No te olvides la toalla

No te olvides la toalla

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04/01/2011

Henar Llorens Beneyto

He leído el estupendísimo artículo de Mónica Quesada sobre la eyaculación femenina, y siento la necesidad de compartir una historia de estas de reírte por no llorar con todxs vosotrxs. La he contado varias veces (a lxs colegas), pero nunca la he escrito, y este es el momento.

De esto hará ya unos cuatro años, me parece. Yo tendría veinticuatro. Y me corría con gusto infinito y escándalo considerable desde los dieciocho (un descubriemto algo tardío, pero de lo más placentero) De hecho, desde entonces me hago las pajas con una toalla de ducha debajo, para no dejar todo perdido.

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La cosa es que conozco al amigo de un compañero de clase, y el muchacho está que rompe.  ¡Me pone a mil! Además, con sus treintaytantos años, así como de onda muy libérrima él, ¿no? “Qué bien”, piensa una, “con este aprendo seguro”. En fin, nos gustamos, nos vemos un par de veces por coincidencias, y finalmente me invita un día a cenar a su casa, los dos ya con un calentón máximo por pasar una noche a solas. Cena, porro, charla y al lío. En un sofá enorme y nuevecito.

Estamos follando y yo siento que ya me están viniendo las ganas de correrme, pienso por un momento en el sofá nuevo, así que tiro al chico al suelo para seguir sin miramientos. Él abajo, yo encima, y me corro como una loca. Y a él se le queda de repente cara de haberse tragado un cucharón, se levanta sin decir nada y se mete en la ducha directo.

Cierra por dentro. Me quedo sorprendida, sin entender nada, y como veo que el perrito está lamiendo mis deshechos, limpio el suelo, sin más. Me fumo un porro mientras él está en el baño, y luego nos vamos a dormir. No me acuerdo si me dijo nada ni cómo nos dimos las buenas noches, la verdad. Pero no creo que lo pasase muy bien. Hay que ser cabrón, vaya. A la mañana siguiente, él se levanta pronto para ir a trabajar, y me dice que no me dé prisa, que cierre al salir y ya está. Y me cuenta mientras se viste: que había soñado que íbamos a la playa, y yo quería ir más a la orilla, pues vamos a la orilla, que nos tumbábamos al sol tan a gustito, y de repente una ola enorme lo cubría, pero el agua del mar estaba muy caliente (¡!) Yo me río, y ahí queda eso, “nos llamamos”. Él se va, y yo me ducho. Eso sí, antes de irme, le dejo una nota en la nevera, yo siempre tan cachonda: “No te olvides la toalla cuando vayas a la playa :-)” ¡Es que me iba al pelo!

No llamó en semanas. Así que, como él había manifestado tantas ganas de conocerme, y yo seguía con las ganas también (tonta, pero así funcionamos a veces), algo extrañada (porque así de repente es como para extrañarse), le pregunté a mi compañero de clase, su amigo, que fue quien nos había presentado. Y me dice “¿A ti te suena de algo lo de la playa?”, y yo entonces caigo y digo que sí, “Pues eso es. No sé, no esperes que te llame.” Para mear y no echar gota.

Así me quedé. En ese momento no se me ocurrió preguntar a mi amigo qué pensaba de eso, porque no pensé en nada, se me rompió el corazoncito, tengo que decirlo. En unos minutos reaccioné y pensé: “Pues este tío es gilipollas y no entiende nada”.  Con sus treintaytantos y sus alardes de pasarlo tan bien con el sexo…  Pobrecito. Pero en fin, cada perro que lama su pijo. En ese momento de mi vida, ya me daba bastante igual, yo ya sabía muy bien cómo soy y cuánto me gusta disfrutar de las cosas ricas. Pero si este gilipollas me coge por delante con dieciocho añitos, me hubiese quitado de cuajo una de las mejores cosas de la vida. Como mínimo, me hubiese traumatizado. Porque de verdad me había gustado él, y yo habría estado desarmada. Porque me hubiese tragado que me meo encima, y que eso no puede ser.

Y quizá yo sería otra yo (aunque lo dudo!! jajajajaja antes o después habría salido la perra a pasear otra vez!) Pero la cosa es que igual que me pasó a mí, esto les puede pasar por ejemplo a mis primas más pequeñas, en plena adolescencia, y me lleno de rabia y de pena. Como siempre, llego a la conclusión que un ignorante es un arma peligrosísima.

Así que espero que entre todxs les demos a toda la gente que está descubriendo su sexualidad y su identidad conocimientos y puntos de vista que sirvan para disfrutarse, para defenderse y por supuesto para reírse. Y yo por mi parte, siempre tengo una toalla grande a mano y una lengua descarada por lo que pueda pasar.

 

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