Quiero que me cuentes qué se siente al ir a la playa y que a nadie se le ocurra organizar un concurso dedicado a comparar y evaluar una determinada porción de tu cuerpo.

Quiero que me cuentes qué se siente al vivir en un mundo donde no es normal ni sistemático creer que es ‘trabajo’ que te anules para alguien que cree que se inicia sexualmente cuando se masturba usando tu cuerpo como juguete.

Quiero que me cuentes qué se siente al transitar por la calle sin recibir llamadas sexuales ni comentarios acerca de tu estética.

Quiero que me cuentes qué se siente simplemente al sentarte, cómodo y sin pudor, con las piernas separadas.

Quiero que me cuentes qué se siente al andar libremente a torso desnudo en los días de mucho calor.

Quiero que me cuentes qué se siente al permitirte escupir y orinar en la vía pública, y estar orgulloso de casi todos tus fluidos corporales porque jamás ha habido una sola duda de que son naturales, perfectamente aceptables e, incluso, marcas de tu poder.

Quiero que me cuentes qué se siente al no haberte visto jamás, en un anuncio publicitario, haciendo tareas de limpieza.

Quiero que me cuentes cómo estás. Cómo te sentís.

Quiero que me cuentes si te sentís. Si me sentís.

Te siento, hermano. Y lo siento, porque somos un entero. Y bloquear algo es viciarlo todo. Y hay un fluido corporal que no te has permitido dejar fluir y que sigue desbordando de mis ojos por los dos.

Y ya no es cierto limpiar sola.

Lo siento. Siento profundamente haber desvalorizado mi y tu feminidad, y haber intentado masculinizarnos. Siento mucho haber sostenido un mundo que enseña que todos podemos ser como vos pero vos no podés ser como yo.

Hoy sé lo que se siente al ser pirata. Quiero contarte lo que se siente al ser hada.

Quiero contarte qué se siente al ser pétalo, ser pluma, ser agua, conocer la vulnerabilidad como fortaleza máxima, volverme tan permeable que todo me atraviesa, mirar a quien me golpea derribar lo falso y pulirme como una joya. Quiero contarte que llorar es una manera de respirar, natural, perfectamente aceptable e, incluso, marca de tu poder, el poder de sentirte y sentirme, el poder de purificar. Quiero contarte qué se siente permitirme llorar libremente, desconsoladamente, felizmente, privada o públicamente, entendiendo o no el motivo, liberándome lentamente de todo motivo para sellar la tierra con cemento y luego escupir sobre él.

Lloremos juntos, hermano, porque hemos vivido en desequilibrio, es decir, en enfermedad. Lo siento. Porque mi autorrechazo y mi represión están atados a los tuyos. Siento, hermano, nuestra insatisfacción, nuestra competencia, los juegos de dominación en que perdemos juntos. Porque quienes juegan a víctima y victimario están igual de solos, igual de pobres, igual de infelices. Nos hemos perdido, nos hemos recortado. Hemos menoscabado nuestro sexo y el sexo, si no es nuestro, no es ni tuyo ni mío. Lloremos porque lo hemos rebajado, reduciéndolo a lo genital, ignorando nuestra emocionalidad y nuestra espiritualidad. Hemos entrado uno en el otro sin saber adónde íbamos. Hemos sentido asco de mi menstruación, hemos confundido la eyaculación con agresión y el cuerpo con un arma. Hemos transformado nuestro acto más sagrado en un automatismo, en un servicio, en una venganza o en un evento vacío.

Hoy, quiero que compartamos. Quiero contarte qué se siente permitirme permitirte entrar, y acunarte dentro.

Quiero contarte qué se siente al usar pollera, menstruar bajo la luna, arrodillarme a solas para ofrendar sangre u orina a la gran madre que me abraza mientras gira, que recibe mis dones para hacerlos frutos.

Quiero contarte qué se siente al vivir en un mundo donde mis emociones naturales y originales no son tabú. Quiero contarte qué se siente al permitirme ser suave, sensible, expresiva, delicada en los movimientos y dulce en las palabras. Qué se siente permitirme expresar amor y dolor además de rabia y violencia. Quiero contarte qué se siente al saludar a mi hermana sin necesidad de golpearle la espalda.

Quiero contarte qué se siente caminar por la calle sin sentir ganas ni obligación de incomodarte o dominarte.

Quiero contarte qué se siente al no estar contaminada de imágenes que denigran a mi hermano, y poder ir a buscarlo como persona, sin soñarlo objeto. Quiero contarte qué se siente al desear apasionadamente, al ver un cuerpo vivo, natural, sin ningún rastro de alteración o maltrato.

Quiero contarte qué se siente al vestirme del color que quiera, sin temor a que otros puedan asociarme con vos.

Quiero contarte qué se siente al bailar sin miedo, redondear las manos y las caderas sabiéndome inmune a cualquier etiqueta.

Quiero contarte qué se siente al parir tranquila, acariciada, respetada y acompañada en el sitio que yo elijo.

Quiero contarte qué se siente al gestar y criar a nuestros hijos, trabajo que en sí mismo es premio ideado por la naturaleza en su amor a los círculos.

Quiero contarte que el alma no es teoría. Que Dios no tiene tu rostro; vos y yo tenemos su energía. Quiero agradecerle a tu alma sin género el haber elegido ese cuerpo que encastra perfecto en el mío.

Quiero contarte que no quiero tu auto, tu plata, tu ropa: ni siquiera tus alas. Quiero que hagamos un mundo donde, además de piratas, todos nos permitamos ser hadas.

Quiero que hagamos un mundo sin sueldos, donde para repartir solo haga falta recordar que somos hermanos y hermanas. Donde no haya que votar, porque no habrá partidos, sino unidos. Donde se casen quienes quieran, para celebrar y no para oficializar. Donde elijamos quiénes queremos ser y amemos quienes ya somos.

Quiero seguir aprendiendo con vos. Quiero invitarte a aprender conmigo. Descubramos juntos qué se siente al empezar a hacer el amor después de hacer tanta guerra: y encontrar en tu hermano un amigo.

Quédate un tiempo a mi lado, hermano.

Te honro. Te amo.

 

Tu hermana

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba