Misoginia por WhatsApp

Misoginia por WhatsApp

Los ataques a la intimidad de las jóvenes a través de las redes sociales responden a una lógica sexista que aún está muy presente entre los adolescentes: aquella mujer que decide sobre su cuerpo es una guarra.

El fotógrafo de una discoteca de moda de Bizkaia se agacha para buscar un contrapicado de dos chicas bailando en un pódium. Dispara el flash de su cámara y sigue paseando entre los cientos de jóvenes que, como cada fin de semana, abarrotan la sala The Image, en Berango. Al acabar su jornada laboral, cuelga las fotos en la página web de la discoteca. En una de ellas, una de las chicas que bailaba en el pódium parece no llevar ropa interior. Es menor de edad. El escándalo está servido.

Los responsables del local aseguraron, al diario El Correo, que las imágenes fueron retiradas de inmediato y el fotógrafo despedido por no comprobar el material que colgaba en internet. La empresa ha declarado también que su sistema de seguridad no es infalible, por lo que no pudieron detectar que era menor de edad. Antes de que fuesen conscientes de las fotografías que tenían en la web, ya circulaban entre las y los jóvenes vizcaínos a través del WhatsApp. Esto sucedió la última semana de noviembre. Apenas cinco días después, usuarios de las redes sociales y medios de comunicación vascos hablaban de una situación parecida: alguien había accedido a los teléfonos privados del alumnado a través del wifi de la Universidad de Deusto. Infinidad de fotografías de mujeres jóvenes circulaban por la red sin control y se creía que eran alumnas del centro. Aún hoy no se sabe cuánto de cierto hay en ello.

Las redes sociales se han convertido en altavoz de ambos hechos y la mayoría de los comentarios criminalizan la sexualidad de las afectadas. “Son todas unas putas, menos tu hermana y tu madre”, decía un WhatsApp, idéntico a la frase de Torrente, el personaje de ficción creado por Santiago Segura. El comentario iba acompañado de la foto de la joven que bailaba sobre el pódium. Miguel Vagalume, activista prosexualidad no convencional dentro del sex positive movement asegura que este tipo de prácticas se enmarcan dentro de “la visión de la mujer como commodity. Se ve como material para distribuir y consumir”.

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Las bragas de la polémica

La ropa interior de una mujer, o su falta, siempre está de actualidad. Los medios de comunicación publican regularmente “despistes” de famosas: Miley Cyrus, Marta Chávarri, Pamela Anderson y Britney Spears han sido víctimas de las lentes indiscretas de los fotógrafos, pero sobre todo de la facilidad con la que se juzga la moralidad de una mujer que decide no llevar ropa interior o que se fotografía desnuda. Las mujeres desconocidas tampoco están libres de esta indiscreción y el escándalo que han provocado las fotos de estas vizcaínas son la evidencia. Ianire Estébanez, psicóloga experta en violencia de género entre adolescentes, habla de ciberhumillación: “No sólo se están compartiendo fotos. Detrás de esas imágenes hay jóvenes de las que se está hablando, de quienes se están compartiendo opiniones y a quienes se está humillando”.

“Las mujeres son vistas como material para consumir y distribuir”, asegura Miguel Vagalume. Ianire Estébanez habla de ciberhumillación

La Constitución española limita el derecho a la libertad de expresión, de información y de cátedra si están en peligro los derechos al honor, la intimidad o la propia imagen y matiza la importancia de proteger a la juventud y a la infancia. La difusión de este tipo de imágenes por la red complica la situación porque internet aún parece incontrolable. Los responsables de la discoteca retiraron las imágenes de la red, pero estas ya habían sido descargadas por muchos adolescentes que estaban difundiéndolas entre sus contactos. “Es importante visibilizar estas situaciones, cada vez más frecuentes, para que cambien las medidas actuales. Nuestras vidas son más virtuales, pero tenemos que encontrar fórmulas para protegernos en este medio”, reclama Estébanez. Vagalume cree necesario que la pena impuesta a la primera persona que difunda imágenes de este tipo debe ser muy cuantiosa para evitar la viralidad de estas situaciones. “Además, facilitan el acoso al convertir a las personas afectadas en una pieza valiosa por sus practicas sexuales o por su cuerpo. Las consecuencias son, potencialmente, muy graves. Aunque, en algún caso, se quede en nada, como sucedió con Olvido Hormigos

Nuevos medios, la misma violencia

Los ataques a la intimidad de las jóvenes responden a una lógica sexista que aún está muy presente entre los adolescentes: aquella mujer que decide sobre su cuerpo es una guarra. Ianire Estébanez trabaja a menudo con ellas: “Las chicas jóvenes viven una mezcla de mensajes desquiciantes. Por un lado, tienes que ser una guarra en la cama para que él no te deje y hacer todo lo que él quiera. Y recalco el él. Pero, por otro lado, si te pasas de guarra, serás categorizada negativamente. Ese pasarse de guarra a veces tiene que ver con el número de parejas que se tienen o simplemente puede ser que un día la relación se rompa y se utilicen las prácticas sexuales que se mantuvieron para dejar en evidencia. Seguimos en esa dicotomía de mujer buena/mujer guarra y en esa generalización de que todas son unas guarras… menos mi madre. Se trata de misoginia escrita en virtual, pero no deja de ser misoginia”.

Las soluciones no resultan fáciles. Miguel Vagalume asegura que suele repetir el mismo consejo: “Si se te ve el culo que no se te vea la cara y si se te ve la cara que no se te vea el culo. Es terrible dejar de grabarse vídeos por si alguna vez alguien los hace circular, pero la posibilidad siempre existe”. Las asociaciones de internautas piden prudencia a la hora de colgar cualquier tipo de material en la red. Puede ser que más adelante desees retirar cierta información sobre tu vida privada, pero no siempre es posible. Estébanez va más allá: “Es fundamental educar a la juventud en valores que no sólo tengan que ver con su aspecto físico. Controlar lo que otras personas pueden subir de nosotras es mucho más difícil, pero podemos estar atentas para denunciar las fotografías que vulneran nuestra intimidad. Tenemos que proteger nuestras relaciones y movernos en un entorno que nos respete. Tenemos derecho a nuestra intimidad, a establecer límites, a controlar nuestra vida por nosotras mismas, sin que nadie nos controle”.

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