Las Herederas: cine paraguayo contra el tabú del lesbianismo

Las Herederas: cine paraguayo contra el tabú del lesbianismo

Se lo ha llevado todo. Desde su estreno en la Berlinale, la película paraguaya Las Herederas acumula más de 20 premios internacionales. El último, el Sebastiane Latino, reservado a películas latinoamericanas de temática LGTBI, lo recibe el equipo de la película mañana viernes 21, en el marco del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde también compite el largometraje. El deseo sexual en mujeres lesbianas, adultas mayores y de la conservadora clase alta paraguaya, flota como un gran tabú, al que el film enfrenta desde una sutileza que desarma.

Texto: María Sanz
20/09/2018

En Asunción (Paraguay)

Apoyada sobre el capó de un coche, Angy mira hacia el infinito, y recita:

Oh loca divina, que canta y que llora, que ríe y que reza;
atrévete siempre, es ese un gran culto que pocos profesan.

suscribete al periodismo feminista

La observan, mitad ávidos, mitad espantados, los enormes ojos azules de Chela, una sexagenaria de la alta sociedad asuncena, que ejerce como su ocasional taxista. Con cada verso, Angy exhala también una bocanada del humo de su cigarrillo. Cada uno de sus movimientos, cada quiebre de su voz, emana sensualidad.

“Angy es una mujer fatal”, dice, en una charla con Pikara Magazine, Ana Ivanova, la actriz que da vida a este personaje en la película paraguaya Las Herederas. “Pero no como estamos acostumbradas a verlas en Hollywood. Angy es una sobreviviente, una mujer rota. Es la tercera en discordia, un agente del caos. Su mecanismo de vida es seducir para conseguir lo que quiere. Y su sensualidad se va develando poco a poco, de una manera sutil”, explica Ivanova.

Sutil. Todo en Las Herederas -luces medio en penumbra, colores apagados, guión sugerente- es sutil, delicado. Pero no por ello es menos explícito. Desde el planteamiento, Las Herederas sienta al público delante de tabúes como la sexualidad de una pareja de lesbianas adultas mayores, la infidelidad, la cárcel o la decadencia económica. Y lo hace de una forma que hace imposible apartar la mirada.

“[La película] es sincera. Trata de una problemática actual, que es contada de manera transparente y sin maquillaje, con el alma y el corazón. Un tema sensible, pero contado de manera delicada”, responde a Pikara Magazine la actriz Ana Brun, que interpreta a Chela, la protagonista de la película, unas horas antes de viajar a Donostia. Allá recibe, junto a sus compañeras, el premio Sebastiane Latino, destinado a las mejores películas latinoamericanas con temática LGTBI. Después, el filme abrirá la sección ‘Horizontes Latinos’ del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

El Sebastiane es un galardón más en una trayectoria alfombrada con distinciones. Desde su estreno en febrero en el Festival Internacional de Cine de Berlín, donde se llevó dos Osos de Plata, el Premio de la Crítica y el Premio Teddy (para las películas con temática LGTBI), Las Herederas no ha dejado de acumular premios en sus escalas en Lima, Puerto Rico, Santiago de Chile o Quito, pero también en Sydney, Kiev, Seattle o Amsterdam. En uno de sus últimos festivales, el de Gramado (sur de Brasil), se lo llevó casi todo: premios del jurado y de la crítica, y distinciones a la mejor actriz, mejor guión, mejor película y mejor director para Marcelo Martinessi, autor de documentales y cortometrajes también premiados, pero que nunca antes había dirigido un largometraje.

La cinta es además la candidata de Paraguay para competir en los Goya y los Oscar, y algunos ya comparan su trayectoria con la de la chilena Una mujer fantástica, protagonizada por una actriz trans y ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2018.

“Esta es una película universal, que cuenta un drama existencial a través de una pareja de lesbianas”, dice Ivanova. “Plantea una pregunta universal: que para el amor no hay edad, ni género, ni clase social. Por eso es que muchas mujeres, aunque sean estética o culturalmente diferentes, pueden sentirse identificadas, en muchos lugares del mundo”.

En Paraguay, el país donde fue rodada y de donde proceden el director, las actrices, y gran parte del equipo técnico, Las Herederas se enfrentó a un obstáculo imprevisto: los prejuicios de los sectores más conservadores, que amenazaron incluso con boicotear la obra.

Enojo y prejuicios del Paraguay conservador

Cartel de Las Herederas.

Cartel de Las Herederas.

