“Estate tranquilita que ya bastante has hecho”

“Estate tranquilita que ya bastante has hecho”

Estigma, culpa y miedo a las relaciones sexuales. Ese es el poso que ha dejado en mujeres frases como “para prevenir el Virus del Papiloma Humano busca una pareja y sé fiel”. Expertas coinciden en que la alarma generada entorno al VPH es excesiva, que responde a intereses económicos y se está usando para minar la libertad sexual de las mujeres. Llaman a dar una información tranquilizadora y sin juzgar a las pacientes.

08/09/2014

citologia

Ane (nombre ficticio) se notó unos granitos en la vagina y se asustó. Después de que se los trataran en un centro de Enfermedades de Transmisión Sexual, le derivaron a una ginecóloga. Tenía el Virus del Papiloma Humano (VPH). Entonces hizo preguntas. “Yo no sabía nada sobre el tema, había mirado por Internet pero necesitaba información y saber qué hacer. En mi cabeza ya había hecho la relación inevitable de VPH con cáncer de cuello de útero. La ginecóloga me cuestionó desde el principio y cuando empecé a hablar del tema le cambió la cara”, relata. La doctora le hizo un cuestionario sobre su vida sexual: “Me violentó muchísimo. Ponía cara de no creerme, de asco, asombro, desaprobación, desprecio… Me preguntó cuántas parejas sexuales había tenido. Yo dije que 15 tirando a la baja porque ya me estaba sintiendo juzgada. Como si tener muchas parejas sexuales fuera algo malo. Ella dijo que seguro que eran más, y apuntó 20”.

Ane: “Estás en bragas, desnuda, vulnerable, con las piernas abiertas y una tía que debe informarte, te juzga”

Enriqueta Barranco es ginecóloga en el Hospital Universitario San Cecilio de Granada, profesora de la Universidad de Granada y trabaja en el Instituto Universitario de Estudios de la Mujer. Para esta experta “no viene al caso preguntar cuantas parejas sexuales ha tenido la paciente, pero muchos lo hacen. Da igual cuántas, es algo que no importa porque no cambia tu situación ni te define ni supone que hayas hecho mejor o peor. Las mujeres que vienen con relaciones estables o lo que ellas consideran estables, se sorprenden. La famosa confianza a lo largo de la historia solo ha perjudicado a las mujeres…”. Para Ane lo peor vino al final de aquella cita médica. “Estaba contrariada, acababan de diagnosticarme un virus y pregunté qué debía hacer”. Su ginecóloga le contestó: “más te vale estar tranquilita una buena temporada que bastante has hecho ya.”

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En su segunda cita con ella, supo que había un par de cepas raras del virus y volvió a hacer preguntas. “Me recriminó haber buscado información por mi cuenta y me dijo que no podía hacer nada, solo revisiones. Lo hizo de forma muy seca”. Ane optó por no hacer más preguntas y esquivarle en las citas pidiendo otros días y a otras horas.

Finalmente le operaron porque una de sus cepas era de riesgo alto. El proceso duró dos años. “Estuve mal y durante ese tiempo no tuve relaciones con nadie. Tenía miedo a contagiar. Por no dar explicaciones, me cerré mucho en el terreno sexual y emocional. Al primer chico con el que estuve me costó mucho contárselo. Tenía además una mala percepción de mí misma. Sentía vergüenza, me cuestionaba. A partir de ese momento pasé una época en la que tener sexo con naturalidad fue difícil. Me dejó ese poso. Parecía que ser mujer soltera y tener distintas relaciones o parejas sexuales era malo”, explica Ane.

La doctora Barranco considera que no hay que contar que tienes el virus si no quieres. “¿Contamos cuando tenemos catarro o una amigdalitis a todo nuestro entorno?”, pregunta.

Ane hubiera preferido un mensaje tranquilizador, información y más sensibilidad: “Estás en bragas, desnuda, vulnerable, con las piernas abiertas y una tía que debe informarte, te juzga”.

Enriqueta Barranco, miembro además de la Red CAPS (Centre d’Anàlisi i Programes Sanitaris), explica que en las consultas “no se debe juzgar nunca a ninguna mujer por este virus ni por ningún otro. Esta enfermedad ahora se ha planteado como piedra acusatoria. Se utiliza como la venganza del patriarcado por no obedecer las normas. El esquema mental que tienen esas personas es este y así te lo hacen saber cuando te juzgan en las consultas”. Denuncia además que se está usando este virus para censurar a las mujeres: “Es una censura patriarcal. El VPH se usa como instrumento contra la vida sexual libre de las mujeres”.

“Me dijo que las chicas de hoy somos muy promiscuas”

La experiencia de María (nombre ficticio) coincide con la de Ane: “Nada más llegar, la ginecóloga me plantó delante el folleto de prevención de cáncer de cuello uterino mientras me hablaba sobre hacerme una biopsia. No entendía nada, y en mi cabeza sólo martilleaba la palabra cáncer”, cuenta María.

En su caso, la ginecóloga daba por sentado que si tenía el virus era porque había tenido muchas parejas sexuales. No era el caso. “Me dijo que hoy en día las chicas somos muy promiscuas y que la única solución contra el VPH es tener una pareja y serle fiel. Me sentí indignada, porque no sabía nada de mi vida y me estaba juzgando a mí y a cualquier mujer que tuviera el VPH”, explica.

María: “Me dijo que hoy en día las chicas somos muy promiscuas y que la única solución contra el VPH es tener una pareja y serle fiel”

El tratamiento médico fue correcto pero las explicaciones y los juicios le hicieron sentir estigmatizada: “Mujer con VPH igual a mujer promiscua y con conductas sexuales de riesgo. Ya bastante malestar y miedo te produce saber que tienes este virus y en un estado avanzado y que puede provocarte cáncer de útero, como para tener que aguantar comentarios insinuantes sobre que el VPH se está extendiendo por culpa de la promiscuidad de las mujeres”, denuncia María.

Al igual que en Ane, esta situación dejó huella en María. “En ese momento no tenía pareja, y durante casi un año no me animé a mantener relaciones. Aunque sé que no he hecho nada malo, es una experiencia que te transmite la idea de que el sexo te puede llevar al VPH y a un posible cáncer y a problemas en futuros embarazos”.

Tal y como señalaba en una entrevista para Diagonal, la doctora Laura García Miranda, experta en salud y género, “cuando una mujer tiene una enfermedad de transmisión sexual, especialmente de este tipo, cuestiona su propia sexualidad. Y la angustia que trae el diagnóstico de VPH y lesiones de cuello de útero muchas veces hace que sientas que has hecho algo malo. Se actualizan viejos mitos y tabúes rancios”.

Alarma, estigma e intereses económicos

Para la doctora Barranco, experta que lleva años enfrentándose a casos de VPH, “esta infección ha pasado de ser un secreto muy bien guardado, del oscurantismo para proteger a los hombres y ocultar sus infidelidades, a un estado de alarma y de auge máximo y ahí han tenido que ver intereses económicos por la vacuna y no por la salud de las mujeres”. Barranco considera que tras la alarma excesiva por el VPH se encuentra el suculento negocio de la industria farmacéutica. Además, explica que “ahora se muestra la verdad de forma despiadada y hasta cruel y juzgadora y las mandan directas a la vacuna cuando no se conocen siquiera las consecuencias de la misma”.

Aunque los datos deberían conducir a la calma, hay una gran desinformación y mucha alarma entre las mujeres. Según datos de la Xarxa de Dones per la Salut, el Virus del Papiloma Humano constituye una de las enfermedades de transmisión sexual más frecuentes, que contraen en algún momento de su vida el 70% de las mujeres sexualmente activas y que, con la misma facilidad, lo eliminan. El 92% de las infecciones son superadas por el sistema inmunitario sin necesidad de intervención. El 8% que persiste tiene un desarrollo muy lento, unos diez años para producir lesiones precancerosas y otros diez hasta convertirse en cáncer de cuello de útero. Es perfectamente detectable mediante una citología y lo recomendable, una vez detectado, es hacer seguimiento cada seis meses, según los casos. Se puede intervenir si no desaparece para eliminar las células alteradas y que no degenere en cáncer, pero se trata de un virus fácilmente controlable.

Doctora Barranco: “Esta enfermedad ahora se ha planteado como piedra acusatoria. Se utiliza como la venganza del patriarcado por no obedecer las normas”

En la misma línea, la ginecóloga catalana María Rosa Almirall, miembro de la Red Caps (Centre d’Anàlisi i Programes Sanitaris) asegura que se desespera “por cómo se informa a las mujeres y por cómo se les trata en ciertas consultas”. La doctora Almirall confirma que “no existe un protocolo directo que defina cómo dar esa información pero lo ideal es ofrecer una información tranquilizadora, sin juzgar ni cuestionar a las mujeres. Vivimos en una sociedad conservadora y desde una esfera de poder como es una consulta médica se juzga mucho”, termina Almirall.

Cecilia se ha enfrentado al VPH de forma bien distinta a cómo lo han hecho Ane y María. Ella fue tratada por un médico de confianza que, asegura, nunca la juzgó. “Ni me sentí estigmatizada ni me siento. No creo que haya una mujer normal que no haya tenido relaciones sexuales alguna vez. No tiene nada que ver con falta de higiene ni de responsabilidad. Te toca y punto”, explica.

Su experiencia fue buena y se nota en su forma de hablar sobre el tema. Ella es la única que ha querido que se use su nombre real en el reportaje: “No tengo ningún tabú a la hora de hablar de ello, todo lo contrario. Me parece productivo dar a conocer este tema y que se hable abiertamente”.

Barranco explica que hay que dar una noticia como esta “sin hacer un drama y de forma breve pero colocando cada cosa en su lugar. Lo primero que hay que explicar es que la mayoría de las infecciones por este virus se curan solas”. Esta ginecóloga reconoce que muchas veces el personal médico no es empático “porque la educación que nos dan en la facultad no es equitativa todavía. Hay que ofrecer una información tranquilizadora e invitar a las mujeres a que se hagan controles porque estamos diagnosticando mejor y de forma rigurosa”.

Ane está segura de que cómo fue tratada determinó su relación con esta infección: “El diagnostico no era tan grave y sin embargo mi lectura fue “tengo algo super malo y encima me lo merezco””.

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