Gatillazo

Gatillazo

"No consigo mantener una erección en el sexo en pareja". Como en el artículo sobre la llamada eyaculación precoz, Mónica Quesada Juan analiza la presión sobre cómo debería funcionar el pene.

Gatillazos

Ilustración: Sonia R. Arjonilla

“¡¡Muy buenas!! Me llamo Jaime. Escribo para ver si me puedes decir algo que me guíe para solucionar algún que otro conflicto interno que tengo que no me deja disfrutar del todo en mis relaciones. Soy homosexual y la verdad es que no llevo mucho experimentado. En realidad, a medida que voy teniendo más sexo y descubriendo mi cuerpo, voy disfrutando más, pero hay algo que me perturba: no consigo mantener una erección. Si yo me masturbo no hay problema pero cuando me hacen sexo oral o intento penetración anal no hay manera de que se quede erecta, no tengo mucha sensibilidad y por lo tanto no siento placer; como dije antes, sólo cuando yo me masturbo (¿será porque me conozco mejor que nadie?). Me encanta que me penetren y hacer sexo oral, lo cual no sé si puede ser una posible respuesta, que sea pasivo y ya… ¡Gracias!”

¡Hola Jaime! Por lo que comentas, no mantener la erección sólo se produce en el ámbito de pareja, ¿verdad? Normalmente, cuando esto sucede así, es decir, sólo en una parcela, se suelen descartar causas orgánicas y pasamos a considerar las psicológicas o “ruidos mentales”, que suelen tener su origen en la interacción entre el ámbito psicológico y social. Recordemos que la sexualidad es un proceso bio-piso-social y que esta triada interacciona continuamente.

Cuando se produce este corte en la excitación en repetidas ocasiones, puede producirse el efecto del rol del espectador o espectadora; sentir que una parte tuya está observando desde fuera y controlando que todo funcione como “debería”

Volviendo al ejemplo del artículo ¿Ya? (que te recomiendo que eches un vistazo), imagínate una tormenta: la lluvia que cae son las creencias culturales que recibimos toda la población, pero en nuestra mano está abrir la boca y tragarnos esa lluvia, influyendo así en nuestra parte psicológica y biológic,a o cerrar la boca y dejar que nos resbale. Todo el mundo, en algún momento, nos hemos tragado esta gotas pero, ya sabiéndolo, en nuestra mano está cerrar la boca para que no entre más o mear para expulsar aquella que ya hemos tragado. Ahora que me he venido arriba con el ejemplo y me dispongo a miccionar las gotas, vayamos al tema que nos ocupa, el coloquialmente llamado gatillazo… ¡pero no el grupo musical, sino la bajada de erección durante el proceso de respuesta sexual!

Por lo que me cuentas, la bajada de erección sólo ocurre cuando el pene debería estar erecto, tal y como nos dicta la norma cultural, ¿verdad? En el proceso de excitación ocurre una cosa bastante curiosa que voy a intentar sintetizar para no liarnos demasiado. Todo el proceso de la respuesta sexual está mediado por el sistema nervioso autónomo: sistema nervioso simpático, que preparara el cuerpo para una situación de actividad o estrés, y sistema nervioso parasimpático, que es antagónico al simpático y prepara al cuerpo para la relajación. En la fase de excitación, el que prima es el parasimpático, que permite que la sangre acuda a la zona genital, provocando la erección del clítoris y el pene y la lubricación vaginal. ¿Pero qué pasa si desde la cabeza empiezan a tronar los “debería” tipo “debería tener el pene en erección”, “debería tardar menos en tener un orgasmo, parece que no está disfrutando”? Efectivamente, el simpático le quita el puesto al parasimpático y, toda la sangre que había en la zona genital sube corriendo al resto del cuerpo para estar disponible ante ese peligro que creemos que existe, provocando así un corte en el proceso de excitación. Y este sistema simpático empieza a dejar de ser tan simpático y provoca no sólo la perdida de excitación, sino también una bajada de sensibilidad en la zona genital, puesto que existe un “peligro” que hay que solucionar. ¿Os suena?

