Mursego: fuerza en euskera

Mursego: fuerza en euskera

Maite Arroitajauregi es Mursego. Ella, su violoncelo, sus maracas, el vaso de agua en el que sopla pompas de aire a través de una pajita… Con todo eso compone e interpreta canciones a varias voces, consigo misma. Una artista 'do it yourself' llena de poesía y fuerza.

11/01/2011

Testu hau euskeraz irakurri

Mursego

Foto de Iván Moreno

Dejémonos de concesiones: si una se pasa en un bar hasta las seis de la mañana, lo mínimo que puede exigir es que en los baños de ese bar haya papel higiénico hasta las seis de la mañana. No suele ser así; lo cierto es que en Madrid al menos, no siempre lo hay a las dos de la tarde.

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La primera vez que oí a Mursego en concierto sucedió en un bar en el que los baños, que además contaban con cuatro cabinas distintas, permanecieron limpios y con papel toda la noche. Fue un buen comienzo. Sí, en Madrid.

Maite Arroitajauregi es Mursego. Ella, su violoncelo, sus maracas, el vaso de agua en el que sopla pompas de aire a través de una pajita… Con todo eso compone e interpreta canciones a varias voces, consigo misma. Me maravilló y aún me maravilla esa materialización del ‘do it yourself’ (‘hazlo tú misma’), llena además de poesía y de fuerza. En aquel primer disco había desde versiones inglesas hasta canciones en ruso o en portugués. En todas ellas encontré juego, danza y algo muy potente que seguramente, se me ocurre, nazca de la capacidad para crear y recrear el mundo desde una misma, y a una misma desde ese mundo.

El papel higiénico de los bares de Madrid sólo constituye un minúsculo detalle en mitad del fragor cotidiano. Las calles son demasiado oscuras. Las aceras resultan estrechas después de que ellos las ocupen como si les pertenecieran. Nuestros cuerpos son juguetes que no poseemos ni para gozar ni para sufrir. Las palabras -¡las palabras!- también se nos dicen usurpadas; y las que nos llegan golpean, y violan, con demasiada frecuencia. Y todavía se nos reprocha que gritemos demasiado, mientras buscamos un mundo y un lenguaje en los que poder vivir.

Estoy escuchando Bi(2), el segundo disco de Mursego. Tengo la costumbre de experimentar las cosas desde el estómago –cada cual siente debilidad por un órgano distinto-, y este disco ya tiene su propio sabor: atún con pisto. Es el título (y la letra) de la quinta canción. Y desde ahí, desde mi estómago, bailando con los submarinistas de la cuarta, hoy me emociono de que alguien (en la novena) me diga que soy luz –argia zara-.

Y me trasmite su fuerza; fuerza en euskera. Y sé, ya un poco más fuerte, que no pararemos de gritar nunca. Por el papel higiénico de los baños, por las aceras y las calles, por los cuerpos y las palabras. No pararemos de gritar; bien alto, bien fuerte. Porque los gritos son el mundo y el lenguaje; la morada que habitamos. Por eso gritamos, para vivir. A varias voces. Gritamos y gritaremos.


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