“Esa película de lesbianas. Solo falta que vengan los putos [hombres homosexuales] a casarse acá”. Fue el grito de la senadora Zulma Gómez, del opositor partido liberal, durante la sesión del Congreso paraguayo en la que se otorgó un reconocimiento al equipo de Las Herederas. Antes de que ella abandonara la sala, hecha una furia, otros senadores ya habían dejado sin quórum la sesión. Era una agresión más después de semanas de críticas negativas, insultos y hasta encuestas en los periódicos acerca de si el público iría o no a ver la película.

“Somos una sociedad cargada de prejuicios. Muchas de las críticas han provenido de personas que ni siquiera vieron la película. Quien la ve, podrá observar que el film no defiende ni ataca ninguna postura especial: solo cuenta una historia, inspirada en hechos reales”, resume Ana Brun. Achaca las críticas a la doble moral: “Es una sociedad a la que le cuesta escandalizarse ante el robo y la corrupción, pero se santigua ante una pareja de homosexuales”.

Ana Ivanova está de acuerdo. “Una parte de la sociedad reacciona porque se niega a ver, se niega a mostrar, se resiste al cambio. Esas personas promueven un solo modelo de mujer, de familia, de felicidad, de éxito, y hasta de tristeza. Y la película muestra, desde una mirada de diversidad y de tolerancia, que existen otras mujeres. Esas mujeres están esperando el micro [autobús], en el banco, en una fiesta, o frente a tu casa. Están ahí, aunque quieran invisibilizarlas”, defiende.

La invisibilización es, precisamente, uno de los fantasmas que acechan a las lesbianas en Paraguay, especialmente a las que ya no son jóvenes. Lo cuenta, en una charla con Pikara Magazine, Carolina Robledo, activista de la organización paraguaya Aireana – Grupo por los derechos de las lesbianas, e invitada por la organización para entregar el Sebastiane Latino al equipo de la película en Donostia.

“La invisibilidad está muy arraigada en Paraguay. Todavía hay muchas parejas de mujeres que dicen ser hermanas, o amigas… Quizás ahora, con el auge de los movimientos feministas, las chicas más jóvenes se sientan más acompañadas o tengan más herramientas para hacerse visibles. Pero la dictadura, que es una etapa que se cerró hace no tantos años [en 1989], marcó mucho cómo nos manifestamos, y todavía faltan algunos años para que podamos sentirnos seguras. De eso también hablan Las Herederas: de esa herencia que dejó la dictadura”, expresa Robledo.

Para la activista, esa misma invisibilización hace que sea difícil saber cuál es la situación que atraviesan hoy muchas lesbianas que vivieron la dictadura, algunas de las cuales ya son adultas mayores, como Chela y Chiquita (interpretada por la actriz Margarita Irún), las protagonistas de Las Herederas.

Robledo recuerda que, como Paraguay carece de leyes para el matrimonio igualitario o las uniones de hecho entre personas del mismo sexo, las parejas de lesbianas quedan desprotegidas cuando, por ejemplo, quieren tener bienes en común -como una casa-, se separan, o una de ellas muere. Tampoco existen en el país lesbiátricos o residencias para adultas mayores en las que se tolere la diversidad sexual.

Una superposición de encierros

La invisibilización y la clandestinidad, en la película, se muestran a través de un laberinto de encierros superpuestos. El personaje de Chela se encierra en su habitación o en su coche, como una forma de representar los prejuicios y las convenciones de clase que la oprimen. Por su parte, Chiquita, su pareja en el filme, va más allá de la metáfora y aparece encerrada en la prisión. Cuando Chela acude a visitarla, tiene que escuchar cómo la funcionaria de prisiones le pregunta si es su familiar, o tiene que verla medio a escondidas en el patio, o en el taller de peluquería del penal.

Una situación un tanto absurda, pero que difiere poco de lo que ocurre en la realidad: en Paraguay, las mujeres lesbianas privadas de libertad no tienen acceso a las visitas íntimas de sus parejas. En el caso de las parejas heterosexuales, éste es un derecho que se concede sin mayores problemas, incluso cuando ambas personas se encuentran recluidas en prisiones diferentes. Pero, para las lesbianas, ese contacto íntimo con sus parejas no está permitido. Carolina Robledo y sus compañeras de Aireana lo tienen claro: es un acto de discriminación.

Margarita Irún y Ana Brun en una escena de Las Herederas.

Margarita Irún y Ana Brun en una escena de Las Herederas.

