Gestación subrogada en Tailandia: el mercado de las madres devotas

Gestación subrogada en Tailandia: el mercado de las madres devotas

Algunas creencias budistas en torno a la maternidad se nutren de códigos a través de los cuales la gestación subrogada puede convertirse en un elemento de “transacción” moral.

07/11/2018
Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

A los debates sobre la gestación subrogada comercial y la mercantilización del cuerpo, en el caso de las mujeres budistas se añade la moral que respalda la religión. En Tailandia, la realidad de muchas de las mujeres que deciden convertirse en madres gestantes es de necesidad económica y falta de recursos pero, sobre todo, de una visión muy concreta de lo que significa “ser madre”.

En el imaginario budista, la figura de criadora es también un símbolo espiritual en el que se recogen todas las condiciones de amor, sabiduría, respeto, orgullo, compasión, honor y bondad y, a través de la cual, se puede acceder a una mejor “siguiente vida”. Así, una vez se ahonda en algunas creencias budistas en torno a la maternidad, salen a flote los códigos a través de los cuales la gestación subrogada puede convertirse en un elemento de “transacción” moral.

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“Yo tengo dos razones para ser madre gestante. La primera, mandar algo de dinero a mi familia que vive en el interior para que arreglen la casa, para ayudar un poco en la economía. Ayudar a mi madre, que me dio la vida. La segunda, Buddha nos enseña cómo da buen karma dar vida a alguien. Si puedo llevar el bebé de alguien que realmente desea tener hijos puedo hacerles felices y cuando voy al templo, los monjes me dicen que es buena idea. Es buena idea dar vida a alguien para la mía próxima”*

Mujer devota

Mujer devota. / Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

Mujer devota. / Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

En Tailandia, la religión es un eje esencial en la moralidad individual y colectiva. Según datos oficiales, cerca de un 94 por ciento de la población es budista y la religión está totalmente presente tanto en el ámbito estatal como político. Así, los principios religiosos estén integrados en la sociedad más allá de lo privado y, lejos de la exotización que ha sufrido el budismo en Occidente, se convierte en una doctrina rigurosa con enorme impacto en el día a día de sus fieles.

Algunos de ellos, como el karma, la reencarnación o la “generosidad de las acciones” llevan a hacernos algunas preguntas en lo que respecta a la transnacionalización de la gestación subrogada: ¿cómo deciden las mujeres tailandesas tomar el camino de convertirse en madre gestante? ¿Qué pasa cuando la legitimidad religiosa pasa antes por el cuerpo? ¿Dónde está la línea?

 Mujer privada

Mujer privada. / Mujer devota. / Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

Mujer privada. / Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

A pesar de que en los textos originales, Buda admitía la capacidad de todo ser humano de alcanzar el nirvana, el sexismo en la jerarquía religiosa y algunas incoherencias en los textos respecto a las mujeres han potenciado que se impida la ordenación oficial de las delegaciones de bhikkhuni sangha (un equivalente a las monjas en la cultura judeocristiana). Su falta de autonomía y representación en la esfera espiritual tiene un simbolismo que, más allá de la visibilidad en las instituciones, impacta en el imaginario colectivo. El hecho de que no existan mujeres en ninguna de las dimensiones religiosas oficiales limita su capacidad de llegar a conseguir el máximo estadio espiritual y, en consecuencia, una “peor posición” en la “siguiente vida”. Esta invisibilización y exclusión histórica hacen que sus funciones religiosas se deleguen a lo privado, convirtiendo en algo anecdótico su presencia en espacios públicos.

La clara ausencia de las mujeres en las esferas religiosas impacta en las concepciones del día a día de manera muy clara. Si bien es cierto que en los hogares en Tailandia normalmente son las mujeres quienes administran y organizan el clan familiar, de puertas para fuera son los hombres quienes toman los puestos de poder, responsabilidad y dominio del espacio. Una estructura social como en muchos otros países que configura la sociedad haciendo que el rol de las mujeres en la vida pública este impregnando de un sexismo crudo.

