De las pipas y el guateque de la movilidad social

De las pipas y el guateque de la movilidad social

Nerea Miralles Nerea Aguilar 

Nuestro clasismo de cada día

Después de ver un corto llamado Pipas,  que al parecer causó sensación en  redes sociales, he decidido lanzar unas cuantas reflexiones al aire, con la esperanza de encontrar a quienes desde la impotencia, se sintieron atravesadas también por mil cuchillos. No es necesario tampoco haber visto la […]

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25/05/2018

Nerea Miralles Nerea Aguilar 

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Nuestro clasismo de cada día

Después de ver un corto llamado Pipas,  que al parecer causó sensación en  redes sociales, he decidido lanzar unas cuantas reflexiones al aire, con la esperanza de encontrar a quienes desde la impotencia, se sintieron atravesadas también por mil cuchillos. No es necesario tampoco haber visto la joya, ya que el debate es de lo más cotidiano que podamos encontrar.

Cuando vi la imagen de dos chonis ampliamente compartida en mi Facebook por amigos con comentarios como ‘jajajajjaja, que bueno’, pensé: “¡Aleluya! Por fin aparece un vídeo con protas kinkis que la gente acoge y reconoce!” Así que sin más dilación, me dispuse a atender entusiasmadamente los 3.25 minutos de vídeo.

La historia se ambienta ya en un barrio marginal… bueno, vale, chonis en un polígono, nada nuevo. No han pasado 25 segundos y ya una de las sujetas utiliza su pelo para hacer de hilo dental. Uy esto no pinta bien. Después le sigue una conversación sobre el “novio” de una de ellas que trabaja en una panadería y está intentando aprender inglés, podríamos decir que el chico está intentando autorealizarse y forjarse un camino, casualidad que este ímpetu e inquietud sea asociada a una figura masculina. Hay que ver, la paranoia feminista no tiene limites, me digo.

En el próximo minuto oiremos:

–  Desde que se ha metido a (lxx) E.S.O. esta a su puta bola

–  ¿Qué E.S.O.?

–  Pues E.S.O., el graduado escolar ese como se llame

Me pregunto cómo una persona en edad de escolarización obligatoria, la cual puede tener sanciones por no ir a la escuela y a su vez está probablemente, rodeada de primos/vecinos/gente que sí estará cursando la E.S.O., no puede saber lo que es E.S.O. En este caso queda claro que la guionista pretende dejar explicita una ignorancia bastante profunda.

– Cuando se pone a hablar inglés me da vergüenza ajena. Ingles pa’ qué si va a ser panadero toa su vida.

La coprotagonista no solo desvaloriza las capacidades de su compañero sino que además, no estudia porque desde su subjetividad le parece una tontería e insta a que los otros no lo hagan porque están haciendo el ridículo al intentar tener conocimientos y trayectorias que no les pertenecen. A esta maniobra se le llama individualización/personalización y responsabilización del fracaso. Convocar al sujeto que reproduce y/o justifica la violencia entre “iguales” o hacia sí misma, desplaza el foco de atención de la posición que tú (o el resto de la sociedad),  tienes/tenemos dentro de esa relación de poder.

Antes de profundizar más os haré un spoiler para revelaros que hasta la finalización del vídeo, atenderéis un guión extremamente tosco, que lleva a las personajes carentes de carisma prácticamente a la humillación  a través de diálogos que exprimen y exaltan hasta la saciedad su vacío lingüístico e intelectual.

Cuando acabó el vídeo lloré, hasta que unas líneas mas abajo leí:

“Éste es un retrato fresco e irónico sobre el fracaso escolar desde la visión de dos chicas de barrio. Ha ganado 28 premios”.

Entonces dejé de llorar y pasé a la ira y la sed de venganza y aquí estoy.

Creo que somos muchas las que podemos reconocernos desgraciadamente entre el entramado de estereotipos refritos con forma de chiste que nos ofrece nuestra querida directora Manuela Moreno. De los veintidós que éramos en el cole cuando empecé, nueve pasamos al bachillerato y cuatro llegamos a la universidad. Después de aprobar por los pelos, alcancé los dieciocho años sin saber qué era el número pi, pensaba que democracia y monarquía eran sinónimas y no sabía que España había pasado por una Guerra Civil.

No sé lo que esto tiene de gracioso, de hecho, creo que es bastante dramático, no ¿Manuela?

Espero que en algún momento alguien me de una explicación, porque pensar que toda la gente que me rodea, con sus másteres, sus discursos butlerianos, sus trabajos de educadores y demás background, no son capaces de identificar el clasismo flagrante de este vídeo… pensar que se han tragado en serio el sándwich de meritocracia con doble de “eres especial porque lees mucho”, sinceramente me pone los pelos como escarpias.

Una vez leí algo así como: “El problema es que los grupos privilegiados universalizan sus experiencias y necesidades, olvidándose de su propia especificidad”(Ochy curiel). Olvidan que la mayoría de la población en edad temprana no tiene paga de los papis, además puede que a estos se la chupe un pie que estudies o no, cabe que te sugieran traer dinero a casa, no hay financiamiento de la universidad, no hay clases de ingles, ni centres oberts donde encorsetar a lxs hermanos/abuelos/parientxs. Hay listas gigantes para la Seguridad social, el reino de los congelados como base alimentaria, aulas masificadas, RAEs/ PIRMIS/etc y trabajo en el Pans&Company.

