Un libro urgente para desentrañar el odio

Un libro urgente para desentrañar el odio

En estos días en los que la xenofobia está a flor de piel incluso en países colonizados como México y Brasil, vale la pena detenernos a pensar y buscar un camino. Yo lo encontré en el libro 'Contra el odio', escrito por Carolin Emcke.

28/11/2018

Portada de 'Contra el odio', de Carolin Emcke.Pareciera que volvimos en el tiempo. O que hemos olvidado. O quizás, a la manera de Monterroso, cuando despertamos el dinosaurio aún seguía allí, sólo que oculto y a la expectativa, esperando el momento perfecto para salir a atacar.

Las hipótesis son varias al enfrentarnos con las terribles narrativas racistas y xenófobas que cada día inundan más nuestro alrededor. De pronto, los discursos de odio comienzan a aparecer en bocas de personas conocidas, y nosotras, asombradas por aquellas justificaciones para desprestigiar al “otro”, no sabemos qué decir, cómo hacerles frente a estos discursos que se escudan de cualquier señalamiento crítico bajo una interpretación perversa de la libre expresión.

Las noticias dejan claro que todo el mundo occidental está viviendo una crisis xenófoba y racista, ya no solo Europa y los Estados Unidos, sino que el odio hace su aparición a través de comentarios y actos incluso en países colonizados como México y Brasil. Se defienden las fronteras y se le grita a los migrantes “Nosotros somos El pueblo”1. Se les criminaliza y se les apoda Rapefugies [juego de palabras en inglés entre ‘rape’, violación, y ‘refugees’, refugiados]. Se les asesina, y comienzan a aparecer frases viejas que intentan hacer que el odio sea excusable: “nos van a quitar el trabajo”, o, “¿por qué NUESTRO Estado tiene que atenderlos a ellos si nosotros somos los ciudadanos de este país?”

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Ante tal panorama, el cual se va haciendo presente cada vez en más partes del globo, vale la pena detenernos a pensar y buscar un camino. Yo, personalmente, encontré el libro Contra el odio, escrito por Carolin Emcke y me pareció que el trabajo que hace al desentrañar el odio para poder hacerle frente es imprescindible y urgente.

¿Qué es lo que ven? Es la pregunta con la que Carolin comienza su estudio. Se está refiriendo a aquellos grupos que gritan palabras de odio a todas esas personas que consideran peligrosas, diferentes. ¿Qué mecanismos de ceguera se activan para deshumanizar? ¿Es que las ideologías, las religiones, los posicionamientos políticos son tan fuertes como para dejar de ver seres humanos?

A lo largo del ensayo, Emcke expone y critica las normas sociales que excluyen sistemáticamente a otras personas, las cuales se refuerzan a través de mecanismos como retóricas del miedo, la “elevación populista de determinados afectos a la categoría de argumentos políticos” y el racismo camuflado de “preocupación”.

En este tiempo ¿quién no ha tenido una amistad que expresa oraciones similares a “No es que sea racista, pero me preocupa que la entrada de tantos inmigrantes afecte nuestra sociedad y estabilidad económica. Tengo derecho a expresarme y a mostrar mi preocupación por mi país”? Aquella persona “preocupada” se vuelve intocable pues, ¿acaso la preocupación merece algún reproche moral? Toda norma limitaría el libre egocentrismo. Carolin Emcke atina en el blanco al decir que la preocupación en realidad oculta una sensación de asco, resentimiento y desprecio. Esto hace que el umbral de lo “políticamente correcto” o “aceptable” se desplace cada vez más y los discurso racistas y xenófobos se vayan normalizando encubiertos bajo la preocupación y blindados de cualquier crítica.

Habría entonces que no sólo asumir la preocupación como uno de los grandes nuevos problemas del discurso de odio, sino también preguntarnos de dónde proviene esa preocupación para analizar los medios para desenterrarla de raíz. ¿De la sensación de impotencia frente a la realidad social, de la marginación y/o falta de representación política? En cualquier caso, bajo el pretexto de encontrar una solución a problemas sociales, la preocupación misma se convierte en un obstáculo para lograrlo.

Es importante que no nos dejemos engañar pensando que esas opiniones preocupadas no tienen mayor repercusión. Aquellas personas preocupadas son peligrosas. Son proveedoras del odio. Las leemos en las redes sociales y sabemos que jamás se comportarán tan desinhibidas como quienes gritan en la calle, no. En lugar de eso, lo que hacen es distanciarse públicamente del odio y la violencia, pero les proporcionan los fundamentos retóricos.

Pero ¿qué vías de acción concretas tenemos para parar esta epidemia de falta de empatía humana?  De pronto, entre las páginas, la imaginación hace su entrada con sus bien merecidos vítores. La lógica que nos propone Emcke es sencilla y lúcida: los esquemas de odio se fijan mediante relatos limitados de visión sobre la realidad. Así, determinados individuos o grupos se asocian con propiedades que los denigran. Es como las cadenas asociativas repetidas constantemente se convierten en “certezas”. Por ejemplo, una persona de Honduras, acompañada por toda su familia, que quiere cruzar fronteras hacia el norte para encontrar un lugar en donde pueda construir una vida digna, se convierte para los medios en una pieza más del grupo migrante, el cual se asocia con delincuencia y maldad. Pierde su subjetividad. Es por eso que las falsas generalizaciones que reducen al individuo a un mero representante de todo un grupo deben descomponerse.

Debemos seguir generando relatos en los que complejicemos, diferenciemos, tratemos con sutileza y reconozcamos a cada persona como ser humano subjetivo. Los colectivos desdibujados son los receptores del odio. “Los migrantes, los judíos, los musulmanes, los hondureños, los mexicanos, los árabes…” La lista podría seguir y seguir.

Esto me recuerda al texto El peligro de la historia única de Chimamanda Ngozi Adichie, en el que ella también aboga por la importancia de imaginar narrativas distintas a las que nos son masivamente presentadas por los medios, las cuales amputan lentamente la posibilidad de crear vínculos con aquellas personas distintas a nosotras.

La falta de imaginación es un adversario de la justicia y la emancipación

Este proceso que se propone no puede ser posible si no escuchamos, si a las y los migrantes se les sigue impidiendo hablar de sus recuerdos, de sus miedos… Al respecto, Emcke anota:

Escuchar no significa estar de acuerdo con todo lo que se dice, sino simplemente estar dispuesto a entender de dónde viene la otra persona y de dónde surge esa otra perspectiva.

El libro Contra el odio es una invitación a pensar y analizar el presente y también, a nivel práctico, a abrir los oídos y seguir hablando, debatiendo, interviniendo y señalando los discursos que denigran a otras personas. Es un libro que da fuerzas para hacerle frente al odio, el cual parece que se reproduce sin escrúpulos y que ha ido alcanzando tantas plataformas, que nos hace sentir solas. Carolin Emcke nos recuerda que no lo estamos. Vale la pena seguir defendiendo este presente, que nos pertenece a todas por igual.


1 Consigna que se ha repetido en varios actos de odio de una comunidad hacia los extranjeros, pero que, en el libro se refiere específicamente a los hechos sucedidos en Clausnitz, Alemania en el 2016.

 

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