Todo este proceso es mucho más extenso, pero para el tema que nos ocupa, sería una manera simplificada de entenderlo. Este proceso se produce tanto en hombres como en mujeres y no sólo se dispara con los “debería”, sino también cuando la mente se va a lo que se me ha olvidado a hacer durante el día, a todo aquello que tendría que hacer mañana, etc. Es decir, la sangre acude allí donde ponemos el foco de atención. Es por ello que siempre me ha resultado bastante curioso los hombres que me comentan que, para no excitarse demasiado (¿?), piensan en cosas ajenas al placer. Entonces, ¿para qué haces cosas que provocan placer si lo que quieres es no sentir placer? Bueno, que me voy del tema:

Las etiquetas de “activo” y “pasivo” reproducen los roles limitantes de la heterosexualidad y vuelven a encumbrar al pene como el centro de los encuentros sexuales

Cuando se produce este corte en la excitación en repetidas ocasiones, puede producirse el efecto del rol del espectador o espectadora, que viene a ser la autoobservación en función del desempeño. Algunas personas lo describen como que sienten que una parte suya está observando desde fuera y controlando que todo funcione como “debería”… ¿Y dónde creéis que está la sangre en estos momentos? Efectivamente, en la cabeza. ¡Y a lo mejor, la primera vez que ocurrió lo que consideramos un “fallo”, no fue más que por cansancio o haber ingerido alcohol o simplemente que se nos fue la mente a lo que íbamos a hacer mañana! Pero como en el tema del sexo prima tanto el hacerlo “bien” o “mal”, lo que podía haber sido parte del juego, se convierte en una losa que hay que superar… Y el placer no acude donde se le llama, sino donde escucha la fiesta.

Por otra parte, comentas tu inquietud sobre si tal vez seas “pasivo”, etiqueta utilizada para designar a aquella persona que recibe la penetración, ya sea oral o analmente. Etiqueta muy usada y, a su vez, muy reduccionista y limitadora. Hay gente que equipara este rol pasivo al rol de género femenino y el rol activo al masculino, basándose en las relaciones heterosexuales… y, como sabemos, el guión del modelo heterosexual no suele brillar por su libertad y gozo. Es más, esta etiqueta se basa también en dónde se sitúa el pene, volviéndolo a encumbrar como el autor de los encuentros sexuales y no como una parte del cuerpo. Y este falocentrismo no hace más que limitar, como hemos visto, la potencialidad del placer.

Además se vuelve a cumplir el concepto de dar y recibir como entes separados, cuando en realidad, si das estás recibiendo a la vez. Si das un abrazo lo recibes igualmente. Si realizas sexo oral, estás recibiendo un contacto en tu boca. Si te penetran, la otra persona está recibiendo estimulación en su pene. ¿Entonces? ¿Nos merece la pena ponernos una etiqueta que nos encasille? ¿O será preferible seguir experimentando y descubriendo cómo con cada persona o en cada momento, es diferente?

Haz lo que te pida el cuerpo aunque no se cumplan las normas establecidas socialmente y descubre que ahí también hay disfrute. No hay prácticas mal o bien hechas, sino prácticas disfrutadas

Así pues, ¿qué se puede hacer?

Antes que nada, cultivar el sano egoísmo en el sexo. Esto no significa que yo voy a lo mío y la otra persona a lo suyo. Al menos no solamente significa eso, sino buscar el máximo placer en el encuentro, responsabilizándose cada cual del suyo. Y las personas que cultivan el sano egoísmo suelen ser las más generosas, puesto que siembran todo aquello que quieren recoger. Es decir, si el pene no está en erección, no significa que el encuentro se acabe. Date la oportunidad de descubrir otras opciones de disfrute. Cada persona tiene un sinfín de posibilidades de disfrute y no hay una única manera de llegar a ello.

Por otra parte, es imprescindible quitarle la capita de superhéroe al pene. Los hombres tenéis un cuerpo entero para dar y recibir placer. No sois un pene con un señor pegado detrás. Sois un señor global y una de vuestras partes es un pene.

En el sexo no hay nada obligatorio. Prueba a recibir sexo oral sin estar centrado en tu erección. Es más, puedes probar a que te realicen sexo oral sin erección mientras tú te centras en lo que estás sintiendo. Porque el pene, aunque no esté erecto, también tiene sensibilidad.

Seguir experimentando como bien haces y jugando con tu cuerpo, para ir eligiendo lo que deseas en cada momento desde el placer y no desde el descarte. Es decir, hacer lo que te pida el cuerpo aunque no se cumplan las normas establecidas socialmente y descubrir que ahí también hay disfrute. Pon la mente en clave erótica; o, lo que es lo mismo, céntrate en que la sangre de la cabeza se reparta por el cuerpo mediante fantasías o recreándote en lo agradable que es el contacto.

Pasar de preocuparse a ocuparse. Ante una relación sexual genital, no marcarse expectativas de cómo tiene que ser, sino ir descubriendo cómo quiero que sea en el momento. Y que la medida del placer sea lo bien que te lo estás pasando y no lo bien que deberías pasarlo.

Y, sobre todo, jugad. Jugad mucho. Y tened muy claro que no existen las prácticas bien hechas o mal hechas, sino las prácticas disfrutadas. No existe un guión para hacerlo bien (tal y como comentábamos aquí), existen múltiples posibilidades de exploración y disfrute.

 

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba