Redes de solidaridad para hacer frente al #AcosoEnLaUni

Redes de solidaridad para hacer frente al #AcosoEnLaUni

Tras la publicación en abril del especial #AcosoEnLaUni, universidades que en un primer momento no colaboraron decidieron responder. Por ello, la investigación de Pikara Magazine suma 39 casos más. En total, las universidades públicas han registrado 275 casos de acoso, tanto laboral como sexual. En este reportaje te contamos nuevas cifras y nuevas historias.

Texto: Yuly Jara
#AcosoEnLaUni
En Pikara Magazine publicamos en abril de 2018 una investigación, #AcosoEnLaUni, que concluía que ‘Más de la mitad de las universidades públicas españolas registran casos de acoso’.  Actualizamos ahora esta investigación, que ha sido presentada incluso en el Parlamento vasco, para ofrecer nuevos datos y nuevas historias. Y es que, desde abril hemos sumado 39 casos de acoso más, llegando así a más de 275. Aquí puedes consultar la base de datos. Esta actualización ha sido publicada en un primer momento en la edición en papel de noviembre de El Salto.

 

Equipo de arte de 'El Salto': Byron Maher, Sancho Somalo, David Fernández y Álvaro Minguito.

Equipo de arte de ‘El Salto’: Byron Maher, Sancho Somalo, David Fernández y Álvaro Minguito.

Cinco universidades de las 50 públicas del Estado español que han sido preguntadas sobre casos de acoso en sus instituciones han callado. Huelva, Cádiz, Jaén, Pablo de Olavide y la Internacional de Andalucía han usado el silencio como respuesta. No son las únicas que no han sido transparentes ante el acoso que existe y atraviesa toda la sociedad y, por tanto, también a las instituciones de educación superior.

Así lo demuestran los datos recabados por Pikara Magazine en el informe #AcosoEnLaUni, publicado el pasado mes de abril. Precisamente, la cifra desde la última vez que este medio puso el foco ha crecido: de 236 hasta 275 denuncias, quejas y/o avisos por acoso, tanto sexual como laboral. De profesores a alumnas, entre compañeros de trabajo y de clase y hacia becarias… 39 casos más que en su día las universidades callaron y que ahora, a raíz de la publicación de la investigación, han decidido compartir. La mayoría de casos recopilados por la investigación de Pikara Magazine,102, son por acoso sexual, mientras que 73 por acoso laboral. De los 100 casos restantes no se conoce la categorización, al no ser especificadas por las universidades. Y esto solo es la punta del iceberg, porque, según el estudio de hace cuatro años ‘Las violencias sexuales en las universidades: cuando lo que no se denuncia no existe’, un 24 por ciento de las estudiantes han manifestado sufrir acoso sexual en el ámbito universitario.

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Nueve universidades aseguran, según los datos recopilados a principios de año por este medio, no haber registrado acoso como la Politécnica de Catalunya, León, La Rioja, Lleida, Extremadura, Las Palmas de Gran Canaria, Valencia, Zaragoza y Politécnica de Madrid. Sin embargo, para las dos primeras este medio ha constatado que existe una denuncia: en la Politécnica de Catalunya una antes de 2016 (los datos fueron aportados solo a partir de esa fecha);y en la de León, según recoge la memoria académica.

Consulta la actualización de la base de datos.

Ante la ausencia de cifras, tanto la investigadora Esperanza Bosch Fiol como Ana Vidu, una de las primeras alumnas que denunció en España, se muestran escépticas “es como si un bombero dice ‘no tenemos fuego que apagar’”. “Si hay más datos es porque las víctimas confían en una institución para denunciar”, sentencia Vidu.

Los protocolos para combatir el acoso no son suficientes, según las investigadoras consultadas. La burocracia y la falta de un claro sistema sancionador los convierten en herramientas disuasorias para denunciar. Por ello, mucha gente no denuncia porque, si lo hacen, es probable que les espere un largo camino de trabas, obstáculos y señalamientos.

Frente al silencio y la falta de respuestas contundentes por parte de las universidades, las estudiantes tratan de organizarse. Así es como Ana Vidu, quien denunció a un catedrático de la Universidad de Barcelona, está especializada hoy precisamente en violencia y acoso en las universidades. Ella junto al resto de personas afectadas por el acoso del mismo profesor crearon, tras poner una denuncia conjunta. una red de solidaridad en el año 2013. Un lugar de encuentro denominado ‘Red solidaria de víctimas de violencia de género en las universidades’, que trata de cubrir el hueco que las instituciones académicas no abordan.

