La paja en el ojo ajeno

La paja en el ojo ajeno

A estas alturas nadie duda de que el uso del velo represente -entre otras cosas- una clara discriminación hacia las mujeres. Lo que me gustaría es visibilizar que algunas de las costumbres y prácticas estéticas de Occidente también discriminan y oprimen a las mujeres y que, sin embargo, pocas veces son foco de análisis.

Texto: Itziar Abad
30/03/2011

Foto de Sarai Martín

Invitada por el Forum Feminista María de Maeztu, Rosa Cobo impartió en Gasteiz recientemente una conferencia -brillante- bajo el título ‘El velo, ¿libertad individual o mandato cultural?’. En su intervención, esta profesora titular de Sociología de la Universidade da Coruña apuntó, en clave feminista, lo que subyace tras el velo con el que algunas mujeres musulmanas cubren sus cabezas: el mandato patriarcal y la esclavitud cultural. Cobo también remarcó el hecho de que el velo reserva a las mujeres la responsabilidad de salvaguardar las tradiciones, el hecho de que su uso no rige para los hombres y la “voluntariedad no libre” de las mujeres que lo llevan.

A estas alturas nadie duda de que el uso del velo represente -entre otras cosas- una clara discriminación hacia las mujeres. No es esa la cuestión que quiero traer aquí a colación. Lo que me gustaría es visibilizar que algunas de las costumbres y prácticas estéticas de Occidente también discriminan y oprimen a las mujeres y que, sin embargo, pocas veces son foco de análisis. Si las pusiéramos en tela de juicio, evitaríamos “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro”.

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La escritora marroquí Fatema Mernissi, en su libro ‘El harem de occidente’, mantiene que la talla 38 es la tiranía estética de las mujeres occidentales. A esto yo añadiría las faldas hipercortas y los zapatos de tacones imposibles, que hacen temblar los tobillos de muchas adolescentes y jóvenes hasta el punto de que algunas, para poder pisar firme, tienen que caminar agarradas a otra persona. Esto se traduce en dependencia física y en falta de libertad de movimiento, algo muy limitador en caso de tener que salir corriendo.

Dietas milagro, reconstrucción del himen, depilaciones… Por no hablar del piercing en el clítoris, el dry sex o la cirugía vaginal para reducir los labios menores, prácticas catalogadas por la OMS como formas de mutilación genital femenina, según recuerda la antropóloga Adriana Kaplan. Todas estas prácticas son propias de occidente y también responden al mandato patriarcal, a la esclavitud cultural y a esa “voluntariedad no libre” que apuntaba Rosa Cobo al referirse al velo.

Dejemos, pues, de hacernos cruces cuando hablamos del velo (o hagámonoslas), pero revisemos también las prácticas estéticas a las que estamos sometidas aquí. Así, por un lado, la sociedad dejará de victimizar a las mujeres musulmanas que llevan velo y, por otro, la lucha por la igualdad será mucho más solidaria.

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En su intervención, Rosa Cobo no tuvo tiempo para ahondar en esta cuestión. Sin embargo, a juzgar por algún comentario que lanzó al aire cuando ya estaban a punto de cerrar la sala, calculo que estaría de acuerdo con mis apreciaciones.

Victimizar a las mujeres que llevan velo significa colgarles la etiqueta de oprimidas, vulnerables y débiles, calladas y sumisas. Sin embargo, las revueltas que recientemente se han sucedido en el mundo árabe han evidenciado, hoy tal vez más que nunca, que esos estereotipos poco o nada se ajustan a la realidad.

Millones de mujeres forman parte del frente de lucha en varios países árabes. Incluso lideran algunas revoluciones valiéndose, en ocasiones, de Youtube o de Twitter, como la joven Asmaa Mahfouz en Egipto, la bloguera tunecina Lina Ben Mehenni o la activista yemení Tawakul Abdel-Salam Karman.

También es destacable el papel de las madres de varias personas asesinadas durante los primeros días de la revuelta en Egipto, que se negaron a realizar ceremonias hasta que la revolución no hubiera conseguido poner fin al régimen de Mubarak.

Las mujeres están alzando sus voces y sus cuerpos contra las dictaduras de los países y están participando en la violenta y hostil vida social y política para tratar de construir sociedades más libres y más justas. Algunas con velo y otras sin él, son mujeres combativas. De calladas y de sumisas, nada.


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