Donde las mujeres trans no están: su lenta inclusión en el porno feminista y queer
Tobi Hill-Meyer empezó a producir porno para llenar el vacío de personajes trans diversos y para ofrecer una alternativa a la manera hegemónica en que la sexualidad de las mujeres trans se suele retratar, explotada y llena de exotismo. Lo cuenta en este artículo, traducido por Lilit Vendetta.
Artículo de Tobi Hill-Meyer, traducido por Lilit Vendetta
Tobi Hill-Meyer es una activista, escritora y cineasta trans multirracial estadounidense. Es la directora de ‘Doing It Ourselves’ (‘Haciéndolo nosotras mismas’), con la que ganó el Premio a la Cineasta Emergente en los Feminist Porn Awards 2010. Está terminando de editar el tercer volumen de la trilogía de DVD ‘Doing It Again’ (‘Haciéndolo de nuevo’). Su trabajo puede verse en HandbasketProductions.com y en Doing it Online
Llegué al porno gracias al Camp Trans. El Camp Trans nació en 1991 como una protesta contra la política de exclusión de mujeres trans por parte del Festival de Música de Mujeres de Michigan. Dos décadas después, el Camp Trans se ha convertido en un apasionante espacio de activismo y comunidad trans, un evento que cada año tiene lugar a unos metros del festival de música. Estuve años muriéndome de ganas por acudir, pero no tenía dinero suficiente. Aunque el precio de entrada consiste en una donación ajustada a la situación económica de cada participante, para el viaje de 8000 kilómetros de ida y vuelta necesitaba varios cientos de dólares. Una amante me ofreció ponerme en contacto con un fotógrafo con quien ella había trabajado en ShemaleYum.com. Con una sesión de un par de horas con ellos conseguiría el equivalente a los ingresos de un mes entero como tutora y así podría costearme el viaje completo, así que decidí hacerlo.
Nunca contratan mujeres trans en ningún tipo de porno convencional; solo aparecemos en el subgénero tranny/shemale, bajo patrones concretos: maquillaje, tacones, eyaculación y penetración
Teniendo en cuenta el nombre de la web, yo ya contaba con que no todo iba a ser empoderamiento y apoyo. Y no lo fue. Sin embargo, la experiencia tampoco fue del todo negativa. De hecho, fue mi primer entorno de trabajo donde, además de ir abiertamente como mujer trans, nadie me trató con un pronombre o género equivocado. No puedo decir lo mismo de ninguna de las organizaciones LGTB en las que hacía voluntariado en aquella época. La sesión fue una situación muy incómoda a la vez que nada sexy. Yo confío bastante en mi talento para ser sensual y atractiva, pero no me permitían hacerlo de la manera en que lo habría hecho con mis propixs amantes o compañerxs. Tenía que encajar en un modelo totalmente diferente. Sabiendo que se trataba de hacer un trabajo, yo estaba realmente dispuesta a poner de mi parte, pero la situación me hizo perder el equilibrio, tanto metafórica como literalmente. Soy una bollera marimacho y mi vida sexual jamás se ha centrado en la penetración, pero para esa escena debía ir depilada, con medias y tacones y mantenerme en equilibrio mientras me inclinaba y abría las nalgas para la cámara. Y todo ello consintiendo, de manera implícita, que me etiquetaran con una palabra tan horrible como shemale [algo así como ella-masculino]. Por supuesto, estas condiciones me complicaban mucho las funciones básicas de ese trabajo, es decir, mantener una erección y tener un orgasmo cuando me lo indicasen. Se trababa tan sólo de una serie de fotografías acompañada de unos cinco o diez minutos de vídeo, y aunque suelo estar a gusto exponiéndome ante una cámara, la situación me puso nerviosa e incómoda. A medida que la cosa iba avanzando, tenía que ir alejándome más y más de mi zona de confort. Tras una hora y media de trabajo agotador y un montón de fotos y poses francamente incómodas, mi trabajo consistía en masturbarme hasta llegar al orgasmo. A los cinco minutos, el fotógrafo se acercó y me dijo en un tono algo irritado: “Bueno, ¿vas a correrte de una vez?”. Como os podéis imaginar, con ese tipo de presión lo único que se consigue es poner las cosas más difíciles. Sobre todo si no podía hacer aquello que me pone normalmente porque un ejecutivo en su despacho corporativo había decidido que eso no era sexy. Finalmente lo logré, pero acabé aterrada. Temblaba tanto que tuve que pedirle a mi amante que me llevase en coche a casa. Seguramente podría haber encontrado alguna manera de disociarme y actuar como si fuese otra persona si hubiese sido necesario, pero no llegué a tener esa oportunidad por mi incapacidad para eyacular. Es algo bastante común entre nosotras; de hecho, la capacidad de eyacular es tan frecuente (o infrecuente) entre mujeres cis como lo es entre mujeres trans. En cualquier caso, desde ShemaleYum.com (y el otro sitio web para el que trabajé posteriormente) me insistieron: no es una escena si no hay lefazo. Las dos veces les avisé de que mi cuerpo no funcionaba así, y me respondieron