Mi cuerpo, mi color, mi sexo

Mi cuerpo, mi color, mi sexo

"Tú me quieres nívea,/Tú me quieres blanca,/Tú me quieres alba." (Alfonsina Storni)

16/05/2014

Lina Kathya Rodríguez

Cada vez es más notorio que se presenten tipo de agresiones achacadas a la corporeidad, convirtiendo el día a día de tu cuerpo en una continua sentencia. Donde siempre la perdedora es la autoestima. Las discriminaciones por parte de la raza, clase e identidad sexual, fomentan a que se cree un sesgo abisma en la población entre lo “que es” y lo que “nunca debería ser”.

Esta agresión es bien definida y limitada dándose sobre todo en la población que es leída como mujer. Aunque como siempre, son las minorías las que más lo padecen. Y es que no es difícil imaginar el típico comentario, que más allá de intentar mostrar su poderío, roza la misoginia y la xenofobia. Hablo de aquella población -de mi población- que basadándose en su cuerpo siente las presiones y las ataduras a un sistema que las asocia a un objeto, un doble objeto integrado entre tu cuerpo y el color que lo compone.

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El racismo simbólico continúa presente y se ve reforzado por los medios de comunicación y otros mecanismos estructurales en la medida que los sistemas de protección y las leyes carecen de soporte que permitan su funcionamiento y aplicabilidad

Por ello, se da con bastante naturalidad que toda la riqueza de diversidad cultural/étnica sea catalogada, menospreciándose por no seguir su gran canon. La invisibilidad (o una visualización parcial) de las diversas etnias crea unos estereotipos en donde sólo somos catalogadas por nuestra nacionalidad.

Todo el imaginario hegemónico de nuestra sexualidad se ve ligada al país del que provengas. Siempre excluyendo a esa mujer indígena, a esa mujer afrodescendiente, a esa mujer arábica. A esa mujer que en sus rasgos estará más netamente su cultura, que aquellos que diversos medios nos venden. Donde entre más blanco mejor, y es que la corporeidad para una mujer, que lejos de estar dentro del estereotipo homogéneo, se ha convertido en su doble bola de arrastre. Un continuo juicio donde el color de tu piel es el factor clave.

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