Ganchillo: la ciencia se teje con las manos

Ganchillo: la ciencia se teje con las manos

El ganchillo es una práctica subversiva por sí misma. Una técnica que en su aparente sencillez esconde dominio de las matemáticas, además de memoria, historia, tradición y cuidado. Las autoras proponen resignificarlo y admitir su potencialidad como herramienta educativa transformadora.

22/06/2017

Vane Calero Blanco y Yasmina Elhamdi García*

¿Hay ciencia en el ganchillo?, se podrá preguntar cualquiera. La respuesta es sencilla y contundente. Sí. El ganchillo es una práctica subversiva por sí misma. Una técnica que en su aparente sencillez esconde dominio de las matemáticas, además de memoria, historia, tradición y cuidado.

El ganchillo se relaciona con la ciencia, especialmente a través de las matemáticas, mediante conceptos y procesos de esta materia que se encuentran implícitos en la forma de hacer este tipo de tejido. Aritmética, relaciones de divisibilidad y de los múltiplos de un número se utilizan para hacer determinadas cadenetas. Sucesiones y progresiones se usan, por ejemplo, para hacer la base de una cesta redonda. Por no hablar de conceptos de la geometría como giros, simetrías, regularidades, así como otros tipos concretos de geometría, como la hiperbólica, son esenciales en esta práctica manual. Conceptos todos ellos matemáticos, que las mujeres que hacen ganchillo utilizan, en muchos casos de manera intuitiva. Un saber hacer que queremos revalorizar.

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Resignificar el ganchillo como saber científico conlleva revalorizarlo y revalorizar, por ende, a las mujeres que lo practican, principalmente las mayores, sujetos no hegemónicos en la sociedad actual que han contribuido con fuerza a la transmisión de este saber. Queremos resituarlas como creadoras de procesos científicos que aúnan lo vivencial, la experiencia y lo corpóreo, constituyendo una modalidad particular de transmisión del conocimiento.

RESIGNIFICAR EL GANCHILLO COMO SABER CIENTÍFICO CONLLEVA REVALORIZAR A LAS MUJERES QUE LOS PRACTICAN

La scientia ha sido el saber, la maestría, el arte, la técnica o la rama asociada a la experiencia adquirida en torno a un tema o a una materia en un determinado momento histórico. Sin embargo, en el siglo XVII se produjo un cambio en el paradigma de la ciencia y el conocimiento pasando ambos a considerarse como neutros, objetivos y amorales. Y esta visión es la que sigue predominando en nuestros días. Un modelo estereotipado de la ciencia que podemos ver, por ejemplo, transmitido a través de la educación, donde se sobrevalora el conocimiento y la experiencia masculinas y se desvaloriza el conocimiento y la experiencia femeninas.
Con el objetivo de desmontar esta visión de la ciencia, de acercarla a la vida cotidiana, al día a día de las mujeres -principalmente mujeres mayores que han hecho labores como el ganchillo toda su vida-, surgió el proyecto con el que pretendemos valorizar saberes silenciados e, incluso, menospreciados.

En esta urdimbre de prejuicios y cientificismo es donde debemos buscar los motivos por los que la dimensión matemática del ganchillo no es valorada socialmente. A nuestro modo de ver el ganchillo intersecciona tres características que han actuado negativamente sobre su comprensión social. Por un lado, es un no-trabajo: al haber sido elaborado mayoritariamente por mujeres ha sido naturalizado como una suerte de ocio u obligación propia de mujeres y cuando se ha profesionalizado no ha implicado una mejora de la valoración social de la tejedora. Por otro lado, se ha desarrollado casi siempre en la esfera privada porque las mujeres lo elaboran en ‘tiempo donado”’, es decir, “el tiempo de trabajo doméstico y de cuidados”, según lo conceptualiza Legarreta Iza en su libro Frontera y Género. Finalmente, es un saber popular tradicionalmente asignado a las mujeres, creado, elaborado y transmitido por mujeres mediante la oralidad. Su técnica no ha sido plasmada en libros de carácter científico o educativo.

Por tanto, resignificar el ganchillo supone oponerse a una visión peyorativa que lo menosprecia y lo minusvalora, realzando la dimensión matemática implícita en su práctica que lo convierte en un saber manual que aúna lo popular y lo científico.

También herramienta educativa

La resignificación supone también admitir la potencialidad del ganchillo como herramienta educativa transformadora. Si queremos una educación que, además de conocimiento técnico, transmita valores y tienda a un cambio social, debemos integrar en ella la experiencia y lo vivencial, ya que es a través de éstas como se educa en valores. En este sentido es interesante la transversalidad del ganchillo y su plasticidad, porque permite educar desde la intergeneracionalidad, fomentando espacios en los que crear redes entre personas de diferentes edades.

Frente a una educación sesgada y discriminatoria proponemos una educación en la que el aprendizaje de las matemáticas incorpore la enseñanza del ganchillo como forma de cuestionar los roles y la reproducción de estereotipos desde edades tempranas, y que además fomente capacidades como la concentración, la memoria o el cálculo numérico. La idea es enseñar matemáticas a través de la manipulación, del tocar algo para poder entenderlo, y hacerlo desde una mirada interdisciplinar -que una diferentes disciplinas desde una mirada holística- y, sobre todo, a través del disfrute y la recreación.

