No sólo las actrices sufren acoso sexual en el cine

No sólo las actrices sufren acoso sexual en el cine

El acoso y el machismo en el mundo del cine es estructural. Nos lo cuenta una directora que intentó denunciarlo.

10/11/2017

Rosa Blas Traisac

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante años he ignorado el dolor que me causó este mal, esta deformación humana. Lo desoía para seguir caminando, para poder intentarlo de nuevo. Hoy, por fin, lloro de emoción, de rabia, frustración…¡Por fin ha estallado el escándalo! Hasta El País ha tenido que hacer una editorial sobre el tema.

Eres joven, rebelde, inadaptada, ambiciosa, crees que tienes talento, te sobra ego y te lanzas a la aventura. Piensas que el mundo no tiene historia o que, si la tiene, decides que la puedes vencer con un chasquido de dedos. Van pasando los años y empiezas a ser consciente de la batalla tan terrible que te has obligado a tener y la derrota se deposita en tu vida con toda su crueldad y, por qué no, belleza y lucidez.

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El acoso en el cine es estructural y se da en un hábitat donde el egoísmo reina a su antojo. Las y los cineastas somos capaces de hacer cualquier tipo de esfuerzo para sacar nuestro proyecto adelante, pero ni siquiera la crisis económica que estamos viviendo nos ha unido o sacado a la calle a reivindicar nuestro espacio. A veces nos conformamos con recoger la migajas y nos desentendemos de las demás personas con demasiada facilidad. Somo reyes del yoismo.

A partir de estas aclaraciones previas, os voy a contar en dos pasos los dos tipos de acoso que se dan.

A las mujeres, niños, homosexuales… que están dentro de la industria. Este grupo está lleno de hijos/as de directores, productores, escritores, políticos… y de varones sin protección familiar que encontraron un colega y creyeron que iban a llegar muy lejos, pero, desgraciadamente, solo alcanzaron una carrera menor. Por ejemplo, las ayudas a directores noveles le ofreció a mucha gente la posibilidad de rodar pero, al desaparecer estas ayudas, ellos desaparecieron también. En general, la depresión les ha hecho mucha mella.
El otro tipo de acoso, el más numerosos, es el de aspirantes que están intentando acceder a la industria. En este caso hay un agravante: los ascensores sociales no funcionan, están todos averiados. Curiosamente, las y los aspirantes tienen algo en común: los depredadores tienen su oportunidad, su futuro, su carrera en sus manos, y no te la van a dar así como así. En ese momento, cuando comprendes eso, empieza a sonar de una forma monótona y repetitiva en tu cabeza el estribillo de la canción infantil: Al pasar la barca.

Al pasar la barca

me dijo el barquero

las niñas bonitas

no pagan dinero

Y te acuerdas de la mirada, del miedo de tu madre, de tus abuelas. Todo adquiere otra dimensión. Los personajes de mujeres violadas u obligadas a la prostitución en las guerras, en las crisis, y te das cuenta de que nunca más podrás ver Dos mujeres de Vittorio de Sica. Simplemente, no lo puedes soportar.

En el mundo donde los ascensores se han roto, el lugar mas habitual donde se da el acoso de las personas postulantes a cineastas, es el aula y sus inmediaciones. Te da clase un tipo con un curriculum brillante y sueñas… porque tu sueño es que lea tu guión y le guste, que crea en tu talento y te ayude, pero no. Ese cuento en muy pocas ocasiones ocurre.
He visto y sufrido todo tipo de comportamiento abusivo en las aulas y en el recorrido entre la clase y la productora, y lo más triste es que se las arreglan para que al final del día les tengas que explicar al mundo que no eres ni una puta ni una buscona. Intenté denunciarlo en la prensa, me reuní con varios reporteros, pero no tenía pruebas. Como consuelo me dijeron que sabía que era verdad y que les tenían muchas ganas. Por supuesto, la mayoría de tus compañeros te viven como una molestia y miran para otro lado. Algunas mujeres, bastantes, también.

Por eso pienso que la postura de Tarantino roza lo heroico. A mí solo me ha pedido disculpas un profe que estuvo a punto de morirse y otro que me ofreció un curro varios años después. Algunos excompañeros o exsocios a quienes les falta un minuto para hablar en sus redes sociales de Cataluña, meterse con Rajoy, recomendar o destrozar la última película del director más desconocido del planeta; son incapaces de poner un solo comentario de solidaridad sobre este tema o no comparten alguno de los grandes artículos que han publicado los medios.
Ser catalogada como una chica sexy o caliente, es uno de los disfraces más terribles que te puede caer encima, y a veces la creatividad, maldita sea, es sexy. Sí, te mueves, te recoges la camisa, se te trasparenta ligeramente el sujetador, te brilla el pelo y aparece esa mirada que lo cambia todo. No hay respuesta valida. Pero decir que no es lo peor. ¿Cómo te va ayudar a producir o cómo te va a recomendar o alabar un tipo al que les has negado tus favores sexuales? Tus compañeros se quitan de encima a una rival importante. Es fácil de comprender, caes en el gran atasco, y ¿cómo explicas todo esto a tus amigos del barrio o tu familia? No hay forma, te quedas sola para siempre.

 

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