Lo gay no quita lo lesbófobo

Lo gay no quita lo lesbófobo

El Orgullo Gay, Gayfriendly, Gaixample. Guía Gay; lo gay como lo universal omnipotente que representa a todo lo que es “no gay”, al saco de la otredad. Y ahí estamos nosotras: las bolleras, lesbianas, tortas, tortilleras, comecoños, prófugas del régimen heterosexual, safistas o lo que queramos reapropiarnos, pero no gays, no nos representa.

06/07/2018
Grupo de bolleras en el Orgullo Crítico de Madrid, 2017.

Grupo de bolleras en el Orgullo Crítico de Madrid, 2017.

En el World Pride (que en inglés vende más) del 2016 se presentó como jurado para dar el pregón a tres especímenes del Homo Heterus del famoso programa MásterChef. La olla en la que cocinaban sus privilegios heterosexuales explotó gracias a la alta temperatura de las críticas del colectivo de la diversidad sexual a la que se vieron sumidxs. Este año, como parche, convocaron para el pregón a Boris Izaguirre, Javier Calvo, Alejandro Amenábar, Javier Ambrossi, Pepón Nieto y Cayetana Guillén Cuervo. Todos gays y una heterosexual. ¿Lesbianas? Ninguna. ¿Será que los Homo Bollerus estamos en peligro de extinción?

De las casi 50 carrozas, apenas dos eran de lesbianas. Encontrarse con una lesbiana en una estampida de gays blancos musculosos heteronormativos y burgueses, es casi una suerte de lotería. No voy a entrar a hablar sobre el carnaval gay mainstream despolitizado que mercantiliza y capitaliza la disidencia sexual para forrarse con dinero rosa, porque eso da para otro artículo, pero que no estemos presentes en el pregón -el único acto político de carácter reivindicativo- dice mucho de la supremacía gay que invisibiliza a las lesbianas. El movimiento gay ha tenido el megáfono de la lucha LGTBIQ+, dejando al resto de disidencias sexuales en modo mute.

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El Orgullo Gay, Gayfriendly, Gaixample. Guía Gay; lo gay como lo universal omnipotente que representa a todo lo que es “no gay”, al saco de la otredad. Y ahí estamos nosotras: las bolleras, lesbianas, tortas, tortilleras, comecoños, prófugas del régimen heterosexual, safistas o lo que queramos reapropiarnos, pero no gays, no nos representa. Y si no, que cambien las siglas  LGTBIQ+ por “HG”, ya que el resto del colectivo está mudo. Los gays cis están acostumbrados a tener voz y a hacer uso del espacio público para reivindicar porque, son varones, y como tales, tienen el privilegio y la hegemonía que esta sociedad patriarcal les ha otorgado. Los pocos bares que hay exclusivamente para lesbianas son colonizados por gays; las jornadas, eventos y cualquier invento lésbico acaba convirtiéndose en gaylandia si no se específica que es no mixto. Y a lo largo de la historia del activismo, los colectivos de lesbianas siempre han sido la muñeca rusa dentro de los colectivos de liberación homosexual o gay, un subgrupo sin rótulo propio. Hasta que toman de rehén la lucha lésbica para hacerla suya, siendo portavoces de una causa secuestrada, sin permitirnos contar nuestra propia historia y las lesbianas decidimos separarnos y abrirnos camino con el labris.

Ni qué hablar de la publicidad, como espejo gaycéntrico. Este pasado junio, el Ministerio de Salud de Chile lanzó una campaña de prevención del VIH/SIDA y ETS bajo el lema “Siempre condón”. Adivina, adivinanza. Sí, se trataba de un condón masculino como único método de cuidado, donde aparecía una pareja de homosexuales (lo políticamente correcto según el estamento médico que antes nos patologizó). O las lesbianas somos asexuales o tenemos un gen lésbico inmune al VIH/SIDA. Si la sexualidad de las mujeres no importa, la de las lesbianas mucho menos. Porque las lesbianas tenemos oferta 2×1 en el mercado de las opresiones: por mujeres y por lesbianas. Oferta 3×1 en el caso de las mujeres trans lesbianas.

¿Pero si no hay penetración, no perdéis la virginidad, ¿no?” “En realidad las lesbianas tenéis una polla pequeña”. “No me hables de coños, ¡que asco!” “Esto está lleno de chochos” “Pero no tienes porque parecer un chico, estarías más guapa con el pelo largo” “No se te nota”. Podrían ser comentarios de un machirulo, o de Freud, pero lo son de compañeros gays, basado en hechos reales. Veamos qué características observamos: falocentrismo, repudio a la sexualidad femenina, perpetuación de estereotipos sexistas, plumofobia anti feminidad (rasgo asociado a las mujeres por antonomasia) y homofobia internalizada para parecer heterosexuales normales y disimularlo. Anda, ¡pero si nos ha salido un gay misógino!

Porque no olvidemos que el machismo tiene los tentáculos muy largos y lo toca todo, hasta el arcoiris. Ser del colectivo LGTBIQ+ no nos hace feministas, si no tomamos la decisión de politizar nuestra sexualidad. ¿U os pensábais que todas las siglas estaban bien pegaditas con loctite y que caminábamos todxs juntxs de la mano?

El machismo de arcoiris existe, porque lo gay no quita lo lesbófobo, y lo marica, puede que sí.

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