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El MACBA clausura una exposición por una escultura satírica que alude al rey Juan Carlos I y despide a dos de sus comisarios, Valetin Roma y Paul B. Preciado, quien dirigía su Programa de Estudios Independientes. Sus estudiantes nos movilizamos porque no se censura solo una escultura, sino toda una práctica artística crítica hacia el pasado y presente colonial, y al clima de criminalización de la disidencia.

Domitila Barrios Cuenca, lideresa feminista boliviana.

Domitila Barrios Cuenca, lideresa feminista boliviana.

“Mire cómo sería la cosa que, según nos enteramos por noticias que venían de afuera, Banzer estaba desayunando lo más tranquilo mientras escuchaba la BBC y por esa emisora que transmitía desde Londres se enteró que en Bolivia, en su propio país, había empezado la lucha por la democracia, que un grupo de mujeres estaba haciendo huelga de hambre. La que habla es Domitila Barrios Cuenca, y en sus palabras podemos claramente leer la trama colonial del poder y también la trama más compleja, menos lineal, más imbricada, de los hilos con que se teje la resistencia. El soberano, el dictador y la huelguista, la minera que no quiere probar ni un bocado más de tanta represión. El señor oligarca y las bestias ancestrales.

Domitila fue minera, dirigenta sindical, luchadora antimperialista, feminista boliviana, una de las cinco huelguista que dan un vuelco rotundo a la política boliviana desencadenando la caída en 1978 de la violenta dictadura de Hugo Banzer. Domitila, la misma que en 1975 le dejaba en claro a Betty Friedman que el feminismo conservador, blanco e ilustrado exudaba más que una miopía etnocentrista, clasista y racista:

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—Muy bien, hablaremos de las dos. Pero, si me permite, voy a empezar. Señora, hace una semana que yo la conozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted pintada y peinada como quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y puede gastar buena plata en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chofer en un carro esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y para presentarse aquí́ como se presenta, estoy segura de que usted vive en una vivienda bien elegante, en un barrio también elegante, ¿no? Y, sin embargo, nosotras las mujeres de los mineros, tenemos solamente una pequeña vivienda prestada y cuando se muere nuestro esposo o se enferma o lo retiran de la empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle. Ahora, señora, dígame: ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Tengo yo algo semejante a su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad vamos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo somos tan diferentes? Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aun como mujeres, ¿no le parece?’2

La misma Domitila aparece en papel maché en la escultura ‘No dresser to conquer’ de la artista austriaca Inés Doujak que actualmente está siendo exhibida en la exposición ‘La Bestia y el Soberano’, comisariada por Paul B. Preciado, Valentín Roma, Hans D. Christ e Iris Dressler. Domitila se monta al que parece ser el Rey Juan Carlos I -o mi vecino jubilado de la esquina que mastica siempre un ramita de hierba mientras toma la fresca a la tarde-. Sobre cartones y cascos de mineros y un animal casi sonriente practican todos una especie de coreografía poscolonial zoofílica.

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Esa representación del lugar del rey bestializada pareció herir la percepción moral y estética del director, la gerencia y las mentes amantes de la figura soberana. El día de la inauguración fue clausurada la exposición ante la negativa del equipo curatorial de retirar la escultura de la exhibición. El Director del Museo de Arte contemporáneo de Barcelona, Bartomeu Marí decidió no abrir las puertas del museo porque consideraba la escultura como ofensiva, ejecutando así un claro acto de censura tanto a la pieza en cuestión como a la exposición misma en su conjunto y a los curadores que se habían negado a retirar la obra de la muestra.

Hace ya un año que participo como estudiante en el Programa de Estudios Independientes del MACBA. Programa que tiene como director de estudios a Paul. B. Preciado. Él también es profesor de ‘Tecnologías del género. Historia política del cuerpo en la modernidad’y actualmente tutor de las tesinas de much*s de sus estudiantes.

La asignatura de Paul es troncal en el programa y es por lo cual la gran mayoría de estudiantes a lo largo de los más de ocho años de vida del programa nos hemos acercado. En la presentación de contenidos de la asignatura se lee:

“El feminismo como teoría crítica y práctica de transformación social ha dado lugar a un conjunto de estrategias de intervención en la esfera pública y de producción de visibilidad y de saber. Esta asignatura estudia el complejo legado teórico derivado de las prácticas y de los discursos subalternos, del feminismo, de la crítica descolonial; de las teorías queer, trans y crip; así como de las políticas del cuerpo en su relación con la crítica institucional, las prácticas artísticas y la visualidad”.

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Valentín Roma es profesor  de ‘Alfabetos Curatoriales’ como bien explica la curricula del programa. “Esta asignatura articula la producción de teoría y discurso crítico con la historia de las prácticas curatoriales. Elabora un abecedario acerca de las atribuciones simbólicas, los roles críticos y los clichés sociales que rodean al comisario de exposiciones.”

La misma noche de la clausura de la exposición, l*s estudiantes del Programa de Estudios Independientes estábamos en un taller parte de la asignatura ‘Políticas performativas’, junto a La Pocha Nostra. La noticia de la clausura golpeó directamente de lleno en el Programa. La censura de justamente esa pieza hablaba mucho de muchos de l*s artistas, teóricos, intelectuales, curadores que no sólo trabajamos con los contenidos críticos que expresa la pieza de Doujak sino también en la forma en que expresamos nuestras prácticas escrituriales, artísticas, curatoriales.

