Sobre la figura de asistencia sexual y el trabajo sexual
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Carla Alsina Muro
Con el maravilloso documental Yes we fuck! Se esta abriendo la puerta para hablar del fabuloso trabajo de «asistente sexual». En mis años de trabajo en intervención directa en espacios de prostitucion, y en un sinfin de conversaciones con trabajadoras del sexo, hemos estado debatiendo esta diferenciación, a saber, la asistencia sexual y el trabajo del sexo.
He estado en contacto con muchas personas con diversidad funcional que solicitaban información sobre trabajadoras del sexo que ofrecieran servicios. Concretamente se buscaban servicios con trabajadoras «especializadas», he aquí el quid de la cuestión.
Es verdad que no todas las trabajadoras del sexo tienen experiencia y conocimientos para poder prestar un servicio a todo tipo de personas. Por ende, estamos reconociendo que hay unos conocimientos y experiencias, que se valoran y requieren, en el trabajo sexual. Y también, que se pueden aprender y ejercitar.
Tirando más del hilo, vemos que hay una compleja situación que emerge de la diferenciación de estos «dos» trabajos. En el mundo del trabajo sexual, encontramos siempre la vinculación estigmatizadora que deviene de la prostitución. El estigma de puta es ese al que se entrelaza la moral y establece quien es buena o mala mujer. En este contexto seria, la puta, la mala, y la asistente sexual, la buena.
Esta dicotomía, de por si, es muy simplista, y claro, de por sí, es patriarcal. Las buenas y malas mujeres, las que merecen un respeto y las que no, han marcado una de las formas más grandes de exclusión y represión de las sexualidades. Este pequeño texto es solo para poner conciencia y no caer en esta trampa. Queremos derechos para todas. Y, ahora sí, el reconocimiento de las distintas sexualidades y servicios de apoyo a estas.