Feminazi

Feminazi

Resulta que ahora las personas (no solo mujeres) que defendemos la igualdad entre hombres y mujeres a capa y espada somos unas nazis, sobre todo si nos metemos con el pobre Pérez Reverte.

07/11/2013

Marina Landa González

Hay mucha gente que no sabe lo que es el feminismo; ni siquiera yo misma me atrevo a dar una definición exacta del término, ya que cada cual lo entiende (y lo vive) de una manera.[1] Sin embargo, hay un concepto que ahora está de moda, que se está usando cada dos por tres sin llegar a comprender lo que se está diciendo, por qué motivo y con qué fin. Ese término no es otro que ‘feminazi’. Resulta que ahora las personas (no solo mujeres) que defendemos la igualdad entre hombres y mujeres a capa y espada somos unas nazis.

He discutido (de manera agridulce) con varias personas por culpa de (o gracias a, depende de dónde se mire) un texto del señor Pérez Reverte. En él habla de unas mujeres, probablemente imaginarias, a las que llama focas y cuyas lorzas critica. Casi un año más tarde, escribe un texto con idéntico título e idéntico tema, cambiando ‘mujeres’ por ‘hombres’. Y el tío se queda tan ancho. Un hombre respetado, referente en la literatura española y en el periodismo, tiene el derecho de reírse de cualquiera (indiferentemente del género al que pertenezca), porque el tío tiene gracia y porque debemos ver que su único fin es meter cizaña y burlarse de los lectores.

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Y frente a esta situación aparecen todas (y todos) las feminazis a atacar al pobre Reverte, que no ha escrito un texto machista y que no ha faltado al respeto a nadie. A fin de cuentas, su única intención era entretener y hacer ver cómo han cambiado los tiempos: que ya no somos los de antes y que hemos perdido todo ápice de elegancia. Lo admito, Reverte escribe bien, tiene ingenio, pero eso no significa que no sea, con perdón, un capullo.

La mujer lleva siglos luchando por tener los mismos derechos que los hombres, por poder elegir, por su libertad, por ser respetada y tratada de la misma manera en todos los ámbitos de la vida. Y esto no vale para nada cuando hay personas (consideradas ejemplares e influyentes) que se atreven a llamar foca a una mujer. Puede ser más o menos gracioso, pero sobre todo es ofensivo e intolerable. Da igual quién sea esa mujer, da igual que realmente no exista, porque podría ser cualquiera. Esa mujer podría ser cualquiera de nosotras que, tratando de sentirse querida y cómoda consigo misma, lo único que recibe son críticas negativas, burlas e insultos.

Ningún hombre tiene derecho a decir cómo debemos vestirnos, que debemos depilarnos, que parecemos unas focas, que últimamente no nos arreglamos y que no estamos guapas, que no nos comportamos como es debido, que no somos elegantes, que somos ordinarias. Ningún hombre debería juzgar nuestra manera de ser mujer, pues cada cual tiene la suya. Si no somos señoras puede que sea porque no queremos serlo. Sobre todo, ningún hombre debería juzgar a una mujer si no la ve como a una igual. Y si por decir todo esto soy una feminazi, podéis ponerme ya la etiqueta, que la llevaré con orgullo.

 


[1] Para el que quiera, podéis buscar su definición en la RAE.

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