No estoy diciendo que estos grupos sean homogéneos, ni estancos. Lo que me gustaría dejar sobre la mesa es que esta orgía de oportunidades y movilidad social en que de repente somos todas una gran clase media precaria y diversa, es una quimera.

Para superar este espejismo es ineludible abandonar el acolchado privilegio de autorepresentación y desmontar al otro nombrándote y  trazando el círculo de tu especificidad. Significa echar tu vida al asadero del juicio colectivo. Que te sitúen, que te nombren, asumir que en el cauce de  tus posibilidades se forjó en el barrio en el que vives, en la estructura de tu familia y en tu (MUY específica) cultura. Que el (no) oficio de tus padres , el capital material, político, lingüístico y cultural que te rodeó, condicionó tu nivel educativo, tus gustos, tus gastos, tus expectativas y los trabajos por los que pasaste y pasarás.

“Un trabajador varón con mono azul y un carne sindical en el bolsillo podría haber sido un símbolo apropiado  para la clase trabajadora de los años cincuenta. Una reponedora mal pagada y a tiempo parcial sin duda sería representativa de esa misma clase hoy en día. Pero esta clase trabajadora contemporánea está ausente de las pantallas de televisión, de los discursos de nuestros políticos y de las páginas de comentarios de nuestros periódicos…. Cuando al fin logran colarse en las paginas de un libro, casi siempre es para dar lástima o con un toque humorístico.” (Owen,2011)

Así pues, resultado del filtro educativo, el laboral, las barreras burocráticas y las limosnas del Estado, se perfila una de las muchas ciudadanías de segunda. Otras formas de pensar la vida, de nombrar las violencias, otros valores, otra moral, otra música y otros looks, que serán caricaturizados y estereotipados sistemáticamente desde la ciudadanía de primera en forma de choni que disfrazará la desigualdad de una mediocridad pasiva. <<Basura blanca>> en bancarrota cultural, adictos a los selfies en el espejo, los reality shows, el mal gusto y la maternidad temprana.

Apuntadas estas cuestiones y volviendo al vídeo en sí, concluyo que ponerle cara al fracaso escolar sin problematizar el fracaso escolar, es como ponerle color a la pobreza sin problematizar la pobreza, muy fuerte, muy simplista y muy violento. El hecho de que este vídeo y los comentarios youtuberianos bizarros que le acompañan, no hayan hecho saltar las alarmas o que se pueda minusvalorar abiertamente a alguien por sus faltas de ortografía o por no leer libros, esclarece muchas cosas.

La información es poder, el cómo, el cuánto y el cuándo se distribuye esta información, es control. Pretender que las instituciones educativas sean banquetes donde nutrir una población democráticamente saludable, es una ofensa al sentido común. Para que la gente cargue con trabajos y realidades de mierda que abocan la creatividad y la realización a la sequía más absoluta, es necesario el fracaso escolar porque este significa mucho más que un suspenso en matemáticas y no se arregla con clases particulares.

Es necesario (re)construir una historia y un presente local revelando los tabúes y desigualdades internas. Empezar a nombrarnos (si es el caso) como payos y qué es lo que esto comporta, explicar quiénes son los moros y los pakis o qué carajo es la generación ni, ni. Podríamos hablar del fracaso educativo desde la segregación escolar, desde los procesos migratorios, los conflictos norte-sur y su relación con la periferia geográfica y cultural. Asumir que no todos somos “personas”, “que las fronteras sí existen,  que el rollamen de ciudadanos del mundo se acaba en tu pasaporte rojo y que los chonis no son una tribu urbana que se automargina, sino elementos, vivencias y raciocinios  que has unificado y agenciado para catapultarte a ti mismo a una vida llena de refinamiento político/cultural, ambiciones, esfuerzos recompensados y victorias merecidas.

Sin mediocres no existe vanguardia.

Para no cortarnos las venas colectivamente sugiero finalizar haciendo un esbozo de nuestra vida para saber desde dónde hablamos y de qué nos reímos. Dejar de pensar en quién es la “choni” y pensar en quién eres tú para la “choni”, qué es la política, qué relación hay entre lo apolítico, la muerte sindical, el tremendo aburguesamiento de los movimientos sociales, el trabajo precario/sumergido y el desmembramiento ético, moral e ideológico causado por la arrasante entrada del capitalismo neoliberal. Cómo se nombran las desigualdades tras la crisis de la industria y cómo coño te identificas en la cadena de producción si vendes fuentes de agua ecológicas por teléfono.

Desmitificar colegios y universidades como únicas fuentes del conocimiento humano para que nuestros discursos y práctica política dejen de beber de fuentes y sujetos tan intelectuales, institucionales y excluyentes, desintoxicarnos de tecnicismos, gozar del silvestrismo gramatical y zanjar ya por favor esa angustiosa relación amorosa romántica para con los libros y “lo culto‟ porque es peor que las películas de Disney.

Desde aquí podremos crear un horizonte vivible donde organizarnos de formas bizarras, encarar las violencias políticamente correctas, mandar a la mierda la sociedad del mérito y prenderle fuego a la RAE con sus fans dentro. <3

 

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