La falta de referentes

La falta de referentes

Nota: Este artículo se enmarca en la sección de libre publicación de Pikara, cuyo objetivo, como su nombre indica, es promover la participación de las lectoras y lectores. El colectivo editor de Pikara Magazine no se hace responsable ni del contenido ni de la forma de los artículos publicados en esta sección, que no son editados. Puedes mandar el tuyo a participa@pikaramagazine.com. Rogamos claridad, concisión y buena ortografía.

25/03/2017

¡A los teclados: Ana Díaz de Aguilar!

El 28 de julio de 2017 Gloria Fuertes cumpliría cien años, con ese motivo, aunque podría haber millones, la editorial Blackie Books ha publicado El libro de Gloria Fuertes, de Jorge de Cascante.

Tuve la suerte de toparme con un libro de Gloria Fuertes cuando todavía tenía dientes de leche, me encontré con él (o él me encontró a mí) por casualidad, por casa, me llamó desde alguna estantería, “¡Ana, Ana!”, me gritó; o quizá fueron mis padres quienes me lo dieron (aunque me gusta mucho más la versión número uno). La fascinación que me produjo hizo que cogiera papel y lápiz y me liara yo también a escribir poesías de gallinas y patos. Me entraron ganas de escribir porque tenía un referente, un referente femenino con el que podía identificarme, que me permitía ver que, como mujer, como niña entonces, podía ser poeta (y no poetisa, tal y como Gloría defendía), que las mujeres pueden hacer poesía y escribir.

suscribete al periodismo feminista

Cuando Gloria Fuertes quedó atrás, pues no llegó a mí más que su poesía para niños, se acabaron mis referentes femeninos, no solo en la literatura sino en la historia, así, en general.
En los largos años que pasé en el colegio memoricé nombres y más nombres de personajes históricos, de científicOs, de escritorEs, etc., entre los que, de cuando en cuando, se colaba alguna mujer: Carmen Laforet por aquí, Isabel la Católica por allá y quizá, de refilón, Marie Curie.

Esta ausencia de mujeres, no se debe, como puede parecer, a la falta de mujeres relevantes en la historia, aunque es a la conclusión a la que se suele llegar: los hombres hacen cosas, crean, pintan, conquistan países, elaboran leyes, escriben tratados y teorías filosóficas, mientras que las mujeres, parece que “solo” se han dedicado a cuidar hijos, hacer macramé y sufrir de histeria (eso mismo parece ser que pensaban las cabezas pensantes detrás de este proyecto de Playmóbil).

Esta forma de borrar a las mujeres de los libros de historia es, por un lado, una injusticia hacia todas aquellas personas que también han participado en su construcción, que han tenido un papel relevante. Pero además, y aquí es donde me quiero centrar, no deja de ser, una forma de amputar (suena un poco dramático y bélico esto de amputar, lo sé) sueños a muchas niñas que, de tener los referentes oportunos, soñarían también con ser astronautas, filósofas, escritoras, o cualquier cosa. Se permitirían soñar con ser cualquier cosa porque tendrían ejemplos de otras mujeres que ya lo han conseguido antes.

Esta falta de referentes femeninos llega, por supuesto, a todas las esferas: a la televisión, las películas o los periódicos, donde suele ser habitual, con excepciones, gracias a diosa, que las secciones de política o economía las escriban hombres, mientras que los reportajes de belleza sean cosas de mujeres. Esto, claro, puede llevar a muchas niñas a pensar que la política, la economía y otras cosas socialmente importantes, como… el fútbol(?), son cosas de hombres; mientras que las mujeres deben dedicarse a cuestiones de belleza o moda, que es, a fin de cuentas, a lo que las mujeres deben dedicar sus pensamientos, su energía y, por supuesto, también, su tiempo libre.

