Una emancipación pasada por agua

Una emancipación pasada por agua

Decir agua es decir violencia sexual, pérdida de horas lectivas, insuficiencia sanitaria, problemas de espalda e incluso falta de liderazgo. Claro o turbio, el cauce para la soberanía de millones de mujeres en el mundo pasa por el acceso adecuado al agua potable. Frente a la imagen de sufrimiento como porteadoras, surgen iniciativas esperanzadoras a cuentagotas

25/05/2012
Un grupo de mujeres participan en la construcción de un tanque de almacenamiento de agua de lluvia en Brasil/ FAME

Un grupo de mujeres participan en la construcción de un tanque de almacenamiento de agua de lluvia en Brasil/ FAME

Una letrina. Tan inmundo rincón a primera vista supone un gran avance para la igualdad de las mujeres en el mundo. Sorprende y posiblemente no sea sencillo de comprender ni para las propias perjudicadas. Pero lo cierto es que en los países empobrecidos la carencia de sanitarios conlleva enormes repercusiones en la dignidad, la sanidad y la educación.

Millones de mujeres y niñas deben recoger a diario el agua para sus familias, lo que impide que las menores acudan al colegio. Esta denuncia fue uno de los ejes transversales del Foro Alternativo Mundial del Agua (FAME), organizado en Marsella por movimientos sociales de todo el mundo

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Los beneficios para la salud son obvios, mientras su traducción práctica evita la ausencia escolar, que a su vez provoca el desperdicio de potencial intelectual y torpedea desde la niñez la igualdad de oportunidades, insisten distintos informes. Una letrina también implica privacidad, ahorro de tiempo e incluso un menor riesgo de sufrir violencia sexual, pues salir a orinar durante la noche es un peligro del que no en pocas ocasiones ha alertado Naciones Unidas.

La inseguridad de las mujeres y el agua tienen más caminos entrecruzados, como los que unen los hogares con los pozos potables más cercanos… aunque la cercanía se mida en kilómetros por los que transitan mayoritariamente mujeres y niñas con baldes de varios kilos de peso.

Los datos abruman, enrojecen y causan desesperanza. Millones de mujeres y niñas deben recoger a diario el agua para sus familias, una práctica que impide que las menores acudan al colegio. Algunas estimaciones aproximadas sugieren que, en el África subsahariana, se dedican alrededor de 40.000 millones de horas anuales a la recolección de agua, cifra que representa el trabajo de un año para el total de la población activa de Francia.

Estas mujeres del África subsahariana dedican varias horas del día a llevar agua limpia a sus hogares/FAME

Estas mujeres del África subsahariana dedican varias horas del día a llevar agua limpia a sus hogares/FAME

La denuncia de esta situación fue uno de los ejes transversales del Foro Alternativo Mundial del Agua (FAME), organizado en marzo, en la ciudad francesa de Marsella, por movimientos sociales de todo el mundo que luchan por la gestión pública y comunitaria del agua. El bloque ‘Género y agua’ también tuvo su espacio en el Foro ‘oficial’ (WWF), liderado de forma paralela por las multinacionales del sector.

“Vengo a FAME a encontrar soluciones alternativas para que las mujeres tengan agua y servicios sanitarios. Y digo mujeres y no hombres porque, desde hace mucho tiempo, decir agua es decir mujeres y decir mujeres es decir agua. La emancipación de la mujeres es imposible sin agua; el agua es vida y, para las mujeres, emancipación. Para conseguir la igualdad es imprescindible el acceso al agua”, explicó la senegalesa Bintou Ibrahima Datt, presidenta de la organización ‘El camino de la paz’.

Un trabajo de mujeres

Las investigaciones, los porcentajes y las estadísticas no escatiman en dibujar bocetos en los que las mujeres sufren una importante desigualdad cuando se habla de cualquiera de las vertientes del agua. A pesar de su aspecto saludable y transparente, el acceso al vital líquido enturbia la vida de millones de mujeres en todo el mundo.

