No eres galán

No eres galán

Camila

Adaptación foto Camelia de Faby | Creative Commons

Hay muchas maneras de acoso, quizás cuando pensamos en esa palabra se nos viene a la cabeza la persecución en la calle, o la espera sigilosa en algún punto de nuestros lugares de paso a lo largo del día. […]

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20/04/2018

Camila

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Adaptación foto Camelia de Faby | Creative Commons

Hay muchas maneras de acoso, quizás cuando pensamos en esa palabra se nos viene a la cabeza la persecución en la calle, o la espera sigilosa en algún punto de nuestros lugares de paso a lo largo del día. El acoso puede ser también telefónico, con llamadas insistentes, o mensaje (Whatsapp, Facebook, e-mail… y todos los portales que la revolución tecnológica nos brinda) eso también forma parte de nuestro imaginario de acoso general y global.

Pero existe un acoso aún disfrazado por el heteropatriarcado, que es el de ofrecer regalos de manera continua, aún cuando la chica los desestima y no los acepta, porque simplemente sabe la naturaleza turbia de esos regalos. Desde la visión de la sociedad eso se cataloga como un acto galán, y eres una desagradecida si no los aceptas, prefiero ser una desagradecida y tirarlos a la basura. Hay hombres que aún creen saber lo que es mejor para una, lo que una realmente siente, y se autodenominan los salvadores de la princesa que no quieres ser. En sus cabezas primigenias regalar significa adquirir, como si el receptor tuviera que dar algo a cambio, adquirir el beneplácito del otro, casi un consentir.

Me hacen reír esos chicos inteligentes que demuestran su bajeza diciendo: “pero tengo dinero suficiente”, “yo soy lo que te mereces, soy mejor” o “yo nunca miraría a otra chica”, porque eso es fariseo y demagogo, a una chica del siglo XXI le da igual el dinero que tengas, o las veces que mires a una chica en el bus, sinceramente nos da igual.

A veces pienso que el amor romántico es verdaderamente un virus del que todos participamos y bebemos sus mieles y su hiel, un virus que puede desembocar en este acoso disfrazado de galantería, cuando el no es no y aún se empeñan en querer cambiar nuestro parecer como si estuviéramos equivocadas, como si no supiéramos lo que queremos o fuéramos eternas menores de edad.

Soy una mala feminista, y mi discurso será incoherente en muchos puntos, como lo es el de otras mujeres que militan dentro del feminismo. Al igual que toda chica joven he estado imbuida por el amor romántico, creo en él a ratos, aunque no confíe en las medias naranjas, sino en las naranjas enteras, pero estoy harta de esa galantería misógina, de esa “conquista” ¿soy un nuevo territorio? ¿un territorio a dominar y explotar? ¡basta ya!

Ser galán y caballero en ese sentido no te hacer ser más educado, ni cívico. Me da igual las mil rosas que tengas para ofrecerme en los días que el marketing diga que tienes que hacerlo. Yo me quedo con el chico con el que duermo cada día, con el que me hace soñar sin ser San Valentín u otra fecha de El Corte Inglés, con el que me resfrío a la vez y el que no me dice cómo tengo que hacer las cosas.  No eres un galán, eres un acosador.

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