La maternidad de Sáenz de Santamaría

La maternidad de Sáenz de Santamaría

"Los derechos suelen conquistarse para proteger a los que más fácilmente se ven privados de ellos; porque una privilegiada no lo ejerza no quiere decir necesariamente que el derecho se vea menoscabado. Los derechos no pueden convertirse siempre, en todo caso y para todos en obligaciones. Pero cuidado, porque sabemos que en muchas ocasiones si los derechos no tienen su capacidad para obligar a los empresarios, entonces se terminan convirtiendo en derechos vacíos".

02/12/2011
Premamá

Jonay Hdez. Flickr

Ha levantado cierta polémica el hecho de que Soraya Sáenz de Santamaría no se haya cogido el permiso de maternidad y que diez días después de parir ya estuviera al pie del cañón. Se la ha criticado desde sectores conservadores, como el periódico 5 Días: “Soraya no es el ejemplo a seguir por la mujer española”, como desde sectores progresistas al decir que si los derechos no se ejercen, se retrocede.  No estoy de acuerdo con ninguna de las dos afirmaciones. No existe “la mujer española” como ente, sino millones de mujeres con distintas situaciones sociales, económicas, personales y, también importante, diferentes maneras de vivir la maternidad.

Los derechos no pueden convertirse siempre, en todo caso y para todos en obligaciones. Pero cuidado, porque sabemos que si los derechos no tienen su capacidad para obligar a los empresarios, entonces se terminan convirtiendo en derechos vacíos

En cuanto a la segunda afirmación, lo cierto es que en el caso de los derechos de las mujeres, que tan difíciles resultan de conquistar, es cierto que las cosas no son tan fáciles y que muchas veces nos vemos inmersas en eso que se llama “doble vínculo”, en el que se elija lo que se elija es malo. En el caso de Sáenz de Santamaría, yo hubiera hecho lo mismo que ella, aunque defendería a muerte a quien hubiera decidido cogerse el permiso de maternidad entero.

En todo caso, en ninguna de las dos situaciones se tienen en cuenta que ese niño tiene un padre que puede, a lo mejor, y en este caso es probable que así sea, quedarse con el bebé con más facilidad y menos renuncia que la madre. El niño, los niños son responsabilidad de ambos progenitores por igual. Conciliar no quiere decir que concilie ell

En segundo lugar, y con matices, los derechos suelen conquistarse para proteger a los que más fácilmente se ven privados de ellos; porque una privilegiada no lo ejerza no quiere decir necesariamente que el derecho se vea menoscabado. Los derechos no pueden convertirse siempre, en todo caso y para todos en obligaciones. Es verdad que con cuidado porque sabemos que en muchas ocasiones si los derechos no tienen su capacidad para obligar a los empresarios, entonces se terminan convirtiendo en derechos vacíos. Es verdad que es muy complicado acertar con el punto justo. Creo que en todo caso, es necesario reconocer que hay trabajos excepcionales y privilegiados en cuanto a sueldo, poder, capacidad etc.  como la política, en los que también es necesario reconocer el derecho de las mujeres a escoger lo que quieren hacer.

Por ejemplo, Soledad Murillo, feminista muy solvente,  dice en El País del 25 de noviembre que el partido debería haberle ofrecido a Sáenz de Santamaría y pensando en la igualdad, una responsabilidad que requiriera una menor presencia pública. Esa frase me parece peligrosa. El partido le ha ofrecido la máxima responsabilidad, y una menor presencia pública puede que quisiera decir menor responsabilidad, menor poder; un trabajo peor. Si yo fuese Sáenz de Santamaría tampoco cambiaría la vicepresidencia del Gobierno por quedarme con mi bebé, como no lo hizo Carmen Chacón. El traspaso de poderes en este caso se hace cuando se hace y o estás o no, si no estás no van a esperarte. Ella tiene derecho a tener un hijo y, al mismo tiempo, a estar dos semanas después pilotando ese traspaso.

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En realidad, y acudiendo a mi experiencia personal, que siempre es muy criticada por las místicas de la maternidad, yo, después de mi parto,  no me hubiera cogido más que una semana de permiso. Yo. La semana después de parir ya quería volver al trabajo y me volvía loca de pasarme el día mirando la cara de mi niño mañana, tarde y noche; sólo quería hacer vida normal, con niño pero normal y en el trabajo.  Naturalmente que esto tiene que ver con mi situación personal, el padre estaba en casa,  teníamos dinero para una guardería y yo tenía un trabajo sólo de mañana. En todo caso, me parece bien que no pudiera volver aunque quisiera, porque si esto se convirtiera en una cuestión voluntaria, entonces al final renunciar al permiso terminaría por ser obligatorio para muchas.

Las mujeres nos movemos siempre entre la necesidad de defender derechos que favorezcan la maternidad y la necesidad de cuidarnos de que tales derechos no acaben siendo perjudiciales para la igualdad real. La solución es aplicar la igualdad desde el principio: permisos obligatorios e iguales, y guarderías públicas

Las mujeres nos movemos siempre entre la necesidad de defender derechos que favorezcan la maternidad y la necesidad de cuidarnos de que tales derechos no acaben siendo perjudiciales para la igualdad real. A veces, lo sabemos muy bien, los supuestos derechos esconden trampas en las que no queremos caer. En el siglo XIX, por ejemplo, las obreras protestaron por las leyes que pretendían “protegerlas” de la dureza de algunos trabajos, expulsándolas de los mismos, expulsión que apoyaban los sindicatos masculinos y los mismos obreros, que no querían la competencia femenina.

La solución es aplicar la igualdad en todo desde el principio, para lo bueno y lo menos bueno; la igualdad es lo único que puede construir la igualdad: permisos de maternidad/paternidad obligatorios e iguales para que ningún empresario se planteé no contratar a una mujer y contratar a un hombre. Y tan importante como lo anterior es que exista una red de guarderías públicas y gratuitas que favorezcan que la vuelta al trabajo compense ecónómica y personalmente, de lo contrario se disuade a las mujeres, (y también se las obliga) de la plena incorporación al trabajo remunerado, lo único que garantiza la igualdad.

Como en mi opinión  el rol maternal no es más que eso, un rol, que es intercambiable e igual para hombres y mujeres, si después del permiso necesario y de la existencia de guarderías suficientes, alguna mujer u hombre quiere dedicar más tiempo a la crianza, entonces eso sí será una elección suya que no debe implicar a todas las mujeres. Por lo mismo, hay que reconocer que muchas cosas en relación a la maternidad son opcionales y que no se trata de un “pack” completo, por lo que se debe garantizar un mínimo, pero también deben existir excepciones en base a esa libertad de elección.


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