 Mujer madre

Mujer madre. / Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

Mujer madre. / Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

El concepto de maternidad en el budismo tiene una fortísima connotación de estatus y prestigio social. Por ejemplo, en la escuela Mahayana (la otra rama más importante del budismo) no existe ninguna acción más venerada que la del dolor de concebir y dar vida a otro ser vivo. Según estas maneras de pensar y algunas leyendas en la narrativa budista, la maternidad se convierte, literalmente, en una escalera social, económica y moral que garantiza a las mujeres mejores re-encarnaciones en siguientes vidas. La palabra “mujer” se convierte en la semilla de la palabra “madre”. “Madre” llega a su máxima potencialidad a través del hijo -mejor si es varón- dentro de la relación paterno filial. El querer, cuidar y proveer tanto económica como emocionalmente a los hijos se convierte en un símbolo de mérito, honor familiar y estandarte económico una vez que los hijos crecen. De hecho en tailandés existe una palabra, bunkhun, que define los sentimientos y las prácticas alrededor de esta relación paterna y materna filial a través de la cual los hijos e hijas también han de honrar a sus padres y madres una vez adultos. En el caso de los hombres, la ordenación budista es una manera inmediata de pagar esa “deuda”. Una elevación del nombre de la familia en un sentido espiritual. En el caso de las hijas mujeres las implicaciones son emocionales (los cuidados a los mayores, la dedicación a las tareas familiares,etc.) y económicas en el caso de que estén insertadas en el mercado laboral.

No obstante, para aquellas mujeres de sectores sociales más bajos, la gestación subrogada entra en la ecuación. La falta de recursos económicos y el turismo masivo que sufre Tailandia desde los 70 han fomentado la opción de trabajo sexual en cualquiera de sus formas para muchas mujeres de todas las edades.

Además, el hecho de que la figura de la madre tenga tal peso en la familia -tanto en el ámbito económico como social- y su gran importancia para los “méritos espirituales” hacen que, para algunas, la maternidad se convierta en un camino hacia la salvación por sí misma.

Así, lejos de convertirse en una herramienta de empoderamiento, el “devotismo maternal”, la “generosidad de las mujeres” y el trabajo sexual como manera de escalón socio-económico refuerzan la alienación de la mujer, los roles de género y la perspectiva de la “buena mujer” tailandesa -madre, sumisa, obediente-.

Mujer entregada

Mujer entregada. / Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

Mujer entregada. / Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

No obstante, el concepto se torna aún más problemático cuando llega a la dimensión espiritual de cada una, cuando más allá de las herramientas económicas o sociales cala en los huesos más íntimos de una mujer.

Las llamadas acciones meritorias son aquellas que se hacen desde el budismo para conseguir un “premio” moral. Para ello existen dos términos en tailandés: bun, para aquellas acciones meritorias, y bap, para aquellas que quitan el mérito. La creencia en el karma y en la reencarnación en la siguiente vida depende básicamente del balance entre ambas. En el imaginario budista más ortodoxo, la noción de bun se realiza a través de ofrendas económicas en el caso de poder permitírselo y, en su ausencia, acciones que la compensen. Un “seguro espiritual” entorno al cual giran muchas acciones y prácticas diarias.

Académicas como Katherine A. Bowie han desarrollado teorías alrededor del concepto y sus inmensas implicaciones para los colectivos más oprimidos. La falta de capacidad económica para llevar a cabo donaciones en templos o en ordenaciones religiosas llevan a muchas personas de clase social baja a tomar otros caminos para las llamadas “acciones meritorias”.

Así, la gestación subrogada no sólo se convierte en una “solución económica”, a priori, sino también en un honor, un logro espiritual que afecta a lo más privado. La manera en la que el imaginario budista inunda los códigos sociales y las interacciones del día a día hace que esta doctrina para muchas mujeres tailandesas sea incuestionable e inapelable, anulando su pensamiento crítico individual.

Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

Ilustración de Lucía Naval @nunilobiloba.

 

Así la decisión de convertirse en madre gestante se torna para muchas mujeres en una acción que parte del devotismo, del convencimiento de que gracias a esta “ofrenda” la vida siguiente será mejor. El misticismo alrededor del concepto de maternidad y del rol de las mujeres en la sociedad y la familia hacen que ser madre gestante se convierta en un acto de alienación tanto religiosa como política. Y hace también que muchas mujeres tailandesas decidan dejar sus cuerpos expuestos a un capitalismo y a un clasismo voraz e invasivo. Que decidan utilizar su cuerpo como vasija con la que comerciar no sólo un producto -un bebé, un útero- sino también su propia salvación moral.

 

 


*Extracto de una de las entrevistas en el estudio de Elina Nilsson (2005): ‘Merit Making, Money and Motherhood: Women’s Experiences of Commercial Surrogacy in Thailand’. Master thesis in Gender Studies. Uppsala University

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