Ser Feminista

Ser Feminista

El diálogo es la llave del cambio que el feminismo promueve, porque este acto reconoce que hay otras realidades por conocer y considerar.

02/06/2017

e.tant

Rostro de una mujer de mediana edad vestida de rojo y con líneas rojas pintadas en la cara

Fotografía de garryknight a través de Foter.com / CC BY

¿Qué significa ser feminista? ¿Qué significa creer en el feminismo? ¿Qué significa comprometerte con los valores del feminismo? Pienso que sí es un compromiso, y que lleva obligaciones, deberes y responsabilidades. Si uno cree en algo, uno tiene actuar de una manera, si de verdad lo cree, si uno quiere ser fiel a sus palabras y creencias. ¿Cuáles son entonces las obligaciones, deberes y responsabilidades del feminismo o de ser feminista?

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Primero tenemos que identificar cuáles son los valores de nuestro feminismo, para averiguar cómo debemos hacernos feministas. Hasta ahora está claro que hay algunos valores en la base del feminismo que son irreducibles e imprescindibles para definirse como feminista. A pesar de su amplia diversificación, multiplicación y enriquecimiento, a través de muchos años de teoría, el feminismo ha mantenido claro algunos conceptos básicos a lo largo del tiempo.

Uno de ellos es que todavía lo que busca es la igualdad. Pero ahora, por suerte, esta igualdad incluye a mucha más gente que al inicio de los movimientos, porque es una igualdad para cada persona. Como dice bell hooks “el feminismo es para todxs”[i], no solo para las mujeres, o mejor dicho, para mujeres blancas, colonias y de clase alta. Es para toda la sociedad, para hombres, para mujeres pobres, para personas homosexuales, o asexuales, o transexuales, o familias migrantes, para las madres solteras, profesionales, las trabajadora/os mundiales, o cualquier persona que está marginalizada, olvidada, o discriminada en este mundo. Las que son restringidas en el cumplimiento de sus potenciales de ser, los “desposeídos” (Camps, 1999).

Entonces, el feminismo no se convierte en lo opuesto del machismo. Esto es algo del lenguaje mal entendido. El feminismo es el compromiso de terminar con relaciones de dominación, y cuestionar el estado naturalizado de las cosas. Las relaciones de dominación que nos restringen como personas y los conceptos que las apoyan no son consideradas como neutrales ni irrevocables, pero cuestionables por su impacto dañino a las personas y al mundo.

En cambio, a través de su principio crítico, el feminismo es la examinación y desestabilización del mundo instalado y promovido por el patriarcado Kapitalista. Lo cual mantiene como base la idea de una diferencia natural y jerárquica entre personas, basada en su categoría de sexo –algo que también debe ser reconocido como una construcción científica igualmente cuestionable por su corte binario, que no representa las realidades biológicas que hoy día entendemos son más amplias–.

Como sabemos, el feminismo se ha acercado a una exploración de la socialización partriarcal de género. Ha revelado que las normativas de género dominantes son ficciones basadas en argumentos naturalistas y deterministas que nos entregan guiones y deberes de acuerdo con nuestro sexo genital. Esto, según Simone de Beauvoir, hace que una no se haga mujer, sino que llega a serlo (1949) –por el aprendizaje y socialización que nos hace cumplir con los requisitos de un “papel de género”. En el contexto de una sociedad patriarcal, la mujer asume la posición impuesta de subyugación, nunca reconocida como capaz de transcender su categorizaron limitada como lo opuesto e inferior del hombre.

Como vemos, el feminismo se posiciona como una herramienta conceptual que cuestiona la colocación histórica del masculino sobre el femenino, y que nos muestra que la desigualdad no es natural y que una alternativa es posible. Realmente, es un aporte actual hacia la igualdad porque ofrece un camino por recorrer conceptualmente. Reconoce que la igualdad puede ser realizada a través de una reflexión crítica, la cual expone las razones invisibles de por qué la realidad es como es y por qué todas las mujeres, a pesar de su compleja diversidad, comparten una opresión común (Vance, 1993).

Nos ofrece tácticas intelectuales y acciones conscientes para desmantelar el sistema que nos oprime. En su fondo, discute las relaciones de poder que se manifiestan como inequidades entre distintos grupos de personas de la humanidad, a través del planeta. Así, lo que busca es imaginar y crear la antítesis –la plena igualdad entre todxs–, y se entiende que el feminismo demanda el planteamiento de un sistema alternativo. Una re-organización política-económica-social que no esté regida por la ideología del patriarcado, y que re-conceptualice y re-escriba las relaciones de género para construir un mundo de oportunidades para toda la humanidad en igualdad de condiciones.