Fomentando la importancia del saber, pero también, del ‘ hacer’, algo que desde la escuela no siempre se ha tenido en cuenta, y que refuerza la intención de incorporar los saberes de las mujeres a la ciencia. No olvidemos que tradicionalmente las mujeres han sabido hacer ganchillo, pero no han tenido acceso al saber de la ciencia implícita en él.

Reivindicamos así la importancia de visibilizar cómo se ha construido el conocimiento, la ciencia, a qué se ha dado valor y a qué no, revalorizando esos saberes tradicionalmente femeninos e históricamente tan denostados. Y hacerlo desde una educación que fomente las redes intergeneracionales, ya que resignificar el ganchillo implica necesariamente revalorizar a las mujeres mayores y reconocerlas como las mujeres que han mantenido su transmisión y han hecho que llegará hasta nuestros días.

INCLUIR EL GANCHILLO EN LA ENSEÑANZA DE LAS MATEMÁTICAS ANIMA A LA PARTICIPACIÓN FRENTE A LA OBEDIENCIA, CREA REDES Y ESPACIOS COMUNES; ADEMÁS ESTÁ ABIERTO A LA CREATIVIDAD, AL DESARROLLO DE CAPACIDADES Y HABILIDADES, A LA CREACIÓN Y A LA CO-CREACIÓN

Incorporar el ganchillo en el aprendizaje de las matemáticas ayuda también a la creación de espacios de deliberación, pues se rige por una lógica relacional horizontal frente a la lógica de jerarquía vertical o frente a la educación unidireccional; anima la participación espontánea frente a la obediencia; crea redes y espacios comunes y está abierto a la creatividad, el desarrollo de las capacidades y habilidades, a la creación y a la co-creación. Al incorporar la experiencia de lo vivencial y lo corpóreo, genera un conocimiento situado, en el sentido en que lo describe Donna Haraway.

Un saber multidimensional

Desde este nuevo enfoque, el ganchillo se presenta como un saber multidimensional que incorpora en su quehacer un proceso científico cuya práctica abarca un amplio abanico de elaboraciones. El ganchillo es, por tanto, artesanía pero también es arte (véase las esculturas de Yulia Ustinova), es labor manual que tiene fines decorativos (tapetes, alfombras o visillos), pero también fines de cuidado (calcetines, bufandas, guantes, ropa de bebé) y también es cuidado en sí mismo, pues cada vez son más los estudios que lo definen como terapia. No en vano se utilizan las manualidades para hacer frente a procesos de envejecimiento del cerebro como terapia ocupacional, pues requiere hacer cálculos mentales de manera continuada, hacer uso constante de la memoria y de la concentración; se habla de él como el nuevo yoga.

Por último, no queremos dejar de nombrar otro punto importante en el ganchillo, y es que este también es fuente de empleo, sobre todo en la actualidad: es autoempleo para muchas mujeres que venden sus creaciones por canales no tradicionales, al margen de mercados y tiendas, por ejemplo, en diferentes espacios de internet.

Hacer la unión entre las mujeres que han hecho labores como el ganchillo toda su vida, las nuevas generaciones que realizan también labores de ganchillo -en muchos casos como construcción de barrio o como iniciativas de autoempleo-, y las niñas y niños de la escuela -a través de propuestas educativas que incorporen estos saberes- contribuye a generar referentes y transmitir estos conocimientos de las mujeres mayores a las nuevas generaciones.

EL SABER CIENTÍFICO SE ELABORA TAMBIÉN FUERA DE LOS ESPACIOS ACADÉMICOS Y ES, ADEMÁS, REALIZADO POR MUJERES

Queremos así valorizar los saberes y los conocimientos tradicionalmente reservados a las mujeres -como es el ganchillo- que se han menospreciado desde los comienzos. Reivindicar esa parte científica que hay detrás de ellos desde una perspectiva feminista, en el sentido de transformar la ciencia y con ella la sociedad y siguiendo a Sandra Harding, es pasar del problema de las mujeres en la ciencia al problema de la ciencia en la sociedad. Y reconocer de este modo el ganchillo como práctica subversiva por sí misma, lo que nos permite rescatar una tradición olvidada poniéndola en el lugar que merece y pudiendo extraer todos los beneficios que de su práctica se pueden extrapolar para toda la sociedad en general.

En definitiva, mostrar que el saber científico se elabora también fuera de los espacios académicos y que además es realizado por mujeres, muchas y diversas, que se erigen en creadoras, desarrolladoras y transmisoras de una práctica,-la de tejer, que ha sido claramente devaluada por el sistema patriarcal.

 

* Vane Calero Blanco es matemática y parte del colectivo Sorkin, Laboratorio de Saberes/Jakintzen Iraultegia. Yasmina Elhamdi García es ganchillera, investigadora independiente y activista. Ambas creadoras de ‘Tus manos hacen Ciencia’, proyecto en el que unen ganchillo y matemáticas revalorando los saberes y conocimientos de las mujeres al tiempo que replanteamos el actual paradigma científico.

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