Esa noche trabajamos sobre la idea de la censura y la idea de los derechos de las trabajadoras sexuales. No estaba en programa este tema pero desde el primer momento supimos que esa censura claramente trascendía al hecho puntual de la escultura o la exhibición. Se había censurado una forma particular de práctica artística, la de la crítica no al pasado colonial, sino a nuestro presente colonial y a dos figuras con las cuales podíamos claramente identificarnos: la luchadora feminista, el animal político. Y además se censuraban la alegría y la orgía como indecorosas para la vista pública.

En el momento de la inauguración, algun*s compañer*s salimos con el castillo de cartón que habíamos montado con cajas de basura y en el que se podia leer “Je suis el soberano, la bestia y el ano” seguido de “tortilleras, tullidos, sidóticas, putos, putas, guarras, moros, pakis…” en un gesto de disputa a ese lugar de la soberanía higiénica y eugenésica que mata para reinar, que hace callar para gobernar y las pusimos en la entrada del museo. macba-bestiaEn la euforia del momento en una alianza instantánea y olfativa, frotándonos como bestias, nos montamos un*s sobre otr*s al grito de ‘¡Viva la bestia!’ En una pared en la entrada, una placa nos recordaba el paso monárquico por el museo, robamos flores, pedimos chicles y dejamos la marca de la bestia.

Mientras tanto, una señora vestida de lilas y azules, muy elegante, se mantenía incólume y con tristeza. La vi  y pensé que su estar de pie era testimonial. El museo había cerrado por censura.

Censura ideológica. Censura política. Censura a las prácticas disidentes sexoartísticas, si se me permite el neologismo.

No fue un insight de pitonisa o mesiánico lo que nos dejó claro a l*s estudiantes del programa que no sólo peligraba la continuidad de nuestro director y profesores sino el programa mismo lo que nos resolvió a actuar y posicionarnos clara y eficazmente contra la censura y contra el despido de los curadores, sino que entendíamos las consecuencias de la censura a esos contenidos y prácticas específicas en la coyuntura política actual, donde como tod*s sabemos, se ha aprobado una ley que legitima y naturaliza la represión y la criminalización no sólo de la protesta, sino de múltiples formas de disidencia y crítica política e ideológica, muy atinadamente llamada “Ley Mordaza”.

El manifiesto que salió de esta reflexión se encuentra en este enlace:

Manifiesto ‘Todo está en orden’

Los curadores, nuestros profesores y tutores, fueron despedidos tanto del museo como del Programa de Estudios el pasado 1 de abril. La sensación de vivir un proceso de censura represiva es indudable y común a cada un* de nosotr*s, por supuesto con nuestras muy políticamente vivas y creativas diferencias. La sensación de que se cierra un programa educativo con sus estudiantes dentro, es obvia. La clara expulsión de la institución de una compleja y elaborada programación publica con múltiples visiones críticas que incluían cosas como un seminario sobre la deuda económica, un noche de visibilización de la interpelación de las prácticas artísticas y los grupos de activismos de diversidad funcional, exposiciones programadas con genealogías feministas y visibilización de relaciones entre estas prácticas políticas y la historia de la ciudad es realmente lamentable.

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La gravedad de esta situación no nos ha inmovilizado, por el contrario, de manera asamblearia, expresando nuestras disidencias, manifestando nuestras desigualdades, poniendo en juego nuestras alianzas estratégicas pero y principalmente poniendo nuestras somatecas, nuestras cuerpas complejas, con historias diferentes y múltiples hemos organizado una red de solidaridades para problematizar lo que se pretende imponer como dado y natural: que los contenidos feministas y decoloniales, que el pensamiento crítico sobre qué hacer y el cómo hacer de las representaciones artísticas, que la producción de saber y estrategias para resistir el neoliberalismo se puede sacar sin más de las instituciones y desautorizar esas voces a través de la censura y la criminalización en la calle de sus expresiones activistas.

#todoestaenorden fue la respuesta ante el cínico discurso de normalidad a través de eufemismos que planteaba el museo con respecto a la reapertura de la muestra días posteriores al escándalo internacional que desataba la decisión de censurar.

Hace unas semanas Beatriz Preciado, cambiaba su nombre a Paul. No es un dato menor, lo sabemos cada una de las personas que vivimos, encarnamos y nos expresamos desde la disidencia de género. Much*s no salimos de ningún armario, esa metáfora no nos corresponde. Much*s llevamos sobre el cuerpo, la piel, el gesto, la voz, la marca de la frontera, del “check point” para la vida en sus múltiples formas. Como afirma Zuriñe Mbaztan “Nuestras vidas son políticas también, somos extranGeneros”:

Y como también coplea mi querida Susy Shock:

Reinvindico: mi derecho a ser un monstruo

que otros sean lo Normal

El Vaticano normal

El Credo en dios y la virgísima Normal

y los pastores y los rebaños de lo Normal

el Honorable Congreso de las leyes de lo Normal

el viejo Larouse de lo Normal

Que la alegría nos acompañe siempre.

 

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