que eso no era un problema. Pero por lo visto, en realidad sí esperaban que yo llegase a eyacular en el momento preciso. Cuando me dieron una segunda oportunidad, mi actuación fue mucho mejor. Como ya sabía lo que me esperaba, pude relajarme y dejarme llevar por mi lado más exhibicionista y me lo pasé realmente bien imaginando lo cachondo que estaría poniendo a mi público. Tuve un orgasmo increíble que duró como quince o veinte segundos, algo excepcional en mí y que he conseguido grabar en vídeo muy pocas veces desde entonces. Pero cuando aún estaba en pleno trance, retorciéndome perdidamente de placer, el cámara paró la grabación y me preguntó si podría fingir una eyaculación echándome lubricante en la barriga. Me quedé tan pasmada que no podía ni enfadarme. Les estaba dando oro puro y el tipo ni lo grabó porque un chorro de fluido sobre mi estómago era más importante que un orgasmo real.
En el porno queer y feminista hay muchos más hombres trans que mujeres trans. Este desequilibrio, que parte de la realidad de la comunidad transfeminista, aún llama más la atención en el porno orientado a lesbianas
Después de eso la productora no quiso que yo hiciese más solos. Si quería volver a rodar, tendría que encontrar a alguien que eyaculase para compartir escena conmigo. Lo comenté con una compañera que cumplía esa condición y que estaba dispuesta a participar, pero los productores opinaban que su estilo era demasiado bruto. Supusimos que no la veían lo suficientemente femenina, delgada o atractiva. Finalmente dejaron de responder mis correos. Salvo excepciones muy contadas, nunca contratan mujeres trans en ningún tipo de porno convencional (gonzo, chica con chica o lésbico, tetas grandes, rubias, etcétera). Solamente aparecemos en el subgénero tranny/shemale: unos términos peyorativos con los que la industria comercializa el porno en el que salen mujeres trans. Esto implica no sólo que etiqueten tu imagen con palabras ofensivas, sino que los productores de porno shemale esperan que sus actrices sigan una serie de patrones muy concretos. Por ejemplo, que vayan maquilladas y con tacones, depiladas, que luzcan un aspecto tradicionalmente femenino, que tengan y mantengan un erección fuerte, que eyaculen y que penetren a alguien con sus genitales o bien que sean penetradas. Con todas esas expectativas por parte de los productores y consumidores de porno shemale, no hay espacio para alguien como yo, que lleva el pelo corto y las piernas sin depilar, que viste con chaleco y sombrero, usa arnés para tener sexo y no se centra en los genitales. Cuando le pides a las productoras de porno mainstream que varíen sus esquemas, temen perder a un público que está entrenado para estimularse y responder ante esos clichés. Pero así sacrifican lo auténtico por lo convencional. El trabajo sexual mainstream suele requerir que lxs trabajadorxs se adecúen a los deseos de otra persona en lugar de expresar los suyos propios. Yo pensaba que tenía que haber un camino mejor. Tiene que existir un público que prefiera la diversidad en vez de las escenas hechas en serie, el placer en vez de los fluidos y la autenticidad en vez de la fachada: debe existir porque ese es el tipo de porno que mis amigxs y yo queríamos ver. Éramos un mercado sin explorar, y aunque eso significaba que apenas tendríamos competidores en ese campo, también implicaba no contar con muchos apoyos. La industria mainstream no ha querido moverse de su fórmula porque eso implicaría llegar a un grupo de consumidorxs completamente nuevo, personas que probablemente no se acercarían a los DVD de una sex-shop en condiciones normales. He conocido a un montón de gente que deseaban explorar su sexualidad a través de la pornografía, pero que desistieron cuando se dieron cuenta de que entre todo el porno que hay disponible no encontraban nada que les gustase. El porno queer y feminista genera espacios para una auténtica representación sexual. Ha hecho un buen trabajo para representar la sexualidad de las mujeres cis, y yo quería ver un porno que hiciera lo mismo pero con las mujeres trans. Conocía tres o cuatro películas hechas por hombres trans, y había visto de cuando en cuando algún hombre trans actuando en películas de mujeres cis transfeministas. ¿De verdad que jamás nadie había hecho un porno excitante, feminista y centrado en las mujeres trans? Encontré tan sólo dos ejemplos de mujeres trans en producciones de porno feminista: Jenny Mutation, que aparece durante dos minutos en Dominatrix Waitrix (2005) y Julie, que hizo una escena para The Crash Pad Series en 2007 con la que ganó el Premio del Porno Feminista 2009 a la Escena Trans Más Tentadora. Veo a esas dos mujeres como heroínas y referentes. Pero por otra parte, la mayoría de gente con la que he hablado que vieron ambas escenas dieron por hecho que se trataba de mujeres cis. En ambas producciones no se mencionaba adecuadamente la inclusión de mujeres trans.
