Una búsqueda entre dos océanos

Una búsqueda entre dos océanos

Las Abuelas de Plaza de Mayo cumplen este otoño 40 años de lucha contra la mentira y la impunidad. Tras localizar a 125 nietas y nietos en Argentina, la búsqueda continúa también en España, donde se presume que habría varios casos. En total, aún faltan 400 jóvenes que siguen viviendo bajo la mentira.

30/10/2017

Manifestación en plena dictadura. Chela Fontana, Raquel Marizcurrena, Clara Jurado, Eva Castillo Barrio (de izda a dcha). / Foto: Archivo de Abuelas de Plaza de Mayo.

Manifestación en plena dictadura. Chela Fontana, Raquel Marizcurrena, Clara Jurado, Eva Castillo Barrio (de izda a dcha). / Foto: Archivo de Abuelas de Plaza de Mayo.El teléfono rompió el silencio de la tarde. Era la hora de la siesta, pero Rosa Roisinblit estaba despierta. Soñaba, como tantas otras veces, con los ojos abiertos. Por su cabeza pasaba el año 2050. “Quizás un día, alguna persona ya mayor, aunque no tanto como yo, se preguntará cuál es su verdadero origen. ¿Y sabe qué? Podrá averiguarlo”, relata emocionada esta argentina de 98 años que se pasó casi media vida esperando una llamada. En su otro sueño, un niño al que nunca había visto -pero siempre había imaginado- le decía “abuela”. Ella sonreía. O lloraba. O las dos cosas al mismo tiempo.

Al otro lado del océano ya es de noche. Lila Parrondo, una psicóloga argentina que lleva varias décadas en Madrid, se dispone a enviar un mensaje en Whatsapp. “Hola a todos. Este año las Abuelas celebran 40 años de lucha. Estamos preparando un homenaje para el jueves 26 de octubre. Mañana les hacemos llegar más información. Vayan reservando la agenda”, escribe en su móvil. No había pasado ni un minuto cuando empezaron a llegar emoticonos de aplausos, dedos pulgares hacia arriba, flores y corazones.

Entre la consulta de Lila y la casa de Rosa hay cerca 12.000 kilómetros, pero las emociones, al igual que los sueños, no saben de fronteras. Estas dos mujeres son parte de una misma historia con final abierto. O quizás un drama que nunca termina de cerrarse. O todo al mismo tiempo. Rosa fue una de las primeras madres de personas desaparecidas de Argentina que se lanzó a la calle para pelear por la vida de su hija, pero también para tratar de encontrar a su nieto. Lila es más joven, pero también conoció la maldita dictadura de Jorge Rafael Videla. Aquel régimen cívico-militar no sólo secuestró, torturó y asesinó a 30.000 personas, también se apropió de cerca de 500 criaturas, a las que entregó a familias de militares o civiles cómplices.

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La trama de robos de bebés fue tan inhumana como aterradora. En algunos casos, las criaturas de corta edad eran secuestradas al mismo tiempo que sus progenitoras. Por su parte, las mujeres embarazadas eran mantenidas con vida en los campos de concentración hasta que daban a la luz. Luego de parir eran asesinadas. El método preferido por los verdugos consistía en el lanzamiento desde aviones al Río de la Plata, una siniestra práctica que cobró el nombre de ‘vuelos de la muerte’. También hubo fusilamientos y enterramientos en fosas comunes. O cuerpos atados a una camilla y torturados hasta la muerte.

Así nació todo

En aquel reino del horror surgió un grito de esperanza. Un grito mudo, porque si gritabas mucho te mataban. Las primeras que se atrevieron a salir fueron las madres de las desaparecidas. Identificadas por sus pañuelos blancos, las mujeres daban varias vueltas alrededor de la Plaza de Mayo –situada en Buenos Aires justo enfrente de la Casa Rosada, sede oficial del poder en Argentina-. Lo hacían en silencio para ser escuchadas. Cuando comprobaron que la dictadura también secuestraba a sus nietas y nietos, dejaron de ser solamente madres para llamarse también abuelas. Las Abuelas de Plaza de Mayo.

Rosa Roisinblit (izquierda) junto a Estela Carlotto. / Foto: Archivo de Abuelas de Plaza de Mayo.

Rosa Roisinblit (izquierda) junto a Estela Carlotto. / Foto: Archivo de Abuelas de Plaza de Mayo.

La primera vez que se juntaron fue un 22 de octubre, hoy consagrado en el calendario argentino como el ‘Día Nacional por el Derecho a la Identidad’. En la Argentina de hoy es motivo de celebraciones, actos y reconocimientos, pero en el país de 1977 podían matarte si preguntabas demasiado. Ellas, las fundadoras, no sintieron miedo. O mejor dicho, la desesperación era tan grande que lo tapaba todo. Hasta el temor de acabar en una cuneta, previo paso por algún campo del horror.