Miriam Nobre, de la Marcha Mundial de las Mujeres: “Siempre se relaciona a las mujeres y al agua desde el sufrimiento. No se las reconoce como portavoces; se hace un discurso emocional. Reivindicamos la participación en todos los procesos de gestión del agua”

El último informe sobre el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulado ‘Sostenibilidad y equidad. Un mundo mejor para todos’, repite que “la búsqueda de agua es parte de la desigualdad de género”. Una tarea que en este estudio se equipara con la recogida de leña, trabajo de nuevo realizado mayoritariamente por mujeres.

En Malawi rural, por ejemplo, las féminas pasan alrededor de ocho veces más tiempo que los hombres buscando agua y leña, mientras las niñas dedican cerca de tres veces más tiempo que los niños a dichas tareas. El informe citado denuncia daños a la columna, complicaciones durante el embarazo y mortalidad materna relacionadas con la recolección de leña y agua.

Informe sobre Índice de Desarrollo Humano 2011 del PNUD, titulado ‘Sostenibilidad y equidad. Un mundo mejor para todos’.

Fuente: Informe sobre Índice de Desarrollo Humano 2011 del PNUD, titulado ‘Sostenibilidad y equidad. Un mundo mejor para todos’.

Marsella incluyó un nuevo matiz reivindicativo y equitativo. “Siempre se relaciona a la mujer y al agua desde el sufrimiento y hay que mostrar el protagonismo de las mujeres. No se las reconoce como portavoces ya que se hace un discurso emocional. Reivindicamos la participación en todos los procesos de gestión del agua”, explica a Pikara Magazine la brasileña Miriam Nobre, coordinadora del secretariado internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres. En el comunicado final de la organización, como resultado de las reuniones celebradas en el Foro Alternativo, la Marcha Mundial insiste en su lucha por superar la división sexual del trabajo, donde el agua y todo lo que conlleva está sumergida.

La participación de las mujeres en la gestión es el reto. El curso a seguir. La toma de decisiones se vislumbra como un mar y el río debe desembocar, sin diques de por medio, en la igualdad.

“Jamás seréis capaces de hacer cisternas, les decían entonces. Si hacéis estas cisternas os vamos a cortar el cuello. Pues lo haremos. Y lo conseguimos”. Lo recuerda una portavoz de la iniciativa ‘Un millón de cisternas rurales’, creada hace unos años en el semiárido brasileño para cosechar agua de lluvia. La participación de las mujeres en este proceso, incluido la construcción de los tanques para almacenar el agua, es un ejemplo de buena gestión participativa. No sin enfrentarse al machismo más arraigado. ‘Si las mujeres pueden hacerlo, cualquiera puede hacerlo’, fue la estrategia de los hombres en Brasil tras un primer intento de descrédito. “Antes yo ayudaba, ahora trabajo” es la frase que mejor define hoy el resultado: la construcción de tanques. Y letrinas, por supuesto.

La UNESCO pide un nuevo liderazgo

El cuarto Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos de la UNESCO, presentado en el Foro Mundial del Agua, recoge que en los últimos años ha habido un aumento en el número de mujeres nombradas ministras de agua y medio ambiente en los países calificados ‘en desarrollo’. Según la UNESCO, “éste ha sido un factor importante en la mejora a largo plazo la seguridad del agua y más equitativo el acceso al agua para uso doméstico y productivo”.

Irina Bokova, directora general de dicho organismo, hizo un llamamiento a favor de un nuevo liderazgo en materia de agua potable, y añadió que éste “debe reunir a todos los actores involucrados en el uso y la gestión del agua (…) y tiene que reconocer, integrar, y reforzar el papel de las mujeres”.

Bintou Ibrahima Datt en un momento de la manifestación a favor del agua pública celebrada en Marsella /J. Marcos

Bintou Ibrahima Datt en la manifestación a favor del agua pública celebrada en Marsella /J. Marcos

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