El porno mainstream representa a trans con pollas grandes y duras, pese a que muchas no están a gusto con sus genitales y prefieren prácticas creativas como el tribadismo, la estimulación del perineo o el uso de arnés
Quiero remarcar que el hecho de que fuesen leídas como cis no les quita el mérito de haber sido las primeras mujeres trans en el porno queer. Cada persona trans tiene unos objetivos distintos, y concretamente hay gente trans que desean ver completamente reconocido su género sin que sea evidente su transexualidad. Ambas escenas son buenos ejemplos de ese tipo de validación. Sin embargo yo quería mayor diversidad en la representación, más visibilidad y escenas que destacasen la inclusión de mujeres trans. Desde entonces ha habido ciertos avances. The Crash Pad Series es un claro ejemplo. Mientras escribo estas líneas ya hay cinco mujeres trans que participan en esta serie. Aunque esto supone una mejora, la cifra sigue estando bastante por debajo del número de hombres trans y genderqueer [personas que no se identifican como hombres o mujeres o que mantienen un posicionamiento político crítico con el binarismo de género] AMAN [Asignadas Mujer Al Nacer] que participan en la misma serie. Esta proporción se mantiene o incluso empeora en el resto del porno queer. A día de hoy sigo encontrándome con gente que tiene la percepción de que aún no hay ninguna mujer trans en The Crash Pad Series. Esta falta de representación generalizada no debe sorprender ya que el porno feminista y queer nace en la comunidad de mujeres transfeministas, donde los hombres trans son muy visibles pero no así las mujeres trans. Esto se debe a la intersección entre transfobia y misoginia llamada transmisoginia. Históricamente las mujeres trans han sido excluidas y expulsadas de manera sistemática de los espacios no-mixtos mientras los hombres trans eran aceptados. La sociedad en general ensalza la masculinidad y esta mentalidad penetra incluso en los espacios transfeministas, donde los chicos trans se perciben como atractivos y deseables. La lógica transfóbica ve a los hombres trans como versiones suaves y simpáticas de los hombres de verdad. En consecuencia, se les dibuja como seres exóticos y desposeídos de su identidad. Mientras tanto, las mujeres trans son percibidas como hombres y por tanto como una amenaza. De todas formas, tampoco es que se piense muy a menudo en nosotras. El resultado de todo esto es que los hombres trans están mucho más presentes en las comunidades transfeministas que las mujeres trans. Esto lleva a un número importante de hombres trans en el porno queer y feminista y muy pocas mujeres trans. Esta desproporción se ve fácilmente en el porno orientado al público pansexual, pero aún llama más la atención cuando en el porno orientado a lesbianas también aparecen más hombres que mujeres trans. Por esta razón este artículo no va sobre inclusión trans en general, sino específicamente sobre la inclusión de las mujeres trans.
