Poli bueno, poli hombre. Denuncian discriminación indirecta hacia las mujeres en las oposiciones a policía local de Vitoria-Gasteiz
"Desde el momento en que en unas oposiciones públicas las pruebas físicas son las primeras y eliminatorias, los hombres parten con una posición de ventaja con respecto a las mujeres; los roles y estereotipos en los que han sido educados les benefician"
S. Agirre
El pasado 14 de octubre, el Diario de Noticias de Álava se hacía eco de la denuncia del comité de empresa del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz acerca de que las oposiciones a la policía local, que están teniendo lugar en estas fechas, discrimina a las aspirantes.
La primera prueba, realizada el 7 de octubre de 2011, consistió en una carrera de fondo de entre 2 y 3 kilómetros, según especifican las bases de concurso. Fue suspendida por un 37% de las opositoras y tan sólo por un 5% de varones, dato que ha llevado al comité de empresa a afirmar que el Ayuntamiento de la capital alavesa “no cumple con la Ley de Igualdad” y que “discrimina a las mujeres en el proceso de selección de policía local”.
Desde el momento en que las pruebas físicas son las primeras y eliminatorias, los hombres parten con una posición de ventaja con respecto a las mujeres; los roles y estereotipos en los que han sido educados les benefician
Efectivamente, la disparidad salta a la vista y la sospecha acerca de que la Administración ha cometido una discriminación indirecta hacia las mujeres es fundada.
Según la legislación sobre Igualdad, este tipo de discriminación se produce cuando, en una situación disfrazada de neutralidad, a las mujeres les cuesta más que a los hombres cumplir con los requisitos fijados. Los motivos son sutiles y tienen su base en una educación y cultura sexista, que impone a los hombres unas características y unas habilidades determinadas y a las mujeres otras, ajustadas a los roles y estereotipos de género tradicionales. No estamos hablando, pues, de que las mujeres no estén capacitadas para superar estas pruebas ni para desempeñar la profesión de policía local, sobre todo si han estado meses preparándose para ello.
Un total de 206 mujeres se inscribieron a la prueba y, de ellas, se presentaron 92. Puede suponerse que la mayoría de las mujeres que se presentaron se sentían preparadas para superar la prueba -no así las que decidieron finalmente no presentarse-, de la misma forma que los hombres que se presentaron sabían que tenían opciones. En su caso, sin embargo, aprobaron casi todos: 486 (95’67%), de los 508 inscritos.
Llama poderosamente la atención que el proceso de selección da prioridad a valores y características físicas tradicionalmente masculinas, como la velocidad, la fuerza, la resistencia y la agilidad física. (Estas características se explicitan en las bases de la oposición). Esto, sin duda, contribuye a explicar la infrarrepresentación de las mujeres que se inscribieron a las pruebas (un 17’08%) y también el hecho de que hoy en día el cuerpo de la policía local continúe fuertemente masculinizado.
Sería deseable un cambio de valores y de cultura dentro del cuerpo de policía local, de forma que cada persona aportara sus capacidades intelectuales, físicas y sus valores humanos, y los atributos tradicionales masculinos no fueran los triunfadores
Desde el momento en que las pruebas físicas son las primeras y además son eliminatorias, los hombres parten con una posición de ventaja con respecto a las mujeres. Los roles y estereotipos de género en los que han sido educados les benefician en esta ocasión y son decisivos para perpetuar la segmentación del mercado laboral.
Ante esto, es fácil preguntarse: ¿qué pasaría si las pruebas físicas no fueran las primeras y si no fueran, además, eliminatorias? Si las pruebas teóricas fueran las primeras, ¿un número mayor de mujeres llegaría al final del proceso de selección? Si las pruebas teóricas fueran las primeras y, además, eliminatorias, ¿menos hombres llegarían al final del proceso de selección? ¿Para ser un buen policía local las pruebas físicas son más importantes que las pruebas teóricas, que evalúan conocimientos sobre derecho constitucional y administrativo, procesal y penal? ¿Qué porcentaje de mujeres y hombres superan las pruebas en otras oposiciones organizadas por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz?
Por otro lado, es cuestionable el criterio de que la puntuación 1, mínima para superar cada prueba, sea un valor común para mujeres y hombres y que las marcas desagregadas por sexos se consideren de ahí en adelante.
Para terminar, es necesario que las bases a policía local incorporen contenidos desde una perspectiva que, implícitamente, no excluya a las mujeres, así como valorar el currículo oculto y sus saberes. De esta forma, superaremos los valores y los signos asignados tradicionalmente a la masculinidad y a la feminidad y hombres y mujeres partirán en igualdad de condiciones.
Si este desfase persiste, serían bienvenidas las medidas de acción positiva que contrarresten esa discriminación y ese punto de partida desventajoso para las mujeres. Una de esas medidas podría ser reservar un número de vacantes para ellas. Claro está que esa medida tendría sólo un impacto numérico; lo deseable sería que hubiera un cambio de valores y de cultura dentro del cuerpo de policía local, en donde cada persona aportara sus capacidades intelectuales, físicas y sus valores humanos (independientemente de que sean hombres o mujeres) y en donde los atributos tradicionales masculinos no fueran los triunfadores.
De lo contrario, aparte de reforzar la segmentación del mercado laboral, en el que la profesión de policía es desempeñada casi exclusivamente por varones, se privará de recursos laborales a las mujeres y se contribuirá entre otras cosas a su histórica precarización económica.
Cuarenta y un puestos de trabajo de policía local están en juego y el gabinete municipal de Javier Maroto se ha comprometido a sumar 30 efectivos más en la presente legislatura, cifras nada desdeñables en esta época de crisis económica y de destrucción y precarización de empleo. No es justo que sólo la mitad de la población se beneficie de estas vacantes y, por ende, de una parte importante de fondos municipales.
Sin embargo, esta consecuencia, si bien es preocupante, no será la que deje más huella. “La base material sobre la que se construyen las relaciones sociales de sexo y,por tanto, la desigualdad entre mujeres y hombres, es la división sexual del trabajo -mantiene Arantxa Rodríguez, profesora de Economía Urbana y Regional de la UPV/EHU-. Es a partir del mantenimiento y de la reproducción de estas diferencias sobre las que se ha construido históricamente la subordinación de las mujeres. La división sexual del trabajo es, en efecto, el núcleo duro sobre el que se establece la dominación y subordinación de las mujeres que se traduce históricamente en un estatus social inferior para éstas”.