Nuestro enfoque entonces, son todas las relaciones de poder. El feminismo muestra cómo se justifican otras distinciones de inferioridad/superioridad a través de la división sexual –o sea, la masculinización o feminización de algo para que tenga más o menos valor. Las relaciones de género, son naturalizadas e incuestionadas y también producen y justifican otros sistemas de opresión (de raza, de clase, de colonización). Para el feminismo, la división de género, sus categorías de mujer y hombre, son la distinción más básica, antigua y resistente de la historia, y legitiman cualquier relación de subordinación real entre las personas (Amorós, 1985).

La nuestra es una lucha total, completa, que requiere una re-ordenación de la sociedad. Se busca que, en cambio, nuestra lucha esté basada en los valores de igualdad –la igualdad realizada, no solo imaginada o articulada solo en voz alta–. Hemos reconocido en la teoría del feminismo y en los movimientos feministas que el feminismo sirve para rechazar cualquier relación de dominación que esté concebida como algo natural e irrevocable para que también se puedan cambiar estructuralmente las desigualdades que se producen.

Bajo este marco, es preciso que el feminismo ofrezca otras formas de organizarse y otras maneras de distribuir el poder. El empoderamiento de las personas, la sororidad, y una cohesión diversa que lleve una articulación de poder que comparte entre todxs, son concepciones alternativas del poder y de organizar las relaciones. Explorar y ejecutar distintas formas de organización no-jerárquicas es un acto y una responsabilidad feminista, algo crucial para mostrar las posibilidades de construir relaciones inter-humanas que no nazcan de estructuras que tienen el eje de dominación en su fundamento. Así que, nuestra obligación desde los movimientos feministas y agrupaciones de mujeres, es organizarnos en torno a otros conceptos y modelos, buscando otro tipo de funcionamiento que sea más democrático, más representativo, y más inclusivo.

Otro valor que afirma el feminismo es el de diálogo. Esto es muy relevante también para realizar una configuración de organización alternativa y comunitaria. Dialogar es un acto que le acerca a uno a las realidades de otrx y cada una, permitiendo un entendimiento de las experiencias reales de las personas, y sus hilos en común. Este dialogo es alcanzado por participar activamente y por creer que vale la pena incitar estos diálogos para promover su realización. Consiste en identificar, diagnosticar y hablar juntxs de cuáles son los problemas críticos de este momento en la historia, cómo queremos cambiar la actualidad, y cuáles son nuestros objetivos para ahora y para el largo plazo.

El feminismo dice que el dialogo es necesario entre todxs para dar espacio a las voces y a las perspectivas de otrxs que son normalmente excluidas del espacio público y político por no conformar al marco dominante*[ii]. Sin embargo, como las feministas de todos los años han dicho, estas diferencias no deben oprimir a una gente u otra solo por ser distinta a la hegemonía masculina, blanca y occidental. Estas distinciones, estas otras subjetividades, no merecen ser jerarquizadas o excluidas, sino escuchadas y entendidas.

A través del dialogo, se debe llegar a una concepción de la humanidad holística y no sesgada, ofreciendo la oportunidad de ser más democráticas, más justas y más universales en nuestras decisiones y pensamientos. El diálogo es la llave del cambio porque, igual, este acto reconoce que hay otras realidades por conocer y considerar. La historia sí cambia, y seguirá cambiando a nuestras demandas si lo describimos juntxs y lo ponemos.

            ***

Si es verdad (y creo que sí) que el patriarcado es transversal, nuestras acciones también tienen que ser transversales. Ser feminista es llevar contigo sus valores a todos los ámbitos de la vida. La política del feminismo es la que penetra y envuelve todo: tanto lo personal como lo general, tanto lo cercano como lo lejano, y tanto lo cotidiano como lo transversal. Incluye la forma de relacionarse con otros humanos como contigo mismo, la forma de llevar y desempeñar tu trabajo, la forma como eliges consumir, vivir tu vida y utilizar tu tiempo, como piensas y como hablas también tiene una incidencia en el grado en que cada uno reproduce el sistema patriarcado con sus propias acciones (conscientes e inconscientes).

Enfrentar el patriarcado es ser consciente y trabajar para concientizar –tú misma, tus cercanos, tus amigxs, la sociedad–; es vivir la sororidad en tus relaciones con otras mujeres y otros humanos; y es actuar juntas en el mundo real para tensionar, desarticular y reconstruir la lógica de un sistema que no beneficia a los seres humanos, y que con violencia restringe la potencialidad de los individuos de realizarse como personas holísticas y libres de subyugación.

[i] bell hooks (2004) ‘ Feminism is for Everybody’

[ii] *blanco, hombre, caucasiano

 

Cèlia Amorós (1985) ‘Hacía una crítica del razón patriarcal’

Simone de Beauvoir (1949) ‘El Segundo Sexo’

Victoria Camps (1999) ‘Paradojas del individualismo’

Linda Vance (1993) ‘Ecofeminism and the Politics of Reality’ –

capítulo en Greta Gaard (ed.), Ecofeminism: Women, Animals, Nature.

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