Si no les gusta tu pluma, ¡clávasela!

Si no les gusta tu pluma, ¡clávasela!

Cádiz, la más marica de todas las ciudades, celebró (paradójicamente) el Orgullo por primera vez el pasado sábado. El Ayuntamiento ha homenajeado también a dos de sus transformistas más emblemáticas: La Petróleo y La Salvaora.

Texto: Mar Gallego
14/06/2016
Foto: Mar Gallego

Foto: Mar Gallego

El pasado sábado fue un día importante para Cádiz, la más marica de todas las ciudades. La que se traviste en febrero entrando en el armario de la mama y pregonando cuplés contra las injusticias sociales desde la creatividad más precaria y periférica. La que lució sin miedo una comparsa en la que una mujer víctima de violencia de género mataba a su marido en defensa propia mientras contaba a la Policía que el susodicho le había convertido en una perra vieja con cuarenta y poco años y que por primera vez no tenía miedo.

Curioso que la provincia del carnaval y de la ironía en forma de denuncia nunca se hubiera unido para marchar y correrse en conjunto en las fechas del Orgullo. ¿Tan superado estaba? Para nada… Cádiz es la provincia del Estado español que más agresiones registra contra personas de orientaciones sexuales e identidades de género no normativas (según datos del Ministerio de Interior en 2014). “No pases por ahí que esto es de maricones”, le decía un señor a su compañera cuando la marcha intentaba cederle el espacio para que cruzara el paso de cebra. No lo cruzó, no se fuera a contagiar. Prefirió esperar lo que Cádiz ya no espera. Y es que han tenido que pasar años hasta que la Plataforma Cádiz con Orgullo uniera toda esa fuerza que le precedía para hacer esto posible y lograr que la Cádiz más amarga y sus “colosos mediáticos” rugieran de rabia al ver una enorme bandera multicolor ondeando en la Plaza de Sevilla. Sustituyendo a la del Estado español y, de paso, dando un respiro a nuestras vistas. España… la que tiene muerta de hambre a este sur con mayor índice de paro y pobreza. Respiro…

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Foto: M.G.

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Pero esto no se ha hecho solo, hay que reconocerle el mérito a toda esa gente que cada año se montaba un pequeño Orgullo en su barrio. En el Pópulo, por ejemplo, cuyas callejuelas se llenaron el sábado de Chirigóticas bajo el grito coplero “Yo soy bollera, que le den por culo al mundo, yo soy bollera…”. El Pópulo también del café-teatro Pay Pay, construido sobre la música de un antiguo cabaré y responsable de que el puritanismo pusiera el grito en el cielo hace años. Y es que a la Cádiz marica y bollera siempre le han entusiasmado los rincones: los de levante y los de Poniente.

Por otro lado, las grandes artistas La Petróleo y La Salvaora, embajadoras de Cádiz por el mundo, han sido reconocidas por primera vez dentro de las paredes de su Ayuntamiento ante la mirada atónita de gente que todavía insiste en que no lo merecen. Que dos “travelos” -como ellxs les llaman-; no lo merecen. Travestis, como antes de la aparición del momento drag queen se definían en España, aseguran que ellas eran de las que cantaban sin playback. Anduvieron en Miami junto a la incombustible Lola Flores y llevaron el nombre de su ciudad por doquier desde 1979 compartiendo escenarios con La Paquera, El Pescaílla, Rocío Jurado, Rocío Durcal… Una trayectoria que ha abierto camino a otras como la archiconocida chiclanera La Prohibida o a la drag queen Samantha Ballantines, a quien se le puede ver a menudo en el local Kings&Queens de Cádiz. Uno que, junto con otros legendarios como El Poniente, siguen resistiendo y potenciando la noche desde el ambiente.

A la Petróleo la vemos siempre entre su Calle de la Palma y su Cristo de la Misericordia: a cualquier hora rodeada de gente querida. Su familia siempre la ha apoyado, aseguró en una entrevista televisiva que le realizó Concha Velasco. Su ciudad siempre ha sido amable con ella. Una de sus anécdotas preferidas es cuando no pudo librarse de hacer la mili y la embarcaron con militares gallegos. Un mes le duró el viaje: “Me puse a mariconear en el barco. Cuando llegamos a Ferrol, me llamó el sacerdote y me dijo “pa Cádiz””. Y allí que volvió  a dedicarse al espectáculo y a hacerse con el nombre que una mariquita vieja de Cádiz de su barrio – como ella la llama-, le puso al verla de chiquillo comprando el petróleo para los fogones en la droguería; en los tiempos en que se guisaba con carbón.

En los tiempos del Tito Paco, como alguna vez ha expresado la Salvaora, no se podía una travestir; a veces ni en el carnaval. Y ya sabemos lo que supuso el Franquismo para los carnavales de Cádiz: sequía y clandestinidad. Aun así, aseguran que el mundo es mucho más fácil para las trans y travestis en Andalucía que en Barcelona. Con sólo 13 años empezó ella “cuando nadie se atrevía”.

Con todo, y aunque estas dos grandes son ya casi patrimonio de Cádiz, todavía hay voces discrepantes que no quieren que estos reconocimientos formen parte de la Historia oficial y  que son la prueba irrefutable de que se está cambiando algo de la estructura en esta provincia. Ladran, luego cabalgamos.

Como gritó desde el balcón la presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, Mar Cambrollé, “a quien no le guste tu pluma, clávasela”.  “Se lo debemos al feminismo”, añadió. Esta lucha por la libertad la iniciaron las mujeres. Las primeras en gritar “éste cuerpo es mío. No es del Estado ni de la Iglesia”. A ellas y a su lucha se le unieron el sábado unas 2.000 personas que creen en la filosofía de La Salvaora: “Nosotras nacimos así y hemos sido de otra manera”.

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