Yo sabía que no podría hacer porno mainstream centrado en mujeres trans y, a pesar de que las mujeres trans no estábamos suficientemente representadas en el porno feminista y queer, tomé a productoras de éstos últimos como referentes ya que habían conseguido muchos éxitos revisando el porno para las mujeres lesbianas y bisexuales. El porno lésbico convencional suele estar lleno de tópicos heterosexistas. Por ejemplo, dar sexo oral con la cabeza retirada de la vulva y la lengua totalmente extendida, priorizando el ángulo de la cámara sobre el placer de la actividad; las ridículas uñas postizas, tan largas que les impiden masturbarse bien. O la ropa, el maquillaje y peinados que están enfocados directamente a atraer a hombres hetero. Las espectadoras no heterosexuales suelen tener claro que ninguna de las chicas de ese porno lésbico se parece a las mujeres que ve en su comunidad, en sus bares o sencillamente por las que sienten atracción. Como respuesta, muchas de estas mujeres llevan décadas atreviéndose a hacer su propio porno. La representación errónea del porno lésbico que lxs pornógrafxs queer critican tiene mucho que ver con la discrepancia entre el porno tranny/shemale y la sexualidad real de las mujeres trans. A menudo las mujeres trans no están a gusto con sus genitales, y aún así dicho porno mainstream se centra en pollas grandes y duras, hasta el punto de que es habitual que las mujeres trans lo encuentren perturbador. Como respuesta a esa disforia genital, las mujeres trans han construido un amplio repertorio de actividades sexuales creativas: tribadismo, estimulación del perineo, juegos de sensaciones no genitales, uso de arneses, penetración de los canales inguinales (las zonas del cuerpo desde donde descienden los testículos, que se puede penetrar con un dedo o un objeto similar invirtiendo el tejido escrotal/labial de alrededor) entre otras prácticas. El porno mainstream se centra casi exclusivamente en follar y mamar. Siguiendo los pasos de mis hermanas bolleras cis pro-sex, cuando quiero hacer algo bien hecho, lo hago yo misma. Quitando una clase sobre cine que recibí en secundaria, no tenía experiencia alguna con el vídeo. Afronté el proyecto como una organizadora. Pensé lo que necesitaba, cómo conseguirlo y confié del todo en las aptitudes y los conocimientos de varias amigas. Lancé el primer casting y recibí mucha retroalimentación positiva de gente que estaba entusiasmada con la idea, además de una docena de actrices de toda Norteamérica. Esta respuesta tan entusiasta dejaba clara la necesidad que había de un proyecto como éste. Mucha gente deseaba ayudar tras la cámara, y tuve la suerte de contar con una amiga en la escuela de cine que estaba dispuesta a prestarme su cámara y resolverme las dudas que iría teniendo. El proyecto no habría sido posible sin el apoyo de personas muy preparadas y con ganas de trabajar muy por debajo de las tarifas estándar de la industria y otras con ganas de ayudar puntualmente gratis. Irónicamente, la discriminación laboral tan salvaje que sufrimos significaba que podía encontrar a otras mujeres trans con un montón de tiempo disponible dispuestas a ayudarme porque estaban en paro o con trabajos muy precarios, temporales o a jornada parcial. Era una alegría contar con un equipo de producción integrado en su mayoría por mujeres trans, y completado por otras personas trans y genderqueer. Desafortunadamente, trabajar con población marginada tenía inconvenientes. Debido a varias crisis vitales, como pobreza, falta de vivienda, depresión y problemas con la policía, mis dos primeras editoras tuvieron que abandonar el proyecto.
