Anotaciones para un nuevo modelo energético: derechos humanos frente a consumo

Anotaciones para un nuevo modelo energético: derechos humanos frente a consumo

Más de 130 mujeres de todo el Estado se han reunido en el primer congreso de género y energía para proponer alternativas al actual sistema energético. Un modelo con enfoque de derechos, descentralizado, renovable y que tenga en cuenta la vida son las pautas que debería asumir la transición energética.

Imagen: J. Marcos
04/02/2018
Más de 130 mujeres han participado en el primer congreso de género y energía. / Foto: J. Marcos

Más de 130 mujeres han participado en el primer congreso de género y energía. 

Afirmar que el actual modelo energético es excluyente es un oxímoron. Basta revisar las facturas de gas y electricidad que llegan cada mes a los buzones y no paran de aumentar, porque hace frío, porque hay ola de calor, porque no llueve, porque les da la gana, para entender que el sistema deja a muchas por el camino. Y no sólo porque hay quien tiene que usar una vela para alumbrarse o porque hay quien decide (como si le quedara otra opción) no encender la calefacción (si la tienen), sino porque el extractivismo que esconden gran parte de los contadores de luz genera grandes impactos en cuerpos y vidas. Y en muertes.

“¿Energía para qué?, ¿energía para quién?”, pregunta intencionadamente Lolita Chávez. Esta lideresa maya tuvo que huir de Guatemala por su enfrentamiento a las transnacionales que usan territorios indígenas para extraer recursos ignorando a las poblaciones locales.

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Para desenchufar estos interrogantes e iniciar un camino de alternativas no excluyentes se celebró en Bilbao el primer congreso de género y energía. “Tenemos un modelo inseguro, obsoleto, contaminante, centralizado, que beneficia a unos pocos pero que genera impactos para toda la sociedad”, resume Marisa Castro Delgado, responsable del área de Energía de Ecologistas en Acción. “Tenemos un modelo heteropatriarcal que nos oprime, nos invisibiliza y nos ofrece únicamente el papel de víctimas”, añade Ruth Pérez Lázaro, experta en energía y asistente de la oficina Podemos Europa. Ambas, por cierto, impulsoras del encuentro.

TENEMOS UN MODELO INSEGURO, OBSOLETO, CONTAMINANTE, CENTRALIZADO, QUE BENEFICIA A UNOS POCOS PERO QUE GENERA IMPACTOS PARA TODA LA SOCIEDAD”

¿Cómo resumir en una crónica una jornada de trabajo sobre género y energía? Los frentes son tantos que las anotaciones en una libreta de propaganda parecen el mejor hilo conductor. Se puede hablar de pobreza energética y de cómo afecta mayoritariamente a las mujeres; contar, por ejemplo, que, del total de ayudas que el Ayuntamiento de Barcelona concedió en 2015 en este ámbito, un 70 por ciento fueron para mujeres. O escribir que, también en esta ciudad (de la que hay datos gracias al análisis de Ingenierías sin Fronteras), el precio de las facturas de agua y energía han subido alrededor de un 60 por ciento en los últimos años.

Otra opción es tirar de hashtag y leer los tuits que marcan #FeminizandoLaEnergía. O preguntar a las organizadoras por qué es necesario este espacio. Que se hayan inscrito más de 130 mujeres de todo el Estado y que otras muchas se hayan quedado sin venir por el límite logístico podría ser una buena respuesta. O contestar tirando de datos, como ha hecho Pepa Mosquera, codirectora de la revista Energías Renovables, para recordar que, aunque hay muchas más mujeres trabajando en el sector de las “energías limpias” que en el de las “energías sucias”, el porcentaje de directivas es similar en ambos espacios: alrededor del 11 por ciento. El techo de cristal no entiende de energías fósiles o renovables, está cómodo en ambas industrias. Tampoco la paridad, ausente en las políticas y empresas del sector: ni una sola ministra para la rama, ni una sola secretaria de estado.

¿El último hito? La comisión de transición energética que ha creado el Gobierno, con apoyo de partidos de la oposición y de los sindicatos mayoritarios, está formada por 14 expertos. Sí, ‘expertos’ acabado en ‘o’ y no por ser masculino genérico. Son todos hombres. Las decisiones y las legislaciones futuras sobre el nuevo modelo energético no tendrán en cuenta la visión de ninguna mujer. Ni por estética, ni por cuota, ni por paridad, ni por ética, ni porque así debería ser.

EL SECTOR ENERGÉTICO SIGUE SIENDO UNO DE LOS GRANDES NÚCLEOS DE PODER Y QUE SIGA ESTANDO EN MANOS MASCULINAS, ENRIQUECIDAS Y CONSERVADORAS, ES MÁS QUE SIGNIFICATIVO

El sector energético, junto con la banca, sigue siendo uno de los grandes núcleos de poder y que siga estando en manos masculinas, enriquecidas y conservadoras, es más que significativo. “No hace falta haber estudiado una ingeniería, pero sí ser hombre y estar ligado a los grandes grupos de poder para poder decir sobre transición energética”, apunta Alba del Campo, otra de las impulsoras el encuentro. Para evitar las excusas, se ha creado una base de datos con más de 50 mujeres expertas en distintos ámbitos de la energía, que van desde técnicas e ingenieras a investigadoras, pasando por activistas y periodistas e incluyendo a políticas.

Contar el congreso celebrado del 2 y 3 de febrero supone también hablar de los impactos de los grandes proyectos energéticos, lo que implica hacer una lectura globalizada para hablar de Norte Global y de Sur Global (o de Nortes y de Sures), y de cambio climático y de justicia climática. Y recordar que alrededor del 90 por ciento de las personas participantes en la Cumbre del Clima de París eran hombres, como subraya Sagrario Monedero, de InspirAction. “Tenemos que reflexionar sobre las miradas y sentires feministas en los modelos energéticos basados en el expolio, la degradación y saqueo”, apunta la defensora de derechos humanos Lolita Chávez.

Un momento de la inauguración del congreso. / Foto: J. Marcos

Un momento de la inauguración del congreso. 

La libreta también está llena de frases y de los nombres de quienes las han pronunciado. “Nuestro modelo energético profundiza las desigualdades”, “hay que luchar contra el enfoque mercantilista de un recurso básico como es la energía, hay que incorporar el enfoque de derechos”: María Campuzano, de la Alianza Contra la Pobreza Energética.

“Los protocolos de seguridad [en la investigación en fotovoltaica] no tienen en cuenta que una investigadora pueda estar embarazada”, “la tecnología no es neutral”, “necesitamos un sistema más ecológico, que genere menos desechos y use menos recursos”: María Camino, ingeniera.

“Los usos energéticos están relacionados con el sostenimiento de la vida y deben servir para vivir una vida mejor”, “hay que remunicipalizar y relocalizar las redes de distribución”: Mónica Guiteras, de Xarxa per la Sobirania Energética.

“Necesitamos un cambio tecnológico y democrático en el consumo y en la producción de energía, que haya una toma de decisiones compartida”, “la Administración debe ser productora de energía, pero el sistema es muy arcaico y existen muchas trabas jurídicas y administrativas”, cuenta Neus Truyol Caimari, concejala del Ayuntamiento de Palma.

“Tenemos que pasar de un modelo centralizado y oligopolístico a un modelo distribuido y en manos de la ciudadanía”, apunta Soledad Montero, de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético.

El análisis, atendiendo a las anotaciones de la libreta, está claro. Y las alternativas, también anotadas, pasan por un enfoque de derechos humanos, un sistema descentralizado, renovable y que ponga la vida en el centro. Las energías para el cambio se han encendido en Bilbao.

 

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