Un despertar sexual preciosista
'La Vida de Adèle' plantea una relectura corpórea de la novela gráfica de Julie Maroh.
La libre adaptación de la novela gráfica ‘Azul es un color cálido’ de Julie Maroh sacude mentes desde su planteamiento radicalmente físico y plástico. Más allá de la absurda polémica de cuánto, cómo y por qué unas escenas de sexo lésbico explícitas -como si el cine, en general, y el español en particular, no pecasen de minutos de largometraje recreándose en el placer carnal- hay una historia sobre un despertar sexual que llega a conmocionar sin emocionar.
Las tres horas de película salpican fluidos corporales, restos de salsa boloñesa en la cara y moqueo desde un juego de primeros y primerísimos primeros planos. Mientras que la gama cromática del azul hila visualmente la novela gráfica de Maroh, en la adaptación de Kechiche la carne y el sexo son los conductores de una narración pausada del despertar sexual de una adolescente. Impacta desde lo esencial de la imagen dejando en un segundo plano la implicación sentimental.
No habría que quedarse tanto con la intensa historia amorosa, que a fin de cuentas, presenta una visión del mitificado amor romántico; deberíamos quedarnos con la revolucionaria afirmación de la identidad sexual en la adolescencia
El título resulta muy intencionado: no habría que quedarse tanto con la intensa historia amorosa, que a fin de cuentas, presenta una visión del mitificado amor romántico, algo criticable también al cómic -más incluso que a su adaptación cinematográfica-. Deberíamos quedarnos con la revolucionaria afirmación de la identidad sexual en la adolescencia. Inevitable la confrontación de nuevo: en la novela gráfica conocemos la calidez desgarradora del azul y en la obra cinematográfica minutos de encuentros explícitos y poco edulcorados… Y no resultaría exagerado afirmar que, tratándose de una relación lésbica, es algo inédito en la historia del séptimo arte. Las críticas sobre posturas sexuales más o menos forzadas deben contextualizarse en el género de la película. No es un documental, se trata de una manera distinta de narrar la pasión y su entendimiento radica en el bagaje personal. Precisamente, de los cinco planos que tienen una atmósfera realmente evocadora, impacta el final del primer encuentro sexual por su carga de sensualidad. El enfado de la autora de la novela es comprensible si se analiza el planteamiento: en el cómic, el sexo -explícito a su vez- se hace de rogar y destila sentimentalismo, en la obra de Kechiche hay prácticamente un frame del primer beso al contacto genital.
La falta de sentimentalismo en pos de lo corpóreo reconduce a la emoción que esperaba encontrar y en la libertad del director para reescribir la novela gráfica. Las dos amantes no tienen mucho en común, bastante menos que en el cómic, y Kechiche quiere que constatemos que la complicidad de la pareja nace de los cuerpos. La importancia de la imagen, de la carne y de los fluidos sobre la palabra devuelven a la película a la fuente de la que bebe, porque es la esencia de todo cómic. Y resulta indudablemente lícito, Emma es pintora. Metafórica y literalmente, el lienzo de Adèle siempre estará en la galería de Emma. Hay una desgarradora ruptura de la protagonista adolescente y adulta al igual que la hay entre la película y el cómic original. Son necesarias las tres horas de planos introspectivos para darse cuenta de que la evolución de Adèle es lo que veníamos a ver, y aunque realice una elipsis desde los 15 a los 18, recrearse en lo visual lleva a esa conmoción de la búsqueda, el encuentro y la pérdida de una misma. Llevar los pasos por una calle que no conocemos. Así es la vida. La de Adèle y la nuestra.
Título: La Vida de Adèle – capítulos 1&2.
Fecha de estreno: 25 de octubre de 2013.
Guión: Abdel Kechiche, Ghalya Lacroix. Basada en la novela gráfica de Julie Maroh.
Dirección: Abdel Kechiche.
Producción: Wild Bunch / Quat’sous Films / France 2 Cinema / Scope Pictures / Vértigo Films / RTBF / Canal + / CNC.
Duración: 180 minutos.
Género: Drama.