No sé si Mi vida hubiera cambiado mucho de haber contado con más referentes femeninos, pero sé que cuando he tenido uso de razón he sentido la necesidad de encontrar esos referentes que me inspirasen. Sé que parte del empoderamiento de una persona puede venir por ahí, por encontrar a alguien con quien poder identificarse, que les pueda servir de modelo y ejemplo. Por tener, a fin cuentas, referentes.

Si tuviese que hacer una crítica al sistema educativo que yo viví, creo que sería esa (o al menos sería un buen punto de partida), el que me contasen y me hiciesen estudiar un relato del mundo en el que no había lugar para mí, ni para las mujeres, un relato que me llevó a proyectarme siempre en un segundo plano, de adorno, silenciosa, pasiva, complementaria.

Por suerte, parece que las cosas están cambiando, en los últimos años han surgido proyectos como el de Las Sin sombrero, que sacan a la luz a las mujeres de la Generación del 27 que desaparecieron de los libros de historia (proyecto que, por cierto, fue puesto en marcha, precisamente, por una profesora).

Como desconfío un poco de estos avances en la escuela, y, como, al igual que Santo Tomás, soy un poco incrédula, cada vez que veo una niña por la calle me entran ganas de acercarme a ella y hablarle de muchísimas mujeres, me entran ganas de contarle que existió Simone de Beauvoir o Anaïs Nin, que existió Gloria Fuertes, Irene Nemirowski, Virginia Wolf, Emmeline Pankhurst, Ana María Matute, Clara Campoamor, Victoria Kent, Mary Shelley, las hermanas Brönte, Gabriela Mistral, Iris Murdoch, Simone Weil, Hannah Arendt, Emma Goldman o Gerda Taro, Naomi Klein, Isadora Duncan, Berenice Abbott, Vivian Maier…

Ha habido, y hay, mujeres que han hecho cosas, que se han abierto camino donde no había hueco para que pusiesen un pie. Ahora quizás es tiempo de poner el foco sobre ellas y dejar de presentar a cada mujer ingeniera o pintora como si fuesen anomalías, como si fuesen hitos. Es tiempo de comenzar a normalizarlo, de dejar claro que las mujeres no han empezado a hacer historia solo ahora, si no que a lo largo del tiempo han existido ya infinidad de modelos a seguir que están quedando en las sombras.

Este tipo de vídeos me suelen dar bastante pereza, pero creo que ilustran bien lo que quiero decir con todo esto.

Para quienes sean tan radiofónicos como yo (y para quienes no lo sean también), aquí podéis escuchar una entrevista a Gloria Fuertes, y aquí un programa de Carne Cruda que hicieron a raíz de la publicación del libro.

Además, también quiero, al menos, nombrar este proyecto de las chicas del podcast Sangre Fucsia, que han creado un trivial feminista: Feminismos Reunidos, que pretende justamente sacar a la luz a las muchas olvidadas.

Y, cómo no, tengo que acabar con una poesía de Gloria Fuertes.

AUTOBIOGRAFÍA

Gloria Fuertes nació en Madrid

a los dos días de edad,

pues fue muy laborioso el parto de mi madre

que si se descuida muere por vivirme.

A los tres años ya sabía leer

y a los seis ya sabía mis labores.

Yo era buena y delgada,

alta y algo enferma.

A los nueve años me pilló un carro

y a los catorce me pilló la guerra;

A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.

Aprendí a regatear en las tiendas

y a ir a los pueblos por zanahorias.

Por entonces empecé con los amores,

-no digo nombres-,

gracias a eso, pude sobrellevar

mi juventud de barrio.

Quise ir a la guerra, para pararla,

pero me detuvieron a mitad del camino.

Luego me salió una oficina,

donde trabajo como si fuera tonta,

-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.

Escribo por las noches

y voy al campo mucho.

Todos los míos han muerto hace años

y estoy más sola que yo misma.

He publicado versos en todos los calendarios,

escribo en un periódico de niños,

y quiero comprarme a plazos una flor natural

como las que le dan a Pemán algunas veces.

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba