De pañuelos y revoluciones

De pañuelos y revoluciones

Freya Cadena* 

 

                        Ignoramos nuestra verdadera estatura

hasta que nos ponemos en pie

– Emily Dickinson

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Catita Arroz y su campaña para apoyar el aborto libre en Argentina usó imágenes de personajes reconocidos.

Este es un testimonio desde dentro de las mismas asambleas, previas, […]

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23/06/2018

Freya Cadena* 

 

                        Ignoramos nuestra verdadera estatura

hasta que nos ponemos en pie

– Emily Dickinson

 

Catita Arroz y su campaña para apoyar el aborto libre en Argentina usó imágenes de personajes reconocidos.

Este es un testimonio desde dentro de las mismas asambleas, previas, durante y después de la aprobación de la Ley de Aborto en la Cámara baja de Argentina. 

El pasado 13 de Junio, y después de una serie de eventos que como colectivas organizamos; cientos de mujeres con el resistente deseo de lograr para toda persona con capacidad de gestar la posibilidad de optar en cualquier momento y por cualquier razón por un aborto seguro, libre y legal.

La jornada empezó con los primeros rayos de sol y pronto el día se vio copado por decenas de actividades que todas las grupas feministas de Córdoba habían preparado, entre esas; pañuelazos, acciones, intervenciones. En Córdoba recorría el aire y la sensación de complicidad, de unión, de esperanza, de seguridad y sobretodo de cariño hacia todas las mujeres con quienes se construyó y se había transitado esta lucha. Era imprescindible en medio de nuestra rutina seguir de cerca el debate en la cámara de diputados y así lo hicimos desde su inicio a las 11:00 h.

Muchas miraban el debate desde su oficina, casa, universidad, un sin número de sentimientos nos atravesaban, pensábamos en cuanto nos había costado transitar una lucha cuyo principal objetivo era obtener la legalización de un derecho que nunca se nos debió arrebatar, recordábamos con nostalgia cada paso que dimos y que se dio en el pasado, ese que dejó un legado y ahora gritábamos también por las que no están.

En instantes alrededor nuestro una marea de color verde pintaba la ciudad, en la esquina donde me encontraba, con 4 grados bajo cero y mis manos salpicadas de color verde, de las pintas que hicimos, me decía: somos imparables, somos decididas, lo vamos a lograr.

Aquella noche llegó  con un viento agudo y frío; todas las agrupaciones que hemos acompañado esta causa nos tomamos las calles, específicamente las cercanas al museo de antropología de la Universidad Nacional de Córdoba, no es casual la elección, en esas mismas calles se realizó la reforma universitaria de 1918. Dicho de otro modo los muros de esta universidad tienen memoria. Y fue ahí donde nos congregamos.

Con carpas, música y un proyector que minuto a minuto nos informaba de la situación del debate aguardamos en una vigilia llena de alegría y de energía inacabable por alcanzar nuestros derechos. Transcurrían las horas y la temperatura seguía bajando, buscamos cobijo en la sororidad de nuestra presencia, en momentos dormíamos compartiendo una fina frazada que logramos conseguir. Nos abrazábamos para contener los escalofríos que con 4 grados bajo cero nos trituraba.

Por momentos bailábamos o cantábamos para despertar nuestro “espíritu socorrista” y no decaer ante el clima, o  ante los cambiantes pronósticos de votos y que dicho sea de paso jugó con nuestras emociones, inclusive ante los comentarios antiderechos que de trasfondo se escuchaban por medio de la transmisión.

Irónicamente mientras esta inacabable lista se transmitía en televisión nacional un mensaje llegó a nuestra página de Facebook. Una mujer desesperada nos consultaba por información para abortar, “No puedo tenerlo, no ahora, necesito su ayuda por favor”. Al verlo miles de sentimientos nos tocaron y a la vez también miles de pensamientos nos asaltaron, Unánimemente dijimos: no queremos que otra mujer tenga que sufrir de esta manera por el deseo de resguardar su proyecto de vida, de resguardarse a sí misma.

Hicimos del verde nuestro grito de esperanza 

Así que, como colectiva socorrista “córdoba hilando” decidimos, organizar una intervención simbólica y transmitir el debate, con aires de colectividad y pasión por nuestra militancia, pintamos la avenida Hipólito Yrigoyen de color verde. Para nuestra grata sorpresa decenas de personas se acercaron a pintar con nosotras, participaron de nuestra intervención, pronto cientos de personas, tantos que ni la policía pudo detenernos o amonestarnos por haber pintado las rayas blancas de tránsito, motivo suficiente para una detención. Los rodillos cruzaban el asfalto, mientras cantábamos en coro fuerte y estruendoso “Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.

La mañana llegó y desde las 08h00 todas esperábamos con ansias la resolución, con miedo pero también con la confianza que ta da escuchar: “Si no sale, de todas formas el movimiento es muy grande y haber logrado esto es lo que nos hace ya ganar”. Sin embargo nunca dejamos de cantar, y mientras lo hacíamos, en la cámara de diputados se disputaba voto a voto la decisión trascendental. Y llegó el momento, un silencio estruendoso invadió toda Argentina, cada segundo nos abrumaba y de manera esperanzadora este se rompió con el voto final, tras 23 horas de debate y con 129 votos a favor, se habría aprobado la Ley sobre la despenalización del aborto en la Cámara baja de Argentina.

Las lágrimas, los gritos, las bengalas, los cánticos, los abrazos, todo fue un mar, un estallido de emociones y lo disfrutamos, se había aprobado no lo que los medios llaman aborto, sino además la educación sexual para decidir, la anticoncepción para no abortar, aborto legal, seguro y gratuito para no morir.

Como socorristas había una claridad; desde ese día no debería existir ninguna otra mujer que nos diga que pagó 900 pesos por pastilla y que el vendedor le dijo que necesitaba 12, o aquella mujer de barrio que tuvo que pagar 30 mil pesos por hacerlo en una clínica clandestina, o la trabajadora que tiene 3,4,5,7 hijos/as porque su doctor no le dio el pase para realizarse una ligadura de trompas.

Lo que anhelamos es que la ley pase en su totalidad para que haya asesorías científicas y libres de prejuicios en los centros de salud, acompañamiento social y psicológico en el caso de que las mujeres lo requieran. Hemos dado el primer paso, y hemos hecho historia.

Del pañuelo blanco al pañuelo verde

Si hay en Argentina un símbolo de lucha en las mujeres es el pañuelo, lo hicieron las Madres de la Plaza de Mayo y hoy casi 40 años después los pañuelos verdes son el símbolo de la lucha feminista. No es raro escuchar en esta ciudad los comentarios y dedicaciones de esta lucha a las abuelas que lucharon por el derecho al voto, a las madres que conquistaron el derecho al divorcio y hoy nosotras dejamos para las generaciones futuras el derecho a decidir si maternar o no.

Nos abrazamos porque siempre nos tuvimos entre nosotras para luchar pero también para abrigarnos de cariño en momentos difíciles, porque conocemos lo importante que era para la otra así como para una la aprobación de esta ley.

Al final de la jornada, caminamos juntas como colectiva, como bloque, más unidas que nunca, cantando, bailando, porque a pesar del cansancio seguíamos firmes, porque a pesar de que el frío nos cortaba el cuerpo, nos movía más el saber que valió la pena.

Llenas de lágrimas de felicidad recorríamos toda Córdoba, que hermosa lucha pensaba al mirar una y otra vez los abrazos de sororidad que sucedían cuando al caminar se encontraban compañeras de lucha. Vibrantes de felicidad cantamos en coro, gritamos muy fuerte para que todo el mundo se entere que lo logramos, de esta forma retumbaba el sonido de nuestras voces en las calles.

“Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América Latina”

“Se cuidan, se cuidan, se cuidan los machistas, América Latina va a ser toda feminista”

Esa noche nos fuimos a casa, sabíamos que teníamos media sanción en la cámara baja, sin embargo estábamos conscientes que al día siguiente la lucha continuaría para que sea ley en el Senado, tenemos la firme convicción que todo cambiará: la clandestinidad, el miedo, los encuentros a escondidas, los chat secretos, el sentimiento de culpa, la vergüenza, el aislamiento.

(*) Freya Cadena: Es estudiante de psicología en la Universidad Nacional de Córdoba, apasionada por el psicoanálisis y el feminismo, militante de Socorristas en Red. Anteriormente colaboró con la Red de Acompañamiento en Aborto Las Comadres en Ecuador.

 

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