Bukake según San Marx

Bukake según San Marx

Publicamos la historia de Brigitte Vasallo recogida en 'Relatos Marranos. Antología' (Pol·len Edicions)

26/12/2014

Relatos marranos

Puedes leer más relatos e informarte sobre el libro y el proyecto en el blog de Relatos Marranos.

SuperMenstrua prepara el coño láser, atrincherada en el alcantarillado sombrío de la ciudad muerta. Dríada en un bosque de asfalto, mitad mito, mitad anhelo, recorre los caminos trazados en el subsuelo por los olvidos que, libres del yugo de la historia nominal, engendran el mundo negado. Origen y final, SuperMenstrua no es el alfa vertical y altivo, no es el falo que preside, guía, impone, sino la omega anterior y siguiente, el vacío que no está, el silencio, lo posible, la vagina dentada de la que venís y en la que inevitablemente caeréis, transmutados.

Hoy es el día de la revolución. Las Grandes Mentes Pensantes han unido sus esfuerzos para trazar un plan infalible que nos libere, al fin, de la única opresión opresora que de verdad nos oprime. Tras infinidad de noches de acalorada deliberación, muchos millones de páginas leídas, muchas asambleas maratonianas y debates intensos, por fin han visto la luz. Y nos van a iluminar.

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La procesión de la Santa Polla de los Cojones pasará en unos instantes por esta intersección exacta entre lo que ha sido y lo que no será, por ese “tal vez” concebido bajo una glorieta de una ciudad por lo demás, vulgar como otra cualquiera. Los costaleros, adoradores de dioseznos, diosuchos verticales y violentos, adoradores de árboles (estamos cansades del árbol no debemos seguir creyendo en los árboles en las raíces o en las raicillas nos han hecho sufrir demasiado) vienen dispuestos a liberarnos, hoy, de la opresión de clase clase clase con su polla polla polla.

Aleluya.

No quedan gallos hoy en las okupas campestres (no quedan no quedan) porque todos, todos están aquí. No quedan líderes natos en las asambleas anarkas (no quedan no quedan) porque todos, todos están aquí. No quedan ni dos cojones que poner sobre la mesa en los espacios LGTBI (no quedan no quedan) porque todos, todos están aquí.

Ni siquiera maltratador@s quedan en los grupos (trans)feministas, porque

esas

esos

eses

también están aquí.

Todos, todos están aquí. Lo peor de lo mejor: pollazos de carne y hueso, de silicona y arnés, de plástico reciclado, de paja mental, de mala ostia cooperativa, de golpe de polla y porque lo digo yo, todos los falos hombro con hombro, empujando al unísono el paso procesional, la emoción del nuevo mundo contenida en el ambiente, por fin la revolución y por fin a su manera, el Nuevo Hombre que repoblará el mundo con su magnanimidad y que, en su grandeza, cederá privilegios, los cederá, los cederá. Al fin las cárceles vomitarán violadores, las cloacas borbotarán pederastas, y los rincones oscuros de la psique arrojarán abusadores, acosadores, maltratadores, asesinos, todos ellos desclasados ya para unirse a la revolución. Y volveremos a tomar las calles, y nos volverán

a violar

a abusar

a acosar

a maltratar,

a asesinar

pero, sin la opresión de clase clase clase confundiéndonos la mente, toda esa mierda vuestra nos gustará nos gustará nos gustará.

 

En el parque de la Ciutadella hace un día precioso para la revolución. Domingo soleado de otoño mediterráneo, patitos zambulléndose en el lago, esculturas románticas chapadas en oro de pacotilla, criaturas que corretean, unas blancas, otras negras, todas bonitas: el mundo va bien. Los chicos® y las chicas® pasean felices, vestidos-y-as de domingo con sus falditas, sus barbas, sus pestañas, sus tulipanes, sus camisas a cuadros, sus verduras ecológicas, sus buenas conductas, sus músicas indies, sus productos vintage,

su liviandad

su languidez

su estupidez

su nueva masculinidad, su vieja feminidad, sus pequeñas prótesis mamarias, sus discretas fundas dentales, sus anos anales, sus vulvas vulvares, sus penes penales

cada oveja, su pareja

cada cuerpo, su asignación

cada orgasmo, su opresión

sin sospechar que esos tambores lejanos que empiezan a resonar son el ritmo de una libertad que ni siquiera desean.

La procesión de la Santa Polla de los Cojones se acerca por los parterres. Miles de adoradores unen sus fuerzas para empujar la tecnología de género de la liberación hacia el lugar acordado: sobre dos hermosos cojones peludos y redondos como ruedas de carro (construidos, por una desgracia de la aritmética, a escala exacta de la cabeza de Jordi Pujol) se alza, como magnífica chimenea seminal, como cañón que nos disparará hacia la nueva Era, un enorme pollón erecto y fucsia como un auténtico fuet de Vic, de varios metros de altura y elaborado con maderas provenientes de los cinco continentes para garantizar que sea una verga que nos represente a todas.

Amén.

La procesión de la Santa Polla de los Cojones avanza hacia la mitad del parque, lugar de alta acumulación proletario-simbólica en domingos como hoy. Asientan el Santo Falo sobre el lugar más elevado, atalaya improvisada sobre la planicie, la glorieta de la transexual Sonia que servirá, gracias a la polla, de bastión revolucionario. Y mientras los costaleros hacen rodar los inmensos cojones sobre sí mismos en un acto masturbatorio a gran escala, l’anxeneta escogido, nou català, negro por más señas para demostrar que la revolución no es racista ni poco, habrá escalado la tecnología de género libertadora (el cipote) y habrá accionado el botón que lo hará erupcionar. El prolífico semen del nuevo mundo será propulsado, magnífico géiser post-fordista, a varias decenas de metros sobre la tierra y se expandirá, lloviéndola de gotas de espíritu santo que caerán, graciosamente, sobre cada una de las boquitas de piñón, sobre las caras ensimismadas, sobre las expresiones de asco y de terror, sobre los pelos recogidos en coletas graciosas y las barbas bien cuidadas, sobre las niñas que juegan a casitas, sobre los niños que juegan a balón, sobre los ojos, sobre los codos, sobre los pechos. Un bukake de refrito marxista sin intersección alguna para destruir el viejo, miserable mundo y preñarnos de uno mejor, devueltas las calles a sus legítimos dueños: el pueblo y sus compañeras, libres al fin.

Aleluya.

Pero no sucederá.

El espacio metafórico que es la glorieta de la transexual Sonia está tomado desde la oscuridad por todos los cuerpos que no existen, por los seres monstruosos desertores del sistema, ignorados, por todas las anormalidades, errores, subnormalidades subterráneas subalternas convertidas en cuerpo único de coño multiforme, coño resignificado, clítoris simbólico pero tan real como la violencia simbólica que ejercéis, que ejercemos. Apostada en silencio, SuperMenstrua atiende el momento exacto para disparar.

La Historia está sucediendo. Los tambores marcan el ritmo de masturbación de los cojones y ya desde el fondo del mundo se oye rugir el magma precipitándose por la chimenea en busca del cráter.

Es ahora o nunca.

SuperMenstrua dispara. Aguantamos la respiración. La sangre menstrual perfora el perineo, atraviesa las cañerías del engendro marcándose una carrera a muerte con el semen que también se abalanza en busca del orificio final donde, al límite, se encuentran. Y de ese encuentro surge el fin. Sin explosiones ni grandes estruendos, sin ruinas ni incendios ni fuegos ni desastres, en silencio, la Santa Polla de los Cojones desaparecerá sin dejar apenas rastro. Se esfumará, como instantes después y por una reacción en cadena se evaporará la Torre Agbar, desaparecerá de la faz de la tierra la Sagrada Familia Nuclear, se disolverá el monumento a Colón, y desde todo el planeta, por esa solidaridad masculoide tan celebrada por todas las películas, por todos los deportes, por todas las leyes, se volatilizarán la Torre Eiffel, el Empire State Building, el Cristo del Corcovado, los alminares de la Meca…

Caerán uno a uno todos los dioseznos fálicos y sus imágenes. Caerán uno a uno, una a una, todas sus admiradoras, todas las cofradías del culto a la polla, al quién la tiene más grande. Nos desharemos del trozo de carne más tóxico de la historia, de la picha como sistema, como organismo, como razón última que subyace en todo. Y quedarán inertes, simples e inofensivas, retornadas a su literalidad de carne rolliza sin connotación alguna, vaciados los órganos en la horizontalidad, en el rizoma, en la omega, en un espacio nuevo, que ni será, que ya está siendo.

Por los subsuelos, por los silencios, por las huidas, seres deseantes, carne resignificada, ya estamos en él, arrastrándonos como gusanos, tanteando como ciegas o corriendo como locas, viajeras del desierto, nómadas de la estepa. En él dormimos, velamos, combatimos, vencemos y somos vencidas, buscamos nuestro sitios, conocemos nuestras dichas más inauditas y nuestras más fabulosas caídas, penetramos y somos penetradas.

Reptamos.

 

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