Princesos y Guerreras

Princesos y Guerreras

¿Tenemos que ser todos guerreros a todas horas y no permitirnos el dolor, ni la debilidad? o ¿deberíamos repartirnos los roles y ser salvadores unas veces, y otras, ser salvados, según la situación, independientemente de nuestra condición genital?

24/11/2017

Bricia María Silva

Llega la Navidad y con ella los Reyes Magos y compañía o mejor dicho “el consumismo masimo” postcatolicista. Salen los catálogos de juguetes de tiendas y grandes superficies, algunos empiezan a cambiar los clásicos colores azul y rosa de las páginas por un blanco unisex. Pero ya no nos conformamos solo con eso. Por fin se pide algo más: cocinitas para niños y mecanos para niñas o incluso catálogos unisex.

Desde muy temprana edad se nos “deforma” el deseo para que nos adecuemos a una u a otra categoría genital. De verdad ¿todo se resume en “yo tengo pito, tú tienes vulva”? Cada vez existen menos creyentes en esa ley de la superficie. Aquellas personas, padres y madres, que no están de acuerdo en que su hijo (yo tengo pito) sea constantemente el fuerte, el activo y emprendedor: el guerrero de la armadura inoxidable. Y la hija (yo tengo vulva), la débil, pasiva y servicial que espera que la salven, que la lleven, que la traigan: la princesa del alarido y la lágrima fácil.

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Es evidente que al feminismo le falta dar un paso decisivo: la aceptación del pasado y la inclusión del hombre en el movimiento. Es verdad que hemos estado encerradas, privadas de libertad y de derechos. Pero también se nos ha permitido algo básico, vedado a los hombres: la expresión del dolor y el sufrimiento, de la vulnerabilidad y la debilidad.

No se puede negar y difamar de golpe todo un pasado histórico de siglos, masculinizando todos los niveles de vida, sin un mínimo de escrutinio en los matices e implicaciones que uno y otro tipo de vida lleva consigo. Insisto, el hombre no podía expresar su debilidad, ni sus sentimientos; tenía toda la presión del ámbito laboral; debía ser fuerte siempre y llevar todo el peso económico.

Es curioso lo bien visto que está ver a niñas disfrazadas de superheroínas, mecánicas, guerreras…Pero ¿y si vestimos a un niño de princesa? O es una broma, o una locura o le condenamos a una unánime lapidación social.

Pero qué subyace a todo esto, qué es lo que realmente se nos plantea. ¿Tenemos que ser todos guerreros a todas horas y no permitirnos el dolor, ni la debilidad? o ¿deberíamos repartirnos los roles y ser salvadores unas veces, y otras, ser salvados, según la situación, independientemente de nuestra condición genital? Así que, dejemos a los niños ser princesos y guerreros y, sobre todo, dejemos también a las niñas ser princesas y guerreras.

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