Mujeres masonas: heterodoxia versus ortodoxia

Mujeres masonas: heterodoxia versus ortodoxia

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10/03/2017

Yolanda Alba, escritora y periodista*

Fotografía de la viajera Alexandra David Neels

Alexandra David-Neels./ Fotografía de Preus museum a través de Foter.com

Las masonas del mundo fueron a lo largo de los siglos arquitectas, constructoras, insurgentes, revolucionarias, emperatrices, reinas, amas de casa, artistas, sufragistas, filósofas, médicas, pedagogas, escritoras, políticas, juristas, periodistas, músicas, dramaturgas, enfermeras… Mujeres de todos los estatus, etnias y opciones sexuales que defendían y defienden “lo que une” desechando “lo que separa” con el único fin de ser mejores personas y poder así construir un mundo mejor, intercambiando experiencias y conocimientos para hacer progresar a la Humanidad entera. Viajes de aprendizaje mutuo sin prejuicios establecidos, viajes de cultura y modernismo, de las costas americanas del norte y el sur hasta las islas célticas, el país franco, Iberia o las islas canarias. Viajes de fraternidad, de libertad, de sororidad universales. Caminos que no fueron en absoluto fáciles como demuestra la historiografía –e igualmente la realidad contemporánea–: hubo exclusión de las mujeres. Sí, y aún hoy una de las ramas de la Masonería no las admite como miembros de pleno derecho. Se conoce a los masones célebres pero no las mujeres masonas que hicieron posibles logros fundamentales para el desarrollo de la Humanidad.

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Desde los orígenes de la institución las mujeres formaron parte de ella, desde la denominada Masonería Operativa al nacimiento de la Franc-masonería Especulativa (1717) ellas estuvieron presentes. De los gremios medievales con aprendices, compañeras y maestras de obras (Sabina de Steinbach o las obreras de las catedrales) a las burguesas salonnières francesas –conocidas como damas francmasonas adoptadas y dinamizadoras de la cultura– proclives a la mixité (Madame Helvetius, la duquesa de Borbón, la princesa de Lamballe o Josefina Bonaparte). De las insurgentes emancipadoras mexicanas (La Corregidora o Leona Vicario) a las revolucionarias francesas y sufragistas que clamaban Libertad, Igualdad y Fraternidad en la Bastilla. De las masonas feministas del XIX (Flora Tristán –abuela de Gauguin, pionera del internacionalismo y creadora del lema que posteriormente utilizaría Marx “Proletarios del mundo: uníos”–; la escritora Helena Petrovna Blavatsky –maestra de Gandhi, Mondrian e inspiradora de Kandinsky, Paul Klee, Joyce, Einstein…–; Teresita Garibaldi) a las escritoras norteamericanas Caroline y Laura Ingalls –“La casa de la pradera– Desde las logias integradas por mujeres en Sudamérica (las Hijas de Osiris en Argentina, Clorinda Mattos –directora del semanario El Perú Ilustrado– a las pedagogas belgas

El Feminismo –como nuevo principio de la realidad– es un movimiento social y político que se había iniciado formalmente a principios del XVIII. Y fue ahí cuando se comenzó a reflexionar sobre la inscripción del género de las personas en sus acciones: ello puso en duda la supuesta universalidad del arte y la cultura, puesto que los conceptos ‘hombre’ y ‘humanismo’ excluían a las mujeres. La razón ilustrada se consideraba neutra y objetiva, pero lo cierto es que no lo era: era una razón patriarcal cuyo único referente era el varón. En ese tránsito hacia la igualdad, las masonas fueron decisivas.

Con la República Francesa –y la igualdad civil y política– la institución del Arte Real se renovaría profundamente hasta llegar a la igualdad esencial de la co-masonería del Droit Humain (Maria Deraismes –abogada, periodista y escritora–, Clemence Royer –librepensadora, antropóloga, arqueóloga, filósofa: por primera vez nacía la Masonería Mixta internacional en pie de igualdad–, una de cuyos primeros miembros fue en América del Norte Clara Barton, filántropa que fundaría la Cruz Roja de EEUU. En la otra orilla atlántica, fueron masonas las damas librepensadoras españolas del periódico Las Hijas del Sol –escritoras, dramaturgas, poetas, empresarias como Faustina Sáez de Melgar, Concepción Gimeno, Emilia Serrano, Salomé Trigo…–; las krausistas, las modernas cosmopolitas anticlericales, librepensadoras liberales y liberadas (Concepción Arenal, la música Esmeralda Cervantes, Belén Sárraga –líder federalista–, Angels López de Ayala –escritora y periodista–, Rosario de Acuña –dramaturga asturiana que abogó siempre por una sociedad laica y democrática– y otras tantas y diversas Hermanas iniciadas en la “Orden de los Constructores”.

A lo largo del siglo 19, en los países de dominio religioso, el feminismo se fue construyendo desde logias masónicas controladas por varones librepensadores. El objetivo de las mujeres que participaban en ellas era la instrucción femenina, la creación de escuelas, academias, círculos o asociaciones donde las mujeres se formaran en la Razón y el Progreso. Pero serían las masonas lusas las primeras que fundarían logias independientes femeninas alcanzando el honor de adelantarse casi cuatro décadas a las de esta modalidad, pues solo tras finalizar la II Guerra Mundial se produciría este hecho a nivel internacional: Carolina Beatriz Ângelo, Adelaide Cabete, Maria Veleda, Ana de Castro Osorio –quien parece ser que introdujo en la Masonería a nuestra intelectual Carmen de Burgos –Colombine–. En Francia pulieron su piedra en “Le Droit Humain”, entre otras, la genial Madeleine Pelletier y la anarquista Louise Michel. Y en Gran Bretaña trabajaron la médica Annie Besant –miembro fundador de la Sociedad Fabiana, institución antecesora del actual Partido Laborista– y la caminante espiritual Alexandra David-Néel, prolífica intelectual y aventurera sin límites.

Como ya está reconocido por el estamento académico (Margaret Jacob, UCLA), es preciso recordar que la masonería fue una de las primeras organizaciones que promovieron la sociedad civil en Europa y que posteriormente se expandió por todo el mundo. Masonas fueron Marie Russack, Anna Eleanor Roosevelt, Zora Neal Hurston, las argentinas Julieta Lanteri y Alicia Moreau de Justo; en Brasil Maria Lacerda de Moura, la nobel Gabriela Mistral, la francesa Simone Raspail (1908‑1991) –la primera mujer médica– y otras resistentes galas, y masona fue la originalísima niña prodigio española Hildegart Rodríguez Carballeira, traductora de Havelock Ellis y secretaria de Gregorio Marañón. Y la cantante, bailarina y empresaria Joséphine Baker, etc… En Iberia, una de las masonas más importantes fue Clara Campoamor, defensora de los derechos de la mujer, diputada y ateneísta. Es gracias a ella, y desde entonces, que las españolas podemos votar. La lista es larga para este espacio angosto….

Pioneras y vanguardistas, mujeres valientes. Pobres y ricas. Unidas en Libertad, Igualdad y Fraternidad, enriqueciendo su cadena de unión, en búsqueda de la Sabiduría y trabajando por un mundo mejor….

*Este texto es un extracto del libro “MASONAS”.

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