Los últimos días de Bianka: así es la vida de las trans en Georgia

Los últimos días de Bianka: así es la vida de las trans en Georgia

Los crímenes de odio impulsaron a la fotógrafa Anka Gujabidze a documentar la vida de una mujer trans. 'Bianka' es el proyecto multimedia con el que denuncia la intolerancia en un país en el que el 90 por ciento de la población considera la diversidad sexual y de género inaceptables.

02/11/2016
Bianka. /Foto: Anka Gujabidze

Bianka Shigurova. /Foto: Anka Gujabidze

Nadie escuchó el rugido de la muerte. El vecindario permanecía ajeno a lo que ocurría en el piso de Sabi Beriani el 10 de noviembre de 2014. Primero la asesinaron; después, quemaron su casa y echaron la llave. Era medianoche. Puede que algunos se tapasen los oídos. El silencio se tragó su dolor pero las llamas dieron el aviso en la calle Pekini de Tbilisi: nunca más la verían entrar en aquel apartamento.

El suceso saltó a las noticias y los comentarios que justificaban el asesinato no tardaron en regar los medios digitales y las redes sociales. Alguien llegó a agradecer al asesino, al que llamaban “patriota”, que estuviese “limpiando el país de demonios”. ¿Quién era Sabi Beriani? ¿Por qué era una persona tan peligrosa? Era una mujer transgénero. La iglesia ortodoxa de Georgia, probablemente la institución más influyente en el país, lleva 17 siglos proclamando un mensaje que niega a Sabi como ser humano. Eso era lo que la convertía en demonio.

suscribete al periodismo feminista

En agosto de 2015, los tribunales sentenciaron que Levan Kochlashvili, el asesino, había actuado en defensa propia. Antes de matarla y prender fuego a su apartamento, aquella misma tarde, Kochlashvili agredió a otra mujer transgénero: Bianka Shigurova. Fue esa agresión y el incendio de una propiedad lo que le llevó a prisión. No el asesinato.

Women´s Initiative Supporting Group (WISG) inició una petición en Change.org exigiendo una apelación que considerara la muerte de Sabi un crimen de odio basado en la transfobia. Sólo 356 personas firmaron la petición. Entre los comentarios que clamaban justicia, apenas seis fueron escritos desde Georgia.

Al otro lado de la pantalla de un ordenador, una mujer se escandalizaba. Sintió la necesidad de denunciar aquel crimen impune. “La persona que mató a Sabi no fue penalizada como debiera. Otros ciudadanos aquí son encarcelados de ocho a doce años por fumar marihuana. Es muy injusto y frustrante que la sociedad se permita evaluar la vida individual en base a sus valores comunes”, explica la fotógrafa Anka Gujabidze a Pikara Magazine.

Ante semejante sinrazón, la fotógrafa decidió remover conciencias cámara en ristre. Buscaría una mujer transgénero para documentar su día y mostrar la violencia a la que se enfrentan las personas LGTB en un país obcecado en salvaguardar con celo la familia tradicional. Esa que para la la mayor parte de la sociedad georgiana constituye el pilar de una cultura en la que nada ni nadie tiene derecho a elegir su tendencia sexual ni a renegar del cuerpo que eventualmente le tocó al nacer y del que se sienten ajenos.

Bianka posa con un cartel que dice: "No matéis a las mujeres" /Foto: Anka Gujabidze

Bianka posa con un cartel que dice: “No matéis a las mujeres” /Foto: Anka Gujabidze

Porque ahí radica el motivo por el que las personas trans son las más amenazadas: sólo tras la cirugía pueden cambiar oficialmente su género. No todas quieren hacerlo y pocas pueden permitírselo. Su condición es, por tanto, la más evidente. “Dado que su identidad es más visible ante la sociedad, sufren violencia de manera regular”, ha escrito Natia Gvianishvili, activista e investigadora de WISG especializada en identidad de género.

Bianka y Anka

Anka no ve la televisión ni sigue la actualidad desde hace años. “Los medios aquí son una mierda corrupta y subjetiva”, dice. Pero ese día lo hizo. En alguna cadena que no recuerda, porque la puso al azar, descubrió a la bailarina, actriz y modelo Bianka Shigurova. Bianka -larga melena rubia, gruesos labios y nariz ancha-, exponía la situación a la que se enfrenta la comunidad LGTB en su país. El asesinato de Sabi no había sido una sorpresa. Bianka era, exactamente, la persona que Anka necesitaba.

Al principio fue fácil. Anka abrió Facebook y tecleó ‘Bianka Shigurova’ en el buscador. No tardó en saltar su perfil y enseguida le envió un mensaje. Quería convertirse en su sombra por un tiempo y documentar todas las situaciones que vive a diario una persona trans en Georgia. Bianka le dio su número de teléfono y, tras conocer el proyecto con más detalles, aceptó sin reparos.

Recorrieron juntas las calles de Tbilisi, Anka asistió al espectáculo erótico en el que trabajaba Bianka y hasta fueron a Ormeti, la aldea en la que creció, a visitar al padre y a la abuela de la bailarina. A medida que pasaban los días la convivencia no era tan placentera como pudiera parecer al principio. Trabajar juntas fue una labor complicada para ambas. Los insultos y ataques fueron constantes a pie de calle. Bianka cambiaba de humor asiduamente y Anka trató de amoldarse a sus estados de ánimo si quería que la iniciativa saliera adelante.

‘Bianka’ no es sólo un proyecto fotográfico. En el vídeo que Anka montó con la voz en off de la protagonista, hay un momento en el que recuerda qué ha pasado a lo largo del día: “Esta mañana, en las calles, algunos niños me han reconocido de la tele. Eran más jóvenes que yo. Tengo 20 y ellos tendrían unos 17 y me han humillado. Cuando alguien más joven te ofende es muy inaceptable”.

Bianka sufrió las consecuencias de vivir en un lugar en el que no la comprendían ni aceptaban. “La humillaban y no pudo conseguir un buen trabajo. Estuvo trabajando en un restaurante y la echaron, así que su única posibilidad de ganar dinero para vivir fue hacerse stripper”, lamenta Gujabidze.

“Mostrando el día a día de Bianka quise enfatizar que en nuestra subcultura la gente tiene una mentalidad equivocada. No estamos hablando aquí de humillar a nadie más: estamos enfrentándonos a un asesinato consentido”, explica la fotógrafa. Anka expuso con sus fotos que Bianka era una persona como cualquier otra. “Es un ser humano y está mucho más allá de lo aceptable matarla y humillarla sólo porque no encaja en la mente de otras personas”, relata.

Bianka en su casa, donde no tenía buenas condiciones. /Foto: Anka Gujabidze

Bianka en su casa, donde no tenía buenas condiciones. /Foto: Anka Gujabidze

Tras mostrar su trabajo, Gujabidze quedó sorprendida ante las reacciones. Si le ofuscaba leer tantos comentarios despreciables tras la muerte de Sabi, le alegró descubrir que la actitud generalizada ante la historia de Bianka tomó otro cariz. “Mucha gente escribió que no es aceptable matar, humillar o negar a una persona. Las reacciones fueron muy buenas en el sentido de que muchos estaban escribiendo que Bianka es un ser humano al que tenemos que respetar, sin importar nada más”, recuerda.

De algún modo, consiguió lo que se había propuesto: remover conciencias y fomentar la aceptación de las personas transgénero. Pero ese sólo es un pequeño paso.

Con la iglesia hemos topado

Aunque la homosexualidad fue despenalizada en Georgia en el año 2000, más del 90 por ciento de la población cree todavía que es inaceptable. Un porcentaje casi idéntico al que tiene una visión favorable del patriarca de la iglesia ortodoxa georgiana.

El 17 de mayo de 2013 la comunidad LGTB de Tbilisi, la capital del país, salió a la calle a conmemorar el Día internacional contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género. A pesar del compromiso del Gobierno de reforzar la seguridad, un grupo de clérigos comenzó a lanzar piedras contra los activistas, que fueron desalojados. 28 personas, policía y periodistas incluidas, resultaron heridas. Después de aquello, el centro de investigación Caucasus Research Resource Centers (CRRC) realizó una encuesta que arrojó más sombras que luces: el 50 por ciento de las personas encuestados aprobaban la violencia contra aquellas personas que estuviesen dilapidando los llamados valores nacionales.

Un año después, la iglesia ortodoxa georgiana anunció la celebración del día de la familia tradicional para el mismo 17 de mayo. La comunidad LGTB, sin ningún tipo de garantías, no convocó ninguna manifestación esa jornada.

Según datos de WISG, en 2014 una de cada cinco personas LGTB en Georgia sufría violencia física. De la violencia psicológica no se salva nadie. Nueve de cada 14 personas experimentaron, según la misma organización, agresiones a causa de su identidad de género. Pero todas las culturas son contradictorias y la georgiana no es la excepción: el año que Conchita Wurst ganó Eurovisión, Georgia le otorgó 10 puntos.

El ranking de ILGA Europe (siglas en inglés de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales) sobre protección de derechos humanos sitúa a Georgia en un lugar alarmante. Del puesto 22 que ocupaba el año anterior, pasó al 30 en 2016.

Mapa sobre la situación de vulnerabilidad de las personas LGTBI en Europa.

Mapa sobre la situación de vulnerabilidad de las personas LGTBI en Europa.

 

Un breve sueño

Una fría mañana de principios de febrero, Bianka yacía en el suelo de su apartamento junto a su perro. Así permaneció durante tres o cuatro días. Sola, muerta. Sin nadie que golpeara aquella puerta para saber si estaba bien. Hasta que alguien llegó y nadie abrió la puerta. No recibió respuesta. Su casero venía a cobrar el alquiler y a cambio encontró su cadáver.

A Bianka no la mataron. Su trabajo como stripper no le permitía vivir en unas condiciones dignas y no disponía de dinero para una buena instalación de gas. Mucha gente ha muerto debido a un escape de gas, desafortunadamente es muy común en Georgia”, aclara Gujabidze. No la mataron, pero sufrió las consecuencias -con tan sólo 22 años- de una sociedad que no la aceptaba ni le permitía vivir en un lugar mejor. Se convirtió en una estadística.

Bianka no sólo era una activista mediática, también había sido testigo del asesinato de Sabi. Era una persona molesta y una de las caras más conocidas en la lucha por los derechos de las personas trans, a pesar de que en Georgia todavía está muy fragmentada. Se barajaron por igual el suicidio y el escape de gas del calentador como causas de su muerte y todavía no se conoce lo que realmente sucedió.

Su carrera como actriz y modelo fue mínima. Podría decirse que en ‘Gospel for Anasyrma’, dirigida por Elene Nariviani, se interpretó a sí misma. Una mujer trans enamorada de un hombre que vive en los suburbios de la capital georgiana.

Aunque lo sintió desde que empezó a ir al colegio, tardó en ponerle nombre. “Cuando creces y estudias en una aldea y sólo ves cómo los hombres beben vino y brindan, tú no sabes lo que significa ser ‘trans’. Pero lo que sí recuerdo claramente es que a los 14 años solía decir: ‘Soy una mujer’”, relata su voz en off en el vídeo.

Para ella, el abandono de su madre fue la primera agresión que sufrió por su condición. Quienes la conocieron vieron el cambio que experimentó su vida cuando logró que su familia la aceptara y hasta la llamara Ani. Convencer a un padre georgiano procedente de una aldea remota fue un trabajo de años. Pero lo consiguió y desde entonces, dicen, fue feliz y cada vez disfrutaba más exponiéndose y siendo la protagonista ante las cámaras.

Había algo inaccesible en Bianka. Como un cristal que se elevaba al contacto con los otros y que era imposible romper sin cortarse. El fotógrafo que trabajó con ella aquellos días de rodaje en Berlín. Como Gujabidje, él también tuvo la impresión de no haber podido conocerla. No obstante, a sus ojos era una chica “inocente, extremadamente emocional y sensible que a menudo no era consciente del peligro al que se enfrentaba, viviendo en la crueldad y la incomprensión”, según contó a Dazed.

Se había acostumbrado a soportar los insultos, pero cada vez le importaban menos porque había conseguido lo que quería. Aunque la sombra de su amiga Sabi debió de acompañarla durante su último año de vida.

Bianka camina por la ciudad. /Foto: Anka Gujabidze

Bianka camina por la ciudad. /Foto: Anka Gujabidze

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba