Casa de indias, putas y lesbianas
Isabel Seguí
Tenía previsto pasar el mes de octubre en La Paz, la fascinante y freaky capital de Bolivia, a 3.600 de altitud, con todo un país detrás ocupado institucionalmente en festejar el fin del mundo capitalista el 21 de diciembre. Me recomendaron alojarme en un lugar céntrico, seguro, económico y con wifi: “La Virgen […]
Isabel Seguí
Tenía previsto pasar el mes de octubre en La Paz, la fascinante y freaky capital de Bolivia, a 3.600 de altitud, con todo un país detrás ocupado institucionalmente en festejar el fin del mundo capitalista el 21 de diciembre. Me recomendaron alojarme en un lugar céntrico, seguro, económico y con wifi: “La Virgen de los Deseos”, la casa que el colectivo feminista autónomo, Mujeres Creando (MC), tiene en la ciudad. Me gustó la idea porque aunque el propósito de mi viaje era otro, la estancia con MC me seducía íntimamente.
Antes de viajar y como mi conocimiento de este colectivo de mujeres era superficial y un poco anticuado, fui leyendo algunos de sus textos, especialmente los firmados por María Galindo, descubriendo, entre la alegría sorprendida y la admiración, un pensamiento feminista del sur (directo, práctico, fresco, agresivo, poético), que me tocaba como ninguna otra propuesta de práctica feminista me había tocado en mucho tiempo, porque ponía palabras a modos de vivir la vida que yo realizaba ya cotidianamente o deseaba ver realizados en la práctica.
Lo que más me agradaba: la deliberada heterogeneidad del movimiento y su política de alianzas insólitas. La propuesta de la Virgen de los Deseos, como espacio de práctica política cotidiana, es que mujeres lesbianas, heteros, trabajadoras del hogar y antropólogas, indias, cholas y jailonas, casadas, solteras, madres y las que no quieren ser madres, viejas y jovencitas, todas juntas y revueltas, pasen sus días y creen sus vidas. Sin compartimentar la lucha en microdivisiones especializadas, que es la tendencia occidental y procurando también un gran respeto por la otra que hay dentro de una misma, que yo entiendo como voluntad de integrar la sombra inconsciente sin negarla, por ponerlo en palabras de MC: “Nuestra identidad ideológica se fue construyendo de forma ecléctica, no dogmática y de una manera honesta. Cuidando de no anular las dudas y contradicciones que aportábamos cada una de nosotras. A diferencia del estilo patriarcal, MC no resolvió las contradicciones de sus vertientes enfrascándose en una pelea por la verdad, porque eso nunca sedujo al grupo; esas discordancias se asumieron mas bien como una veta que enriquecía al movimiento”.
Su casa, cómo su lucha, tiene otra vertiente que me atrajo inmediatamente: la búsqueda de la belleza, la voluntad deliberada de crear un ambiente bello y confortable para habitar. Nuestro cuerpo personal/político se merece la belleza y el placer y nuestra obligación con nosotras mismas es procurárnoslo siempre que sea posible ¿o qué?. La Virgen, es una casa burguesa de principios del S.XX, de techos altos y molduras pintadas, con chimenea, amplias estancias y una cocina bien equipada. La decoración es muy interesante con fotografías de gran formato rescatadas del expoliado archivo del fotógrafo paceño Julio Cordero y rimando con las fotos, las famosas graffiteadas de Mujeres Creando en las paredes.
La casa funciona como centro social autogestionario, donde se realizan reuniones, talleres (una de las cosas más chulas que he hecho en este mes ha sido un curso de electricidad), restaurante, bar, hospedaje para viajeras, guardería infantil, librería y radio. La radio es un foco de actividad constante, las personas que conducen los programas son también una clara muestra de la práctica de las alianzas insólitas, así como la variedad de su programación. En cuanto al restaurante, la comida es barata y deliciosa, reinterpretan platos tradicionales con un toque de humor y análisis feminista y durante los almuerzos se llena de personas variopintas, hombres y mujeres, que están de paso o trabajan en el centro de la ciudad. Poder compartir mesa con ellxs ha sido para mi una forma directa de conocer de primera mano las voces siempre críticas y muy politizadas de la sociedad boliviana. La casa también ofrece asistencia médica y jurídica, es habitual que incluso la policía derive a víctimas de violencia de género a Mujeres Creando, pues saben que la atención ofrecida por este colectivo es de mayor calidad que la de las instituciones públicas. Es una de las típicas contradicciones del estado boliviano actual.
Bolivia está de moda, pero penetrar la corteza folk o la simpleza izquierdista y adentrarse en un país ajeno tan complejo como este, es difícil para una europea del sur. Hay infinidad de matices culturales, históricos y políticos que se escapan a la comprensión de la viajera, de la investigadora. La posibilidad de una estancia en esta ciudad compartiendo el espacio y la mirada de charleta con María Galindo, Idoia Romano, Julieta Ojeda y las demás mujeres del colectivo es un privilegio. También es un buen ejemplo, en estos momentos de miedo y desconcierto que sufrimos en el estado español, ver la construcción diaria de un proyecto económico feminista cooperativista, con mucho de utopía en ejecución y que da gusto poder apoyar.
Insertarte en la poliédrica realidad boliviana y global, desde el trajín de la Virgen de los Deseos: una casa abierta a indias, putas, lesbianas y cualquiera que busque honestamente los beneficios de la despatriarcalización, es totalmente recomendable para quien quiera hacer un viaje intenso, un viaje que merezca ser llamado así.
Más información:
http://www.mujerescreando.org/pag/virgen/virgenmenu.htm