Si diriges porno, envía anuncios de casting a espacios pro-trans, comprométete a incluir alguna mujer trans en cada película o haz publicidad de las actrices trans que ya hayas incluido
Por suerte tenía copias de seguridad, porque no pude recuperar el material que produjo mi segunda editora. La primera escena que grabamos fue entre Gina deVries y yo. Después de filmar, Gina me sugirió que probásemos actuar en The Crash Pad Series. Me ilusionó pero aún me veía un poco tímida. Hay muchas cuestiones relacionadas con la exclusión de las mujeres trans en espacios no-mixtos, especialmente cuando hay sexo de por medio. Hay una fuerte tradición de pensadoras feministas que se oponen a respetar o reconocer derechos legales a las mujeres trans, como Adrienne Rich, Mary Daly, Janice Raymond, Germaine Greer, Julie Bindel o Sheila Jeffreys. Con el socorrido miedo de que los hombres están infiltrándose en los espacios de mujeres y algunas incluso comparando la mera presencia de mujeres trans en las comunidades de mujeres con la violación, las barreras pueden ser enormes cuando una mujer trans quiere acercarse a un espacio de mujeres. Aunque yo sabía que Julie [no confundir con Bindel, citada en el mismo párrafo] había actuado con The Crash Pad Series anteriormente, una parte de mí sospechaba que la incluyeran en aquella ocasión por su estatus genital de post-operada y su habilidad para pasar por cis, y no por una decisión de incluir a cualquier mujer trans. En cuanto di el salto descubrí que la coordinadora de casting realmente quería tener más mujeres trans. En un plazo de dos meses mis miedos desaparecieron: hice mi primera escena. Me convertí en la segunda mujer trans en The Crash Pad Series y la primera que tenía mi particular configuración genital. Era una estupenda presentación ante la comunidad del porno queer. No sólo dirigía la escena Shine Louis Houston, la cabeza pensante de Pink and White Productions, sino que la suerte quiso que Courtney Trouble, quien creó la rompedora NoFauxxx.com, se encargase de la fotografía. Estar de repente trabajando con dos de las mayores figuras de la industria subrayaba lo pequeñas e interconectadas que están las comunidades del porno feminista y queer y que yo ahora estaba convirtiéndome en parte de ello. El año siguiente acudí a los Premios del Porno Feminista por primera vez. Me dieron la oportunidad de presentar un avance de ‘Doing It Ourselves’. Fue una experiencia asombrosa que me abrió los ojos. Recibir validación por mi trabajo especialmente por parte de mujeres cis preocupadas por la falta de mujeres trans visibles en su comunidad y por la falta de representación de mujeres trans en el porno queer fue fabuloso. Me pregunté: si tanta gente en el porno queer se preocupa de incluir a mujeres trans, ¿cómo es que esto no estaba ocurriendo más que una o dos veces? Una respuesta que encontré fue que en cualquier producción lo prioritario es completar a tiempo el proyecto, por encima de otros objetivos. Otras productoras queer se preocupaban por el tema, pero ninguna había hecho de ello su principal prioridad. Además, es una reacción natural para cualquier comunidad subrepresentada tener una actitud hipercrítica hacia cualquier pequeña participación que haya porque tiene un gran impacto. Soy bastante consciente de ello cuando me pongo a criticar mi trabajo y el de otrxs, pero creo que aún así es importante hacer esas críticas. Me puse a hacer mi película como respuesta a la crítica sobre cómo las mujeres trans han sido representadas por el porno mainstream/shemale y su falta de representación en el porno queer. Con el enfoque crítico puesto sobre la representatividad, pasé mucho tiempo pensando sobre el casting. Recibí muy pocas solicitudes de gente que ya tenía en mente compañerxs para su escena, y varias de candidatas geográficamente dispersas que esperaban que hiciera yo los emparejamientos. Mis opciones eran limitadas. Se me ocurrió como una docena de categorías demográficas subrepresentadas que quería incluir en el casting. Quería tener al menos un hombre trans, una mujer cis, un hombre cis y un abanico de mujeres trans con diferentes experiencias quirúrgicas, corporales y sexuales. También quería incluir gente racializada y gente de una amplia diversidad corporal. Por supuesto, hacer todo esto a la vez era un problema, especialmente teniendo en cuenta que no tenía espacio para un reparto de más de ocho personas. Algunas como yo habríamos encajado en varias de esas categorías a la vez, pero me di cuenta en seguida de que una simple película no iba a poder cumplir todo lo que yo quería ver.