Tras las cuentas de Facebook y Twitter, una treintena de persona se organiza para atender a cada afectada que se pone en contacto con la red. “Cuando nos escriben normalmente te lo quieren contar y ya. A partir de ahí preguntamos qué necesita la persona. A veces nos piden consejo sobre si denunciarlo o contarlo”, explica Ana Vidu al ser preguntada sobre el trabajo de la red. Además, frente al papel que realizan algunas Unidades de Igualdad, puntos de referencia en las universidades para denunciar el acoso, reclama la necesidad de que haya “personas comprometidas, no serviles”, y un apoyo que les diga, al menos, “yo sí te creo”. A esta red han acudido estudiantes de universidades de toda España y de países como México, Chile y Argentina.

Cuentan las expertas y las afectadas que las estrategias de defensa ante el acoso en las universidades son diversas: ir en grupo a las tutorías, dejar la puerta abierta de los despachos, esperarse las unas a las otras. Ante el caso de un alumno acosador en la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, las alumnas pintaron mensajes de aviso en los baños con el número de teléfono para mantenerse avisadas las unas a las otras. Y en la Universidad de Burgos, la asociación ‘Acción En Red’ ha publicitado por diversas facultades un cartel donde indican a quién acudir en caso de acoso.

A finales de este mes de noviembre se va a celebrar en la Universidad de Valencia el I Congreso Mujer y Universidad Sin Cifras. La Violencia Invisible. La iniciativa surgió tras constatar una de las organizadoras cómo, en otro congreso de una temática distinta, varias participantes sufrieron acoso sexual y la respuesta de personas del mundo universitario fue intentar acallarlo, dudar de las mujeres que denunciaron y calificar las situaciones sufridas como “chorradas”. Además de recurrir a la vía jurídica, la profesora decidió montar un congreso para “darle el peso que se merece”. Y subraya: “Hay muchas informes sobre la situación de las mujeres en la universidad que hacen referencia a puestos de trabajo, pero no hay sobre la violencia o el acoso sexual que se sufre diariamente”.

Infografía de Yuly Jara.

Infografía de Yuly Jara.

Reacciones diversas

La reacción de las universidades varía según los casos: se desestima, se abre un expediente disciplinario al acosador, se traslada lo sucedido a la Fiscalía y, en contadas ocasiones, el agresor acaba condenado. En la Universidad de Vigo un alumno denunció a un profesor por acoso sexual, pero no se admitió el caso a trámite “al no detectar indicios objetivos de situación de acoso”. En la catalana Pompeu Fabra, un profesor que acosaba a una alumna fue sancionado con una amonestación por falta leve. La universidad no ha aclarado en qué consistía, pero a ella le dirigía frases como “no te hace falta hacer ejercicio” o “cuando apruebes la asignatura ya lo celebraremos como es debido”. En la canaria de La Laguna, una alumna denunció a su profesor por acoso sexual y el caso fue trasladado al Ministerio Fiscal. Mientras que en la Universidad de Sevilla una sentencia condenó a un profesor a pena de prisión por acosar a una profesora y a varias becarias.

Lee el reportaje: ‘De Granada a La Laguna, las estudiantes protestan contra el #AcosoEnLaUni’

Otro caso que se encuentra en pleno proceso de investigación data de 2015, cuando una estudiante japonesa vino a hacer su pasantía en la Universidad de Burgos. Poco duró. Se marchó sin decir nada a nadie. No contó que un profesor la había supuestamente acosado. Los datos obtenidos por este medio indican que no se activó el protocolo contra el acoso en este caso. La directora de la Unidad de Igualdad, María Isabel Menéndez Fernández, sostiene que “sí se activó el protocolo pero el caso se desestimó” y que, además, “la Unidad de Igualdad no tuvo conocimiento y esta alumna no hizo ningún trámite dentro de la universidad en España, la denuncia la puso en Japón”.

Un largo camino de obstáculos con las primeras denuncias

“La universidad protege a los acosadores más que el resto de la sociedad académica”, declara Ana Vidu. Su estudios en la carrera de Sociología en la Universidad de Barcelona comenzaron en el año 2007 cuando se cruzó por primera vez con el catedrático al que denunció después por acoso: “En primero de carrera me empezó a mandar correos y eso me incomodaba porque al principio no sabía si eso era normal”, recuerda. Entre los mensajes remitidos a la Fiscalía en la denuncia conjunta que pusieron varias personas constaban frases como “me encantas como eres y cómo puedes ser….Te he llevado en el bolsillo del pantalón…Si sigues miedosa puedo darte un buen spanking [azote]… Estuviste muy bien en la presentación pero tengo que decirte que te movías mucho y de forma muy sinuosa”. Vidu no ha detallado cuáles fueron dirigidos a ella. El catedrático llegó a citar en al menos dos ocasiones en su domicilio a un estudiante y, bajo la excusa de un masaje, le agarró el pene.