“La dictadura buscaba atemorizarnos para que no tomáramos una actitud tan enérgica. Creyeron que nos íbamos a quedar llorando porque nos habían secuestrado lo que más queríamos. Pero en lugar de llorar, salimos a luchar”, afirma Roisinblit a Pikara Magazine desde la tarde porteña. Lo dice alguien con experiencia: la dictadura le robó a su hija Patricia, secuestrada junto a su compañero, José Manuel Pérez Rojo, cuando estaba embarazada de ocho meses. Según señalaron algunos sobrevivientes, la joven fue llevada al campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde nació su hijo. Ella quiso llamarle Rodolfo Fernando, pero no pudo. No le dejaron. Patricia fue asesinada luego de dar a luz y Rodolfo Fernando dejó de serlo para convertirse en el supuesto hijo de Francisco Gómez, un agente civil de la Fuerza Aérea.

Gracias a las campañas de Abuelas, Rodolfo Fernando volvió a ser él en abril de 2000. Sin embargo, Rosa no se fue para casa. Había encontrado a su nieto, pero aún faltaba localizar a muchas y muchos más. Las 400 vidas por hallar se encuentran hoy en algún lugar de la Argentina, pero también podrían estar en otros países. España está entre ellos y Lila Parrondo, la psicóloga que escribía por Whatsapp, es una de las que pelean a este lado del Atlántico para tratar de encontrarles.

Búsqueda en España

“Las Abuelas cumplen 40 años, y nosotras 13. Si hubiese que buscar una definición, le diría que nuestro trabajo es de hormiguitas”, comenta Parrondo. Esta psicóloga es una de las responsables de la Red Argentino Europea Por la Identidad, el grupo que intenta abrir la puerta a quienes vivan en España, tengan madres o padres argentinos y alberguen dudas sobre sus orígenes. Durante los últimos años, la Red ha recibido a varias personas que se encontraban en esa situación. Tras realizar las comprobaciones de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos de Buenos Aires, ninguno de ellos dio resultado positivo… “de momento”, aclara Parrondo. “Decimos eso –continúa- porque aún existen familias de personas desaparecidas durante la dictadura que no han dejado muestras sanguíneas”. Por tales motivos, las muestras enviadas desde Madrid quedan almacenadas a la espera de los cruces que puedan producirse en el futuro.

Hay informaciones que invitan a la esperanza, o al menos a no bajar los brazos. A mediados de los 90, Abuelas de Plaza de Mayo entregó al juez Baltasar Garzón –quien por entonces mantenía una causa contra los genocidas argentinos- un listado con 12 posibles casos de nietas o nietos robados que presumían que vivían en España bajo una identidad falsa. Según ha podido comprobar Pikara Magazine, el magistrado encargó distintas averiguaciones a la Guardia Civil, e incluso llegó a disponer de nombres y fotos de las posibles víctimas, así como distintos datos de sus presuntos apropiadores.

Marcha de 1987 en contra de obediencia de vida. / Foto: Archivo de Abuelas de Plaza de Mayo.

Marcha de 1987 en contra de obediencia de vida. / Foto: Archivo de Abuelas de Plaza de Mayo.

Sin embargo, el expediente instruido por Garzón quedó en suspenso tras la apertura de los juicios contra los militares por parte del Gobierno de Néstor Kirchner en 2003. Aquellas averiguaciones –cerradas sin que se llegase a ningún tipo de conclusión- forman parte de un expediente que hoy duerme el sueño de los justos en algún cajón de la Audiencia Nacional.

Los 12 casos denunciados por Abuelas ante Garzón tenían un mismo patrón: se trataba de chicas y chicos que habían sido traídos a España por sus supuestos padres –normalmente militares o civiles que tenían algún tipo de nexo con las Fuerzas Armadas- en el tramo final de la dictadura argentina, que acabó su terrorífico periodo en diciembre de 1983. No obstante, posteriormente se añadieron sospechas sobre jóvenes que emigraron a Europa tras la grave crisis económica de 2001. Un buen número escogió España como destino. Hacia ellas y ellos también va dirigida la búsqueda de la red que capitanea Parrondo junto a otra compatriota, la también psicóloga Martha Bello.

Homenajes aquí y allá

El pasado día 26 de octubre, la Red Argentino Europea por la Identidad rindió un sentido homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo en el que hubo poesías, canciones y fotos de las abuelas, de sus nietas y de sus nietos. Ese mismo día, en Buenos Aires, las Abuelas se subieron al escenario para celebrar su aniversario.

Al igual que hace 40 años, Rosa Roisinblit volverá a estar entre ellas. “Nosotras ya no somos jóvenes. Tenemos que estar contentas de llegar a otro octubre y, sobre todo, de poder ver que todo el trabajo que hicimos estos años no fue inútil”, reflexiona Roisinblit al otro lado del teléfono. Mientras Buenos Aires duerme la siesta, ella sigue hablando de pesadillas y sueños. Su vida, al fin y al cabo, ha sido un poco de todo eso.

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