Análisis Gorrión Rojo

Análisis Gorrión Rojo

Leire R. Catalán

Escena de la película Gorrión Rojo

Tras el boom de los Juegos del Hambre Jennifer Lawrence llegó a ser la sexta estrella mejor pagada en Hollywood. Su frenético ascenso en el barómetro de la fama le regaló portadas y entrevistas pero también la intromisión ilegal a su […]

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06/04/2018

Leire R. Catalán

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Escena de la película Gorrión Rojo

Tras el boom de los Juegos del Hambre Jennifer Lawrence llegó a ser la sexta estrella mejor pagada en Hollywood. Su frenético ascenso en el barómetro de la fama le regaló portadas y entrevistas pero también la intromisión ilegal a su espacio íntimo. En 2014 sufrió un ciberataque y los límites de su vida privada y pública desaparecieron. La actriz tuvo que hacer frente a lo que ella misma consideró una agresión sexual: “La sensación es como si el planeta entero me hubiera violado en grupo“.

A lo largo de su carrera Lawrence no ha dejado de ser juzgada por su apariencia física. Las críticas se han dirigido tanto a su figura (no suficientemente delgada para algunxs) como a su modo de vestir. Los ataques se han disparado en los últimos meses con motivo de la promoción y estreno de la última película que la actriz protagoniza, Gorrión Rojo. El linchamiento mediático más violento se produjo por la elección de vestido que hizo para la presentación de la película en Londres:

“Guau. No sé cómo empezar a hablar sobre la controversia: “Jennifer Lawrence lleva un sugerente vestido en medio del frío”. Es tremendamente ridículo y estoy profundamente ofendida. Ese vestido Versace es fabuloso ¿creíais que iba a taparlo con un abrigo y una bufanda? Estuve fuera sólo 5 minutos, pero hubiese hecho lo mismo incluso con nieve por mostrar ese vestido porque amo la moda y esa fue mi decisión. Esto es sexista, ridículo, esto no es feminismo. Sobrerreaccionar ante todo lo que una persona dice o hace, generando controversia con cualquier estupidez, como por ejemplo con lo que decido llevar o no llevar, no nos hace avanzar. Nos distrae de lo que realmente importa. Gente, hay que controlarse. Todo lo que veis que me pongo lo he decidido yo. Y si me apetece pasar frío, ¡es mi decisión también!” Escribió la actriz en Facebook.

Al margen de la discusión sobre la libertad de elección que ha removido los cimientos teóricos feministas en los últimos años, la declaración de es un incuestionable estoy-hasta-la-narices de la actriz. La crítica no tardó dirigirse a su personalidad. La espontaneidad de Lawrence fue puesta en tela de juicio tras los últimos Premios Óscar. Los mass media consideraron que Lawrence se había “desmadrado” demasiado y las redes sociales no tardaron en arder. La foto más viral tras la gala fue la de la actriz con una copa de vino saltando por encima de unas butacas para saludar a su colega Meryl Streep.

Atención spoilers.

Gorrión Rojo ha resultado ser terapia y “venganza” a partes iguales contra el linchamiento mediático continuo que ha recibido la actriz desde que se convirtió en rostro público. La escena que incluye el desnudo de Lawrence, el mismo elemento que ha servido de cebo marketiniano para el gran público, es la que merece un especial análisis. Sin duda, el contenido narrativo y visual de esta secuencia constituye una bala de oro contra todos los males que ha soportado la actriz.

En Gorrión Rojo, Jennifer Lawrence interpreta a Dominika Egorova, una bailarina de ballet de primer nivel en Rusia que entra en un centro de formación para servicios inteligentes rusos. Dominika aprende a utilizar la seducción y la inteligencia para desenmascarar a los topos estadounidenses. Para ello, la formación de las mujeres en este centro insiste en insensibilizarlas ante el sexo, la violación debe ser asumida como un proceso necesario para obtener información.

La escena que analizo se produce en una de las clases del centro tras el intento de violación que sufre Dominika. La profesora llama a la protagonista para que se coloque frente a la clase y le advierte al oído: “Haz todo lo que te pida“. Se abren las puertas de la clase y aparece el agresor lleno de magulladuras consecuencia de la resistencia que opuso Dominika. El personaje avanza entre los pupitres hasta colocarse frente a la protagonista y ordena: “Date la vuelta“.

El rostro de Dominika se muestra impasible, con gesto agresivo, duro, valiente. Se mantiene en silencio unos segundos y responde con un rotundo: “No. Quiero verte mientras lo haces“. Acto seguido comienza a desnudarse. La protagonista mantiene la mirada a su agresor hasta quedarse completamente desnuda. Se acomoda en la mesa y espera a ser penetrada. Su agresor se muestra nervioso y estimula su miembro sin resultado. “¿Nada?” pregunta Dominika, para terminar sentenciando:”No quería sexo sino poder“. Es precisamente esta frase el ataque letal que lanza la actriz contra los medios de comunicación y los usuarios que han lanzado dardos contra todos los aspectos físicos e íntimos de Lawrence. Así de breve y concisa es la frase que se refiere a la mirada prepotente de quien se mantiene en el anonimato, del hombre que nunca será juzgado por su apariencia física, del patriarcado que sitúa a las mujeres en el  espacio del cuestionamiento y la crítica. Con respecto a la experiencia de desnudarse en Gorrión Rojo, según el Huffington Post, Jennifer Lawrence ha expresado que para ella fue una forma de sentirse empoderada: “Fue mi elección, recuperé algo que me quitaron y me pareció normal”.

Ese “guarra” avergonzado final por parte del agresor define a una sociedad dominada por un sistema patriarcal que sucumbe ante la valentía de una mujer que se apropia de lo suyo. Lawrence empodera su cuerpo sacando los colores a una jerarquía sexual establecida que mantiene precisamente elPoder como el quid de la peor cuestión.


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