‘Toutes sommes’ Carmen Maura
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Aida Sunyol
Leo en un artículo de Mari Luz Peinado en El País que Carmen Maura fue violada a los treinta años. La actriz lo contó hace pocos días en una entrevista en el programa ‘Al rincón de pensar’ de Risto Mejide. Lo comparto y mi cuñada comenta «Espeluznante». Yo no lo habría dicho mejor, me he quedado literalmente con los pelos de punta.
El artículo incluye el vídeo en el que Carmen Maura relata lo ocurrido, y esto es lo más impactante. Parece una película de Almodovar, señoras. Una película de Almodovar de esas con militares sórdidos, psicópatas crueles y retorcidos, y mujeres haciendo de la resistencia su forma de rebeldía. Y Carmen Maura brillando de genialidad en medio de este universo trash.
Pero esta vez Maura no esta en un set de rodaje. La agresión es en su casa, durante los días precedentes a la muerte de Franco, y como dice el tópico, la realidad supera la ficción. Lo ocurrido es tan espeluznante que hay que ver el vídeo donde la actriz lo cuenta para hacerse una idea, yo aún arrastro el nudo en la garganta que se me ha quedado. Y no solo por la agresión en sí, sino también por el calvario posterior al denunciar a la policía y durante el juicio.
Maura sufrió en primera persona lo que podría ser un retrato del más repugnante tardofranquismo, con un sinfín de sórdidas y espantosas escenas kitsch una detrás de otra.
Después de ver el vídeo, he experimentado varias emociones. La primera, la rabia absoluta. La segunda, la impotencia. Y después, el amago de vómito en la boca al darme cuenta que es muy posible que la situación que relata Maura no fuera muy distinta hoy en día. El franquismo ha podado algunas de sus ramas, otras las conseguimos cortar, pero sus raíces siguen bien hondas en la tierra. El patriarcado ha maquillado, disfrazado y escondido su violencia estructural contra las mujeres, pero esta está más en forma que nunca. El artículo de Peinado lo corrobora con datos: 1298 violaciones denunciadas en el Estado Español en 2013 según el Ministerio del Interior, y eso son solo los casos que se llegan a denunciar y donde hay penetración. Aquí el adjetivo espeluznante se queda muy corto.
Escribo esto aún con los pelos del brazo en punta, no tengo más palabras.
Sólo quiero añadir que la cuarta emoción que he experimentado es el convencimiento que nuestras luchas feministas son más necesarias que nunca.