Matria: El Amor Por Una Misma

Matria: El Amor Por Una Misma

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05/11/2016

Andrea Garcés Galarreta

Como las rosas y su rocío, heredaré de mis antepasadas las ansias de huir. Las lúgubres manías de vivir del 56 me susurran la piel, te has ido y ni siquiera pintas mi figura con los ojos desde la distancia. Sí, todavía tengo tu dulce recuerdo en el armario, alguna que otra espina de pez clavada en la respiración, porque desde que te fuiste, los marineros ya no faenan igual. ¿Son eso lágrimas? ¿Es eso una ida sin retorno? Los ríos que surcan mis mejillas son odas a una misma, tu nombre de cinco letras las enciende, pero por bandera llevo mi katarsis. Espero que un buen ejemplo surque tu espalda, calamidad, por no ser una disculpa lo que me arropa cada noche, moriría por besar unos labios, moriría por acariciarte la nuca mientras te peino con la mirada, pero es mi orgullo mi patria, y sin suerte, son tantas las ganas de vivir.

Llevo colgando de mi espalda el intento de liberarme, por sujeto político, una calavera del león y su fuerza, vaya si es grande este océano, vaya si soy carne de este mar, hija educada en desierto y secano. Desierto de piedras, de alacranes y arena, desierto de la guerra, por mucho que la sed de sangre manche mis pies, ilumine mis manos: eres tú patria mía.

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El siete pistas que irrumpe en la sala solo entiende de pluma si espada lo acompaña, quiero recuperar lo que me pertenece, quiero yo pisar esta tierra, ser dueña de horizontes y mares, y que lo anónimo me invada en el tumulto de la Gloria. Te necesito con el eco de lo obsesivo reverberándome en la espalda, gracias padre por inculcarme el amor al arte, aliado y para recoger mis cenizas, gracias, madre por hacerme hija de lo constante, al pie del cañón que siempre acompaña tu figura, con valentía que hace de nosotros atisbo femenino, y a ti amor inmolado, injusto en tu obrar, por enseñarme a no morir de rabia y valorar cuanto me rodea: rodéate siempre de un hermano de sangre, de una matria a la que querer, una causa por la que luchar, un silencio que nunca te ancle a la vergüenza de la huida, a las calaveras que todos pateamos por el camino.

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