Las mujeres que no eran feministas

Las mujeres que no eran feministas

¿Por qué todavía hay mujeres progresistas que rechazan el feminismo? ¿Tenemos que luchar todavía con el estigma de este movimiento?

16/09/2017

Núria Gatius Badenes

Una mujer se esconde metida en su jersey amarillo que solo deja ver su rostro

Era sábado de madrugada y estaba en el bar de siempre, tomando unas cañas con unas amigas, cuando de repente me vine arriba y quise brindar por el feminismo. Mientras mi colega alzaba su vaso lista para chocar su caña con la mía, la otra se quedaba pensativa y arrugaba la nariz. ¿Qué pasa? Le pregunté. ¿No eres feminista? Tardó unos segundos en contestarme que no. Me quedé petrificada pero decidí no ahondar más en el asunto ya que era de noche, estaba borracha, y no quería empezar una discusión que se me fuera a ir de las manos.

A la mañana siguiente, mientras desayunaba un par de ibuprofenos y me arrepentía de haberme tomado el último chupito de patxarán, me volvió a la mente ese recuerdo y decidí escribir este artículo.

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Decidí escribirlo porque necesito apoyo de mis compañeras, necesito sororidad. No entiendo cómo una mujer de 31 años, lista, leída, progresista, puede de repente afirmarse como no feminista sin ni siquiera despeinarse. No entiendo por qué sigue siendo tan difícil para la gente afirmarse como feminista sin complejos, sin que eso se tome como una invitación al debate o a la polémica. No entiendo cómo una mujer, puede traicionar al resto de mujeres y no querer participar en una lucha que la incluye (aunque no sea feminista).

No hace falta ser politóloga, ni socióloga, ni antropóloga, ni haberse leído todos los libros de Simone de Beauvoir o de Judith Butler (aunque eso ayuda, y mucho) para afirmarse como feminista. Solo basta con comprender la definición del propio término. Y no deberíamos de ser las feministas las que justificásemos por qué los somos, si no que deberían ser las no feministas las que argumenten por qué no quieren la igualdad de derechos y libertades entre los géneros. Por qué validan un sistema en el que a las mujeres se nos paga menos por hacer el mismo trabajo, un sistema que nos aplica dobles raseros morales, un sistema que nos culpabiliza por las agresiones sexuales que sufrimos, y que hace que nos avergoncemos de nuestros cuerpos cuando no responden a los cánones de belleza imposibles fabricados por el capitalismo patriarcal.

Es nuestra obligación luchar contra el concepto envenenado de que el feminismo es lo contrario del machismo, igual que es nuestra obligación intentar abrir los ojos a las compañeras que por los motivos que sean, no abrazan el feminismo como la vía necesaria para luchar contra la desigualdad de género.

Este artículo se lo dedico a ella, y a todas las demás mujeres que se sienten como ella, porque estoy convencida de que llegará la noche en la que brindaremos juntas por el feminismo y lograremos cambiar este mundo.

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