Desde finales de 2015, Aireana acompaña el reclamo de al menos una decena de mujeres internas en la prisión del Buen Pastor, ubicada en Asunción y donde se rodó parte de Las Herederas. Las activistas han presentado notas, han pedido reuniones, han elevado informes, no han dejado de insistir. Pero las autoridades penitenciarias y del Ministerio de Justicia no responden, o lo hacen para seguir negando el derecho a las visitas íntimas para las lesbianas.

La directora del Buen Pastor, Ana Dina Coronel, aludió por ejemplo a la ley penitenciaria 210/70, redactada en 1970, en plena dictadura paraguaya (1954-1989), que en su artículo 53 menciona que las personas internas en prisiones “podrá(n) recibir visitas privadas del sexo opuesto de acuerdo con los reglamentos”. Pero el actual reglamento de las prisiones, vigente desde 2012, no especifica ni el sexo ni el género de las personas que acceden a estas visitas. Solo habla de “el interno/a y su pareja”.

Cansadas de la falta de respuestas, las activistas de Aireana, junto con el equipo de Las Herederas, -incluyendo a las actrices Ana Ivanova, Ana Brun y Margarita Irún, y al director Marcelo Martinessi- aprovecharon la avant-premiere de la película en Asunción para volver a exigir el acceso de las lesbianas privadas de libertad a las visitas íntimas.

Robledo explica que, al ver que no se producían cambios, algunas internas han abandonado la petición. Otras han retrocedido porque temen que exigir sus derechos haga que se les alargue la condena. “Dentro de la prisión están en una situación tan vulnerable, que algunas creen que es mejor no insistir, no crear problemas”, dice Robledo. “Pero otras quieren que esta situación se resuelva, al menos para todas las mujeres que lleguen a la prisión después de que ellas hayan quedado en libertad”.

Las deudas pendientes

La de permitir el acceso de las lesbianas a las visitas íntimas es una más de las deudas que acumula el Estado paraguayo para garantizar la igualdad de derechos entre todas las personas. Otra de ellas, como señalan Ana Ivanova y Carolina Robledo, es la ausencia de una ley contra toda forma de discriminación, que poseen casi todos los países de Sudamérica, pero que en Paraguay despierta el recelo de los sectores más conservadores, que temen que la ley habilite el matrimonio igualitario.

“En Paraguay nos falta hablar, y nos falta pensar”, dice Ana Ivanova. “Nos falta entender que somos una sociedad diversa, pero que debe ser igualitaria, en el sentido de ser iguales ante la ley. Creo que Las Herederas planteó preguntas a una sociedad que necesita verse y cuestionarse. Porque ésa es la función del cine: contar historias, hacernos más humanos, permitir que nos miremos desde muchos otros lugares. Mucha gente iba a ver la película, y le desarmaba completamente. Esa gente habrá podido repensar y reflexionar, y creo que el principal aporte de la película ha sido abrir ese debate”.

Ana Brun coincide. “Yo creo que [Las Herederas] abrió una gran puerta, en el momento preciso, para que los prejuicios, pese a quien pese, vayan desapareciendo. No se puede cerrar los ojos a una realidad. No basta con decir ‘no vamos a permitir, no dejaremos que pasen la película’. La intolerancia lleva al caos y a la violencia”, expresa la actriz.

Carolina Robledo advierte, sin embargo, de que el panorama político actual de Paraguay, después de la toma de posesión del nuevo presidente Mario Abdo Benítez, el pasado 15 de agosto, no es el más favorable a la diversidad. “Tenemos a un presidente que es un hijo directo de la dictadura [su padre fue secretario privado del dictador Stroessner], que reivindica hechos nefastos, y que ya desde su campaña hablaba de que estaba en contra de las personas LGTBI. Eso te da una pauta de que no va a ser una persona abierta para legislar para todas las personas”, expresa.

Pero insiste en que el trabajo pendiente, desde las organizaciones y desde el arte, no va a detenerse. “Aunque no tengamos respuestas desde el Estado, el trabajo de organizaciones como Aireana tiene respuesta de la gente, y ese trabajo no retrocede. Por eso también apostamos mucho al arte, a las películas, donde una se pueda sentir identificada, donde puede sentir un cambio, tener otra mirada que no sea la del prejuicio que te enseñaron, ir más allá. Todo eso no retrocede aunque nuestro país se siga resistiendo a incorporar leyes para el goce de todas las personas. Nosotras vamos a seguir exigiendo y resistiendo”, concluye Robledo.

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba