‘Pride’: Orgullo gay y mineros

‘Pride’: Orgullo gay y mineros

Presentada como la comedia británica del año, destaca por visibilizar entre el gran público la lucha LGTB y animar a las alianzas entre colectivos sociales aparentemente contrapuestos. El tono almibarado y naif se compensa con momentos épicos que funcionan y emocionan.

PridePride (Orgullo), dirigida por Matthew Warchus, ha sido definida como la comedia británica del año y está cosechando un notable éxito de crítica y público. Cuenta una historia real y francamente desconocida, la alianza entre el movimiento de gays y lesbianas y la lucha minera de los mineros ingleses, una lucha que mantuvo un duro y cruel pulso con el Gobierno de Margaret Tatcher entre 1984 a 1985.  Este contexto histórico sirvió de fondo de otras películas como Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000), a la que la publicidad de Pride apela como referente.

La película tiende a transmitir una visión idílica de lo rural y el mensaje “pon un gay en tu vida que así habrá alegría”

Pride se basa en un hecho real, la nada fácil ni sencilla alianza entre gays, lesbianas y mineros, para visibilizar dos acontecimientos que muchas personas no conocíamos: el papel del colectivo Lesbianas y Gais Apoyan a los Mineros (LGSM) –de hecho fue el que más dinero recaudó- y la participación posterior de los sindicatos mineros en la Marcha del Orgullo de 1985. Esta comedia dramática maneja de forma brillante los códigos del género para construir una película comercial que funciona y que emociona. Y éste es uno de los puntos fuertes de Pride, que, dirigida al gran público, consiga visibilizar y cotidianizar la lucha LGTB sin perder garra, aunque en ocasiones pueda caer en un tono almibarado e ingenuo.

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Extremos que se entienden

Pride contrapone dos comunidades, la de gays y lebianas y la minera, que en apariencia nada tienen que ver. El rechazo a la alianza viene por dos frentes. Por un lado, los propios gays afirman que los mineros no les han ayudado nunca, que eran de los que pegaban a los gays a la entrada y la salida del colegio y que no tiene ningún sentido luchar por su causa. Por otro, el sindicato de mineros no acepta la ayuda de gays y lesbianas. Así, tras la presentación de diversos personajes, –Mark (Ben Schnetzer), el gay implicado con todas las causas; Jonathan (Dominic West) el que está de vuelta de todo, Joe (George Mackay) el joven que acaba de salir del armario, Gethin (Andrew Scott) el homosexual que lleva dieciséis años sin ver a su familia o Sthep (Faye Marsay) la lesbiana que convive con todos–, la trama surge de la llamada a un pequeño pueblo de Gales en el que aceptan, de forma casual claro, la ayuda. Nótese la preponderancia de presencia masculina en los personajes.

No es descabellado pensar que el viaje físico y mental que realizan las madres y esposas de los mineros les sirva para dinamitar los mandatos de la feminidad tradicional

El choque entre ambos mundos es evidente y funciona muy bien cinematográficamente. El pueblo minero les recibe o con un rechazo visceral que muestra odio, prejuicios, miedo e ignorancia, o con sorpresa y curiosidad. Destacan jugosos diálogos como “sois los primeros gays que conozco”, “al menos que tú sepas”, “tú eres el primer minero que conozco”. O el mitin cuando llegan al pueblo: “Hemos pasado cosas similares a las vuestras. Si una quinta parte de la gente es gay, una quinta parte de los mineros lo es, y seguro que se alegrará de vernos”. Y los alarmantes comentarios que Gwen (Menna Trusller) ha escuchado en el mercado, como que las lesbianas son todas vegetarianas. Escenas como los niños y niñas que hacen coletas a uno de los protagonistas o las señoras enseñando fotos de sus hijos e hijas en un bar de ambiente, nos remiten a un buen rollo general. Transmiten una visión idílica de la vida en una pequeña comunidad rural y el mensaje “pon un gay en tu vida que así habrá alegría”.

