Poliamor

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Este mes, en Afinando el órgano, Mónica Quesada Juan aporta claves para vivir relaciones poliamorosas

Poliamor

Ilustración de Sonia R. Arjonilla

A raíz del anterior artículo, en el que hablábamos de las parejas abiertas en las que los encuentros sexuales estaban permitidos fuera de la pareja, surgió el debate de qué pasa si no sólo son encuentros sexuales, sino que se aboga por relaciones paralelas que impliquen también un proyecto en común, dando así paso al poliamor.

Una de las ventajas del poliamor es que ambos sexos participan por igual y con los mismos derechos, y esa es una condición indispensable

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Pero… ¿qué es eso del poliamor? No es ni más ni menos que vivir relaciones sentimentales con numerosas parejas, incluyendo o no las relaciones sexuales, y en la que todas las partes implicadas son conscientes de la situación.

Como ya comentábamos, parecen inviables este tipo de uniones puesto que la monogamia va unida culturalmente al concepto de pareja. Pero, como vimos, la exclusividad sexual es un comportamiento aprendido, no natural. El ser humano tiene la capacidad de amar a muchas personas a la vez y, no por ello, amar menos. La cantidad y la calidad, en el caso del amor, no son inversamente proporcionales: es más, cuanto más se ama, mayor calidad, puesto que la libertad de hacerlo expande el sentimiento. Como dijo Antoine de Saint-Exupery: “El amor es lo único que crece cuando se reparte”.

Otra de las ventajas del poliamor es la eliminación de las desigualdades de género: ambos sexos participan por igual y con los mismos derechos. No pasa así en las sociedades donde está establecida la poliginia (un hombre casado con varias mujeres) o la poliandria (una mujer casada con varios hombres), donde no existen los mismos derechos y se establece una relación de persona dominante/dominada entre sexos. Es más, ambos sistemas no aparecen juntos en una misma sociedad, puesto que son excluyentes. En el poliamor, la igualdad de derechos entre sexos es una condición indispensable.

Dentro del poliamor podemos encontrar también diversos tipos de unión. Desde aquella en la que se establece una jerarquía en la que existe una pareja principal y otras parejas secundarias, terciarias, etc. hasta parejas igualitarias donde todas las personas integrantes tienen la misma importancia.

Es imprescindible respetar a la otra persona como ser individual que tiene sus deseos y fantasías. Cada quien es responsable de sus emociones y sentimientos, sin culpar a la otra parte de generarlos

¿Y cómo hacer todo esto sin perder la cabeza? Para poder disfrutar del poliamor existen unos pilares básicos: el respeto, la no posesividad y la comunicación.

Cuando hablamos de respeto no hablamos sólo del respeto hacia la otra persona, sino también del respeto a ti. En las parejas donde se acotan las libertades de la otra persona, el respeto pierde importancia. En el poliamor, el respeto a la otra persona como ser individual que tiene sus deseos y fantasías forma parte imprescindible de la relación. Esto implica que cada quien se hace responsable de sus emociones y sentimientos, sin culpar a la otra parte de ser generadora de los mismos. Así pues, se propicia el crecimiento y desarrollo personal como llave para la felicidad.

Por supuesto, unido a lo anterior, encontramos una comunicación fluida. En las relaciones poliamorosas se negocia todo abiertamente, no ocultando información pensando si a la otra persona le puede molestar, puesto que se parte de la base de que cada cual es responsable de sí. Estas relaciones se construyen desde sus cimientos, dando la libertad a los participantes de crear realmente la relación ideal para cada cual.

Es posible que surjan los celos, pero mientras que en las relaciones tradicionales esto pueda verse como una crisis, en el poliamor es una oportunidad para el crecimiento personal, porque se ahonda en sus motivos

Y, cómo no, una característica imprescindible es la no posesividad. Tener claro que la otra persona no me pertenece. No pasa a ser una pertenencia tuya por mantener una relación contigo, sino que es una persona libre que ha elegido caminar contigo en esta parte del camino. Es posible que, en ocasiones, si consideramos (y hemos aprendido) que la otra persona es mía, surjan los celos. Mientras en las relaciones tradicionales esto pueda verse como una crisis, en el poliamor es una oportunidad de crecimiento personal, puesto que los celos hablan más de la persona que los tiene. Así, en el caso de hacer acto de presencia, se ahonda en los motivos de su aparición: miedo al abandono, a que la otra persona sea mejor, a que me estén quitando algo que considero mío, etc. Una vez trabajados, y viéndolos como una oportunidad, la autoestima es muy probable que salga reforzada, facilitando así una vivencia más auténtica y con menos limitaciones de una misma y de uno mismo.

Así pues, para poder vivir una relación poliamorosa, tan sólo hay que darse la libertad de hacerlo sabiendo que en el camino acabarás siendo más libre por el crecimiento personal que supone. Es darse la libertad de salir de nuestra zona de comodidad…

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