Sexo, dudas y reguetón

Sexo, dudas y reguetón

He empezado un curso de “monitora de educación sexual y orientación familiar”. Estoy desaprendiendo tanto, que ya no tengo respuestas para nada.

Imagen: Núria Frago

Sexo y reguetón

La vida crece entre matices. Y esto no lo digo yo, que lo dice un grupo pastel de cuyo nombre no quiero acordarme. He empezado un curso de “monitora de educación sexual y orientación familiar”. Pensé que sería interesante enterarme de lo que se cuece por esos lares. Tranquilas: no pienso ejercer. Yo bastante tengo conmigo misma como para dar consejos o explicaciones a nadie. Hoy día, ya sólo me apunto a cursos para aprender (a tener más dudas). Atrás quedó la época en la que se tomaban decisiones académicas o formativas por las salidas laborales que éstas tuvieran. Eso es un mito. Mi madre no sabía la que se nos venía encima cuando me soltaba su habitual cantinela: “Tú estudia mucho para tener un trabajito fijo y tu casita propia”. Alma de cántaro. Mi casita propia. O me pillan dos autobuses y con la indemnización me pago la entrada (de la hipoteca, no me refiero al hall) o me resigno y voy de la ceca a la meca. Hoy por hoy mis objetivos a medio plazo son: llegar a fin de mes, no madrugar y reírme lo máximo posible. Economía de subsistencia, ¡¡te quiero!! Vivir al mes, ya no es un deporte de riesgo: es lo normal. En cualquier caso, nieta de migrantes ahorradorxs e hija de funcionario, vivo con la esperanza de heredar. En algún momento. Algo. Útil. Ese día dejaré de remendar calcetines. ¿Pero qué tiene esto que ver con sexo? Nada. Aún así, se ve que quería soltarlo. El caso es que estoy sorprendida con las puertas que este pequeño gran curso está abriendo en mi cabeza. Para empezar, diré que es uno de esos lugares en los que se aboga por pensar que toda práctica es “normal” siempre que no interfiera para mal en la vida de quien la lleva a cabo ni de quienes le rodean. Es uno de esos cursos que despatologizan absolutamente todo lo patologizable, porque para sacarse enfermedades de la chistera, ya tenemos al DSM IV y a la quinta versión que está a puntito de salir del horno, si no ha salido ya. ¿Qué es el DSM IV? Preguntas clavando tu pupila en mi…¿escote? El DSM IV es ese libro de petete de las enfermedades mentales. Este amplio cajón de sastre-desastre mete en el mismo saco a personas con TDAH (no pueda atender más de X minutos seguido en el aula), a personas con plusafalía (se excitan con peluches y tienen relaciones sexuales con ellos), personas con zoofilia (se excitan con animales y tienen relaciones sexuales con ellos) o a gente con disforia de género (gente trans a quien al nacer le ha sido asignado/impuesto un género con el que no se identifica). ¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino? En fin. Además, curioso es, por soltar un adjetivo políticamente correcto, el hecho de que a la hora de describir las tendencias sexuales, y de clasificarlas como patologías, lo único que se contempla en dicho libro, es que si X práctica es llevada a cabo durante más de 6 meses, estás locadelcoñototal y te ponen la camisa de fuerza en menos de lo que canta una gallina, peeeeero si tienes actitudes presuntamente rarunas menos de seis meses, (o sea, cinco meses y veinte días, por poner un ejemplo) no hay absolutamente ningún problema y puedes incluso manejar maquinaria pesada de cualquier tipo, siempre y cuando vayas por el arcén y tengas carné. Bueno, chorradas aparte, la cosa es que en este curso estoy desaprendiendo tanto, que ya no tengo respuestas para nada. Los deberes de esta semana son: ¿Qué apellido se les pone a las personas huérfanas? ¿De haberla, qué diferencia hay entre vulva y vagina? ¿ Qué es un amor platónico? ¿Es ilegal enseñar las tetas en público? ¿Por qué se utiliza a Diógenes para referirse al friki que guarda de todo en casa, si el pobre hombre en realidad sólo quería vivir en un bidón y cuando el rey se le acercó a preguntar si necesitaba algo, éste le bufó que se quitara del medio, porque le tapaba el sol? ¿Es esto serio? Ay, yo no sé. El caso es que empezamos el curso con definiciones aparentemente sencillas. Se nos facilitaba un término y teníamos que decir lo que era. ¿Qué es un matrimonio? Una empieza a intentar definir y teniendo en cuenta toda la casuística existente en el planeta tierra, tomando en cuenta costumbres ancestrales y pedradas puntuales, al final “matrimonio” acaba siendo una broma. ¿Cómo? Muy fácil. Empiezas con el “Unión legal o religiosa entre dos personas”, porque eres una moderna total y sabes que reducir todo a lo hetero es anticuado. Aunque el matrimonio siempre te la haya traído al pairo, quieres reivindicar que si quieres casarte con una mujer, lo harás por encima del cadáver de quien se ponga delante. Y punto en boca. Después, como también eres súper abierta de mente lo cambias a “Unión legal o religiosa entre personas” porque quitando el “dos”, decides que no cierras las puertas a amoríos no clásicos, o incluso la poligamia de países que te llaman más o menos la atención. ¿Por qué no casarte con un mormón, si te da por ahí? Te paras a pensar y a replantearte lo irreplanteable cuando tu profesora, cuyo único objetivo en la vida es crearte dudas, dice: “¿Existen matrimonios que no sean entre personas?” Buscando aquí y allí empiezas a descubrir que como eres respetuosa con otras culturas y formas de funcionar, tienes que dejar tu coqueta definición en un simple “Unión legal o religiosa”, porque resulta que hay lugares donde existen matrimonios con perros y hasta con árboles. Vale. Pues el matrimonio es una unión legal o religiosa. Y a correr. Muy cutre y simple todo. Ahora: ¿qué es erotismo? Esto… ¿Qué es sexualidad? Mmmmm… ¿Qué es perversión? Holamira… ¿Qué son relaciones sexuales? Me alegra que me hagas esa pregunta. No tengo ni la más remota idea de lo que es nada. Mi hoja de definiciones está llena de borrones, garabatos, símbolos interrogativos y subrayados con asteriscos. De repente, yo que gozaba de lo que pensaba que eran sólidos conocimientos sexuales –al menos en lo conceptual- me quedo muda. “¿La masturbación en el matrimonio es justificable?”, pregunta la profesora con una sonrisa de oreja a oreja. Entre cortocircuitos respondemos al unísono que sí. Porque somos gente joven y estamos en ese curso para decir lo que se nos enseña que hay que decir. “¿Entonces si tu pareja se masturba en la cama mientras tú duermes, no hay ningún problema?”- añade la profesora con una sonrisa aún mayor-. Empiezan los cortocircuitos. Hay síes, hay noes, hay desconcierto general. “¿Y si empieza a masturbarse mientras lees un libro y no quiere que participes?” Ahí ya nos rajamos casi todxs. Yo digo que depende de los acuerdos que tengas con tu pareja. Que quizás haya parejas en las que echarse pedos en público esté bien visto, por ser señal de confianza, y otras en la que sea motivo de separación. Pero por alguna razón, justo después de decir esta frase, yo soy de las que se divorciarían por un pedo, y voy y me cambio al “no, aunque sé que debo decir que sí”. Hay una chica de mi clase a la que admiro. Se mantiene firme en el sí, pero aunque lo defiende con uñas y dientes, deja entrever que le asaltan las dudas después de cada frase que suelta. La profesora se ríe y no nos deja regocijarnos en la incertidumbre total en la que nos encontramos. Por si teníamos poco lío en la cabeza, suelta un inocente: “¿Puede ser bueno estar desnudx ante lxs hijxs?” Una vez más, pobres pringadxs, soltamos un “sí” cantado, como si fuéramos los chicos del coro. Y pensamos algo así como: “En esta no nos pillan”. Tooooooooooodo el mundo sabe que mostrar el cuerpo a niñxs, hace de éstxs personas adultas seguras y felices. ¿O no? La profesora no nos da tregua. “¿Y si se muestra el cuerpo desde el complejo, o sin naturalidad ni seguridad, cuál es el efecto?”. Ya bueno, sí, mira, es que no sé… “¿Y si es bueno mostrarse desnudx delante de tus hijxs, puede ser bueno permitir a tu hijx meterte un dedo por el culo, si así lo desea?” ¡¡¡¡¿Hola?!!!! Escándalo generalizado en el aula. Empiezan las risas tontas, las manos en la cabeza y los ojos de susto. Pero claro: ¿si estar desnuda es natural, por qué meterte un dedo en el culo, no? ¿Qué les pasa a los culos? ¿Qué tienen los dedos? ¿El dedo en el ombligo sí, o tocarte el tobillo también, sin problema…pero el culo imposible? ¡Oh dios! No sabemos qué hacer. La clase parece un gallinero. Estamos alteradxs y soltamos justificaciones una detrás de otra. Algunas nos sonrojamos. Hay quien suelta grititos. Empiezan los “No, no, no, eso ya sí que no”. Se escucha algún “es que habrá quien piense que todo vale, pero para mí no es así, todo NO vale”. Yo no sé muy bien qué decir y tengo una leve sonrisa congelada. Me imagino la estampa hogareña y sólo puedo flipar. Desconecto. Decido que nunca seré madre. Lo sabía de antes, pero ahora lo corroboro. Para ser madre hay que tener las cosas claras. Espero. O quizás no. Da igual. Tampoco voy a ser monitora de educación sexual ni orientadora familiar. Aunque me den el título después de las 130 horas. Constará en mi currículum. Pero no pienso ejercer. También llevo estos últimos meses replanteándome lo de ser profesora. Es mentalmente agotador y una responsabilidad demasiado grande que, por enfado con el sistema, estoy empezando a tomarme a la ligera. Yo, de trabajar algún día, lo que quiero es ser bibliotecaria. Conserje de algún sitio tranquilo. Portera de algún edificio. O como dice mi amiga Esti: “¡con lo feliz que sería yo trabajando en una mercería!”. Menos mal que da la hora, salgo de clase de sexo, me pongo el mp3 y empieza la fiesta. “Yo soy tu gatitaaaa, tu gatitaaaaa, así que explota como dinamitaaaaa”. No hay nada como caminar por la calle vestida de pija, con un archivador que te hace parecer seria y estudiosa, escuchando reguetón en tu mp3, y perreando en los semáforos con leves movimientos de cadera. Nos tomamos la vida demasiado en serio. Yo ya paso. Y llevo así más de seis meses, así que es una patología. Que se deje meter el dedo por el culo quien quiera. Y quien no quiera dejarse, que no lo haga. Vale ya de dogmas, joder. Yo reniego del patriarcado y, le pese a quién le pese, me encanta el reguetón. Seguro que el DSM IV tiene algún diagnóstico serio y preocupante para mí.

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