Cuando se estrenó ‘Doing It Ourselves’, recibí cartas de fans diciéndome que le había ayudado a procesar sus propias experiencias sexuales y que estaban felices por ver a alguien como ellas, representada de una forma positiva
Resolver la problemática de una representación responsable requiere tiempo, planificación y energía. El problema central de la representatividad en el porno queer parecía ser la disponibilidad y los recursos reducidos. Yo no puedo mantener el ritmo de una película al año y los sitios web que añaden contenidos con regularidad tienen un presupuesto limitado a un número específico de escenas al año, a menudo con atrasos en la lista de espera de intérpretes. Por mucho que hagamos nunca es suficiente para representar a toda la gente que queremos. Estos factores contribuyen a la falta de representatividad de mujeres trans en el porno queer, pero no explican lo severa que es. No espero que cada DVD que hay en la estantería de porno queer de una sex-shop feminista incluya a mujeres trans, pero es que muy pocos DVD lo hacen. Y aquellos discos que lo cumplen suelen incluir entre el doble y el triple de hombres trans en su reparto. Ya hay suficiente transmisoginia en nuestras comunidades en general para que las mujeres trans interesadas en actuar asuman que no serán bienvenidas, especialmente si perciben que esta escasa representación es intencionada. Esta subrepresentación puede ser una indicación de hostilidad, así que en numerosas ocasiones he dicho personalmente a mujeres trans interesadas en hacer porno que en The Crash Pad Series y NoFauxxx.com serían bienvenidas. Tener una política inclusiva es genial, pero no será muy efectiva si no se publicita. A menos que se declare de manera explícita (y no simplemente en la letra pequeña) no es exagerado que las potenciales modelos o consumidoras se pregunten si las mujeres trans verdaderamente son bienvenidas y tratadas como iguales. Es como la metáfora de la cinta de correr: si te quedas quietx te quedarás atrás con la opresión. Necesitas ponerte a andar para no quedarte atrás y tendrás que correr si lo que quieres es cambiar las cosas. Otra razón para la subrepresentación es que los castings dependen en gran medida de las conexiones personales. Como directora, es una tentación darle un papel a alguien de quien ya conoces sus habilidades, su talento y su profesionalidad. Alguien a quien no conoces podría chocar con el resto del reparto, tener unas expectativas diferentes sobre su trabajo o simplemente tener un carácter difícil. Sin una buena referencia siempre es arriesgado contratar a alguien que desconoces. No creo que nadie contrate únicamente a gente que conoce personalmente, pero conocer a la directora de casting le da a cualquiera una ventaja enorme. Al comprender esta dinámica he ido buscando mujeres trans que quieren entrar en el porno queer y las he ido conociendo de forma que puedo referirlas a otrxs directorxs que conozco. Si diriges porno hay muchas cosas que puedes hacer para combatir estos problemas. Envía anuncios de casting a comunidades y espacios pro-trans, haz un esfuerzo extra para animar a las solicitantes trans, pídele a mujeres trans que le comenten tu proyecto a sus amigas, comprométete a incluir alguna mujer trans en cada película (o cada temporada, o anualmente…) o haz publicidad de las actrices trans que ya hayas incluido. Cuando terminé ‘Doing It Ourselves’ y ésta vio la luz recibí, varias cartas de fans. Algunas hablaban de cómo les había ayudado a procesar sus propias experiencias sexuales. Otras simplemente estaban felices por haber tenido la primera oportunidad de ver a alguien como ellas mismas, representadas de una forma sexualmente positiva. Una fan escribía: “He hecho porno mainstream y francamente lo encuentro asqueroso y ofensivo… Definitivamente pienso que estás haciendo algo impresionante y que eres una de las personas que me inspiran a hacer un porno del que no me avergüence y que sea realmente excitante”. Éstas son las respuestas que estaba esperando y me llevan a seguir haciendo este trabajo. En resumen: quiero hacer un porno que inspire a la gente. Las mujeres trans aún tienen por delante grandes barreras a la hora de entrar en el porno feminista y queer, pero el trabajo para hacer realidad esa inclusión está empezando a hacerse por fin. Doce años después de la primera película porno hecha por hombres trans reclamando su propio espacio erótico y pornográfico, finalmente hay una cinta que hace lo mismo para las mujeres trans. Poco a poco van habiendo cada vez más películas porno feministas y queer que incluyen mujeres trans. Muchas no le dan mayor importancia a este hecho, creando por un lado un impacto positivo en términos de reconocer el género de cada persona trans, pero al mismo tiempo un efecto secundario desafortunado al no hacer apenas publicidad de la inclusión de mujeres trans. Sin embargo, hay instancias donde la inclusión de mujeres trans es igualmente celebrada. En los Premios del Porno Feminista de 2011, el premio a la Rompecorazones del Año cayó en manos de una mujer trans. Sólo en los dos últimos años un total de cinco grupos de mujeres trans interesadas en hacer su propio porno han contactado conmigo. Aún hay mucho trabajo por hacer y vamos a necesitar toda la ayuda que podamos conseguir. En cualquier caso, estamos en una época emocionante y estoy ansiosa por ver qué ocurre.
Nota de la autora: para ver una timeline de modelos trans y genderqueer que aparecen en el porno queer independiente y hecho por gente trans, visita thefeministpornbook.com
Artículo original “Where the Trans Women Aren’t” publicado en inglés en Febrero de 2013 en el libro ‘The Feminist Porn Book: The Politics of Producing Pleasure’, editorial The Feminist Press at the City University of New York, páginas 155-163.