Mujeres en la intendencia. Lesbianas radicales

Las referencias generales Pride a las mujeres no son muy optimistas. Para romper el hielo en el bar gay, Dai (Paddy Considine) apela a una idea compartida en el imaginario patriarcal que asume que las mujeres de comunidades pequeñas no son femeninas: “Sólo hay una diferencia entre este bar y los bares de Gales del Sur. Las mujeres parecen mucho más femeninas”. Existe también otro comentario muy significativo referente a la hombría de los mineros y que justifica el rechazo a la alianza gay y las burlas: “Son hombres, les están manteniendo sus mujeres y ahora esto”. Esto es la ayuda gay y lesbiana claro…Pride, escena del baile

La función y el papel de las mujeres en la industria minera es mínimo: mantener la moral de los huelguistas y capitanear los diversos comités de resistencia. Y si bien estos trabajos les permiten trascender de algún modo el ámbito doméstico con trabajos que en parte suponen una extensión del mismo, son coyunturales. Como afirma el personaje de Siân (Jessica Gunning) tras la huelga, “soy esposa y madre. Mi vida volverá a la normalidad”. En el concierto que se organiza para recaudar fondos van entre otras cosas ¡a planchar!

El modelo mayoritario es el de esposa y ama de casa y pilar de la comunidad, esos pilares que poseen una gran autoridad moral pero siempre y cuando ésta se ejerza desde lo privado. Aún así, hay cabida para las reivindicaciones sexuales: cuando una de las habitantes del pueblo se emborracha, se lamenta de haberse casado con dieciséis años y de que el sexo es para los hombres y no para las mujeres. No es descabellado pensar que el viaje físico y mental que realiza tanto ella como sus compañeras les sirva para dinamitar de algún modo los límites de los mandatos de la feminidad tradicional. Eso sí, quizá habría que apuntar que el momento “señoras riéndose polla artificial en mano” está ya un poco manido.

Existen diversos registros a la hora de representar a los personajes de lesbianas. Sthep, la L inicial de LGSM, se mimetiza con el grupo de chicos, que son parte de su familia. Otros dos personajes finalmente se escinden con el objetivo de crear un grupo sólo de mujeres que trate temas exclusivos de mujeres en un entorno seguro. Puro dilema feminista.

Estrategias de lucha por una hermandad global. Pros y contras

Pride nos hace reflexionar sobre las alianzas, sobre esas redes de solidaridad y de lucha que trascienden las diferencias y los límites de los grupos. Los y las integrantes de LGSM empatizan con los mineros sin dejar de preocuparse por los gays que están muriendo todos los días por el SIDA, uno de los ejes temáticos de la película. Pero en ese momento en concreto priorizan la alianza con un colectivo que incluso les rechaza. Así, Pride habla de la lucha contra un enemigo mucho más fuerte que tú y de descubrir un amigo o amiga que no presuponías determinante en tu lucha. Y eso es de una grandeza brutal. Se apela a una hermandad global que está por encima de los puntos que unen. De brazo con brazo y hombro con hombro. Por ejemplo, para el personaje de Mark, no defender a los mineros sería como defender a los obreros y no a las mujeres. Identificando enemigos comunes, la película nos ofrece un ejemplo y una referencia que tendríamos que tener presente. Vale, la realidad no es una peli, y el camino es duro, pero en algún momento tendremos que empezar.

Aunque no podemos obviar el tono naif, la intención didáctica de la película no está reñida con momentos épicos como el baile de Jonathan (ese Jimmy Macnulty de The Wire); la secuencia entre Cliff (Bill Nighy) y Hefina (Imelda Staunton) en la que hablan de la homosexualidad del primero mientras untan sandwiches de mantequilla; la marcha de Joe del hogar paterno y materno con la cabeza muy alta, o la manifestación final. Yo lloré y todo.


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