Sencillamente, no quería ser madre

Sencillamente, no quería ser madre

¿Fue por dinero? No. ¿Porque quería seguir estudiando? No. ¿Porque no quería dejar de trabajar de camarera? No. Sencillamente fue porque NO QUERÍA.

Llevo con mi pareja aproximadamente unos 5 años y fue al comienzo de nuestra relación cuando me quedé embarazada. Entonces yo tenía 22 años, me costeaba mis estudios de Trabajo Social trabajando de camarera y acababa de planear un viaje a México con una de mis mejores amigas, con la que compartía piso.

Por aquel entonces este chico no era mi pareja, simplemente follábamos de vez en cuando, cuando nos apetecía. Yo no utilizaba (ni utilizo) ningún método anticonceptivo hormonal; es decir, ni pastillas, ni parches, ni anillo,…aunque si que los he probado en relaciones anteriores, sencillamente descubrí que no me gusta hormonar mi cuerpo, me hace sentir rara, como si no fuera yo misma.

Desde que nos conocimos en todos nuestros encuentros utilizábamos condones; de sabores, estriados, finísimos,…los que nos venían a mano. No os voy a intentar engañar diciéndoos que nunca me la metió sin condón, os mentiría, y mi objetivo hoy es sincerarme. No se exactamente que es lo que pasó, si es que en una de estas “antes de llover chispea” o que directamente alguno estaba defectuoso, se produjo “el milagro de la vida” ;) y me quedé embarazada. Tras una semana de retraso (soy como un reloj), me compré un predictor y ¡¡¡voilà!!! Mis sospechas se hacían realidad. Os hablo del año 2009, en Zaragoza.

La primera en enterarse fue mi amiga, con la que vivía, ya que estaba presente en el momento de mi primer pis mañanero y fue la testigo del resultado positivo del test. Después de esto y tras recuperarme del shock que me supuso, hice dos llamadas. La primera fue al dueño del espermatozoide que me había fecundado. Le llamé para darle la noticia y comunicarle mi decisión, que iba a abortar y que tras colgar con él iba a llamar a la clínica para pedir cita lo antes posible. Su apoyo fue absoluto, tanto emocional como económicamente.

La segunda llamada fue a la clínica, donde me dieron vez 4 días después.

Se lo conté exactamente a 6 amigas y a mi hermana. A nadie más. Ni a mi madre, ni a mi padre, ni al cura de la parroquia de mi barrio, ni al alcalde de mi ciudad. Era algo íntimo, algo que tenía claro, NO quería ser madre.

¿Fue por dinero? No. ¿Porque quería seguir estudiando? No. ¿Porque no quería dejar de trabajar de camarera? No. Sencillamente fue porque NO QUERÍA SER MADRE. Si hubiera querido hubiera luchado con lo que se me hubiera puesto por delante para serlo, pero NO QUERÍA.

En mi primera cita con la clínica vieron que el feto era tan pequeño que iban a necesitar ponerme anestesia general para que pudiera aguantar la operación, casi no lo encuentran en la ecografía, pero allí estaba. Eso iba a suponer 100EUR más, que sumados a los 100EUR más que me costaba una vacuna por mi grupo sanguíneo, más lo que costaba la operación, se ponía en 600EUR. Tuve suerte de contar con una “pareja” (que en ese momento no era ni siquiera eso) y con unas amigas que me ayudaron a pagarlo,(suerte porque no todas las mujeres se lo podían permitir ni se lo podrán permitir si aprueban la reforma de ley). Mi cabecita loca y yo nos acababamos de gastar mis ahorros en pagar el viaje que íbamos a realizar a México. (Sí, después de eso me fui a México, porque es mi vida y mi dinero y hago lo que me da la gana con ello).

Me realizaron la operación a las dos semanas de mi primera cita, tenían que esperar un poco dado el pequeño tamaño del feto. No os voy a ocultar mis nervios, era la primera vez que entraba a una sala de operaciones, ni siquiera me habían puesto puntos jamás en mi vida. A lo que me quise dar cuenta estaba profundamente dormida, desperté, entraron a decirme que todo había ido bien, y me vinieron a recoger mi amiga y mi pareja.

Falté al trabajo únicamente al día siguiente, estaba dolorida y necesitaba un poco de reposo. No faltó el apoyo y el cariño de quienes tenía a mi alrededor, era lo único que necesitaba. No me sentía mal, no me sentí juzgada, no viví ningún trauma y jamás me he arrepentido de ello. Es más, si a día de hoy, con mi relación más “formalizada”, un trabajo más “estable” y unos años más mayor, creo que volvería a hacerlo. ¿Qué por qué? Por lo mismo que lo hice en su día…NO QUIERO SER MADRE. No sé si algún día querré serlo, puede que sí, pero también puede que no. Es una decisión mía y no la tengo que justificar ante nada ni ante nadie.

Tal vez sigo sin contar mi historia a más gente precisamente por esto, porque no quiero justificarme. Puede que económicamente no fuera mi mejor momento, puede que estuviera currando y estudiando, puede que no se den las ayudas suficientes…pero no fui madre porque no quise, por nada más.

Creo que la voluntad de las mujeres tiene que estar por encima de cualquier “supuesto”.

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