La negación del yo por vía administrativa

La negación del yo por vía administrativa

El Servizo Galego de Saúde elude poner fecha a la operación de reasignación de sexo a una mujer en tratamiento hormonal desde hace 25 años. Hasta 2007 en su DNI figuraba una identidad masculina.

11/06/2014
charlotte

Goiar (en el centro, con abrigo morado), en una de sus últimas reclamaciones ante la Justicia, rodeada de activistas y representantes políticos parlamentarios

La asistencia sociosanitaria, un término tan en boga, está perdiendo cada vez más lo social. Prueba de ello es la batalla judicial en la que se vio inmersa Charlotte Goiar. Ella es la primera mujer que logró que el Servizo Galego de Saude (SERGAS) se hiciese cargo de su operación de reasignación de sexo; al menos en lo teórico, ya que se vio inmersa en uno de tantos procesos judiciales que en realidad condenan a años de sufrimiento a quien paradójicamente gana en el ejercicio de sus derechos.

El SERGAS recurrió arguyendo que el síndrome de intersexualidad patológico que padece Goiar debe seguir el mismo protocolo de atención que la obesidad mórbida

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Charlotte Goiar nació en un cuerpo sexuado de una manera con la que no se sentía identificada, y hasta los 7 años no fue diagnosticada con el síndrome de Harry Benjamin, “una condición intersexual en la que la diferenciación sexual a niveles neurológico y anatómico no se corresponden”. Se trata de una problemática que se soluciona mediante una operación de reasignación de sexo, un trámite por el que actualmente mantiene una tensión judicial con los organismos públicos competentes. Ella misma explica que el síndrome de Harry Benjamin “no tiene nada que ver con la transexualidad, que abarca una diversidad de sexualidades más amplia como la queer”, e indica que dicha patología “está motivada por causas biológicas, principalmente neurológicas y genéticas, que se dan en aproximadamente 1 de cada 100.000 personas nacidas. Lo que ocurre es que el sexo cerebral no se corresponde con el biológico, cuando es precisamente el cerebro el que expresa el sexo de una persona”

La problemática del síndrome de Harry Benjamin radica en que no se detecta de nacimiento, a diferencia de otras patologías, “y eso acarrea problemas que muchas veces tienden a frivolizarse”, explica Goiar.   “Con el paso de los años me han negado trabajos por rechazo social, ya que hasta el año 2007 no pude hacer algo tan de derecho como regularizar mi nombre de mujer en mi DNI”. A sus 42 años, su motivación radica en “vivir una auténtica juventud mediante la reasignación de sexo”, ya que sufre un cuadro depresivo desde hace años.

Burocratización de los cuerpos

Goiar, en el ejercicio de su derecho a ser atendida por el sistema sociosanitario, ganó la batalla judicial por conseguir la operación de reasignación de sexo. El Servizo Galego de Saúde (SERGAS) arguyó que el síndrome de intersexualidad patológico que padece debe seguir el mismo protocolo de atención que la obesidad mórbida, con sus correspondientes tres años de lista de espera. El SERGAS, infravalorando la gravedad de su síndrome, pretendía derivarla a un hospital público malagueño donde no se realiza el tipo de vaginoplastia recomendada por una clínica privada barcelonesa que lleva seis años monitorizando su hormonación.

Desde luego, las dos técnicas plantean una diferencia importante, y es algo en lo que los medios generalistas no profundizan y que puede provocar en la sociedad una sensación de que la elección resulta mero capricho. Resulta que las características genitales de las que se parten -el tejido sexual disponible, fundamentalmente- son las que determinan si resulta más adecuada la vaginoplastia por inversión peneana que realiza el centro público, ó la colovaginoplastia -un método más invasivo que utiliza tejido del colon- de la clínica barcelonesa.

“Mientras no se explique debidamente a la sociedad, seguirá pensándose que se trata de u capricho”

“No exijo nada que no reconozca la propia legislación española -Ley 3/2007 del 15 de marzo- como disforia de género”, reclama. Los medios generalistas gallegos y nacionales han recogido su caso, “pero no lo tratan con exactitud cuando emplean la palabra ‘transexualidad’, porque no describe una patología intersexual congénita -el síndrome de Harry Benjamin- que radica en un gen que durante la gestación asigna al niño genitales femeninos y a la niña genitales masculinos. Mientras esto no se explique debidamente a la sociedad, seguirá pensándose que se trata de un capricho”, explica.

La lucha de una, la lucha de todas

La labor de Charlotte Goiar es de las que abren caminos. Desde el año 2005 mantiene una web donde explica el síndrome de Harry Benjamin, “para que otras personas sepan que existe un recurso de acceso público objetivo y académico sobre el trastorno, clarificando específicamente de qué se trata”. En su página compendia artículos y opiniones de personas afectadas por el síndrome, a la vez que recoge información sobre su caso y su recorrido judicial.

¿Qué pasos puede tomar alguien que esté en su misma situación? Explica que “lo primero es acudir al médico de atención primaria para poder verificar este diagnóstico, se deriva a Psiquiatría y en caso de confirmación, especialistas correspondientes comienzan el tratamiento”. El trámite psiquiátrico es necesario, si bien matiza que “esto no significa que se trate de una patología de esta índole; hoy en día sabemos que se trata de un trastorno del desarrollo sexual, pero desgraciadamente la forma posible de diagnóstico se realiza mediante valoración psiquiátrica especializada”.

Mientras Goiar lucha por ella y por tantas otras personas, el SERGAS pidió que se realice una nueva valoración por parte de especialistas del Clinic de Barcelona, tal vez en una nueva estratagema para negar la raíz del servicio público a favor de prolongar el dolor con receta de prejuicios.

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