“LA UNIVERSIDAD PROTEGE A LOS ACOSADORES MÁS QUE AL RESTO DE LA SOCIEDAD ACADÉMICA”

Ana Vidu y treces personas más fueron de las primeras en denunciar en España el acoso sexual que sufrían por parte de su profesor. En aquel momento en la Universidad de Barcelona no existía un protocolo al respecto, a pesar de que son obligatorios desde la aprobación de la Ley de Igualdad en 2007. Hoy, aunque ya existe esta herramienta para velar por una comunidad universitaria libre de violencia, la institución no facilita el número total de casos que ha abordado, aludiendo a que “hasta ahora no existía un registro formal”. Diez meses ha tardado en dar esta respuesta a Pikara Magazine.

Vidu intentó cambiar sus clases al turno de tarde. “Será peor si te cambias de grupo”, fue lo que le dijo una de profesora. “No le sorprendió lo que le contaba”, relata ahora con indignación. No era la única que estaba aparentemente acostumbrada a aquellas situaciones. La anterior decana de la facultad de Economía y Empresa reconoció en los juzgados que “ya, en 1987, siendo estudiante de Sociología se sabía que el catedrático siempre elegía alguna chica que era su preferida y que la tutelaba…”, admitió. “Siendo decana sí he tenido conocimiento indirecto de algunos casos”, reconoció.

Finalmente, Vidu decidió dejar pasar lo sucedido y terminó la carrera. Pero, en 2011 se volvió a cruzar el mismo catedrático porque era parte del jurado evaluador de su máster. “El mismo día que deciden quién van a admitir al máster me dijo ‘me acuerdo de ti, de primero”, rememora. Entonces trató de salir de aquella espiral del silencio y mostró un correo electrónico del catedrático a su profesor de máster y fue éste el que denunció por ella. Según cuenta Vidu, la Comisión de Igualdad desestimó su caso y sólo fue reabierto cuando la Universidad de Harvard pidió explicaciones al ver que en los mensajes constaba la firma de su institución.

Esperanza Bosch Fiol: “El acoso sexual es el ejemplo paradigmático del secreto a voces”

Cuando llegó el caso a los juzgados de Barcelona las conductas ya habían prescrito. Aun así, el informe de Fiscalía recalcó tres cosas importantes: que los hechos “tendrían cabida dentro del acoso sexual”, que podría haber sido condenado a penas de prisión si no hubieran prescrito, y que, tal y como reconoce la decana, ésta conocía “indirectamente” casos desde 1987. “Los profesores prefieren mantener esa estructura de poder y los alumnos aprenden a ser fieles a los catedráticos”, denuncia Ana Vidu.

Preguntada la Unidad de Igualdad de la Universidad de Barcelona en diversas ocasiones sobre el número de casos sucedidos en su institución, la respuesta, obtenida diez meses más tarde del primer intento, ha sido inespecífica: no cuentan con datos totales porque “hasta ahora no existía un registro formal”. Y sólo aportan dos casos de activación del protocolo: “Una vez el año pasado y otra vez en el presente año”.

“LAS UNIVERSIDADES OBLIGAN A LAS CHICAS A MATRICULARSE CON PROFESORES ACOSADORES”

No sólo la respuesta de la Universidad de Barcelona no ha sido clara sino que la propia universidad trató de premiar a principios del mes de octubre al catedrático otorgándole una medalla de oro por su trayectoria. Sólo se retractó cuando se denunció en redes sociales estos hechos.

“Al tratarse de un acto graciable, y teniendo en cuenta los antecedentes que constan en el expediente del Dr. de Miguel, este rectorado ha decidido no otorgar la medalla de la UB de acuerdo con el firme compromiso adquirido con la comunidad de tolerancia 0 a cualquier forma de acoso”, dijo en un tuit la universidad catalana. Preguntada sobre ello, la Unidad de Igualdad se ha remitido a este ‘comunicado’.

“Las universidades obligan a las chicas a matricularse con profesores acosadores”, clama Ana Vidu frente a estos hechos. “Hay muchas resistencias a poner el acoso sexual sobre la mesa de verdad, a aceptar que entre profesorado, por ejemplo, puede haber acosadores, hay un cierto silencio cómplice”, incide la investigadora Esperanza Bosch Fiol. El informe de la Fiscalía del caso citado recalca la posición de superioridad del catedrático y recoge cómo calificaba de una forma generosa a algunos alumnos que acosaba con el objetivo de reforzar así una especie de “lealtad” y dificultar así la denuncia.

Muchas de las personas afectadas por acoso han sido mujeres y los acosadores, hombres. Tras los hechos, son ellas a las que viven las secuelas: baja autoestima, sentimiento de asco, problemas de concentración e incluso el querer dejar la asignatura.

 

Consulta la metodología de la investigación #AcosoEnLaUni.

 

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