‘Transparent’: la revolución feminista y transfeminista en las series

‘Transparent’: la revolución feminista y transfeminista en las series

La propuesta de Amazon discurre por las sexualidades y los cuerpos fuera de la norma, sin dar lecciones morales. Quema en la hoguera todos los prototipos y plantea, ante todo, preguntas.

 

Raquel Silva León*

Protagonistas de la serie 'Transparent'

“Oh, this is so surprising. What the fuck is it? Is it a cult?”. “No. It’s just feminism. That’s all.”

“Oh, es tan increíble. ¿Qué coño es esto? ¿Es una serie de culto?”. “No. Es simplemente feminismo. Y ya está.”

suscribete al periodismo feminista

Jill Soloway

Lo cierto es que Transparent bien podría ser una serie de culto: estética indie, identidades trans, humor negro y transgresión. Pero no. Jill Soloway, su guionista y directora, se encarga de desmentirlo y pone sobre la mesa la palabra de moda, la gran palabra tabú de nuestros tiempos: feminismo. Porque Transparent es una serie feminista sin tapujos: sexual, hiriente, transformadora. Hasta ahora, habíamos visto apariciones de personas trans en series que desempeñaban un papel secundario (como es el caso reciente de la aclamada Orange is the new black). La diferencia subversiva que esta en concreto nos plantea es poner de protagonista a una mujer transgénero y su transición en la edad adulta.

La protagonista de Transparent (no perdáis de vista el juego de palabras en inglés de trans-parent, progenitor/a), Maura (el magnífico Jeffrey Tambor), es una profesora universitaria jubilada que se ha pasado más de seis décadas viviendo como Mort. La serie aborda su transición y cómo afecta esto a las relaciones familiares de forma colectiva y a cada uno de sus componentes. Soloway, que ha trabajado como guionista en A dos metros bajo tierra (Six feet under), se ha inspirado en la historia real de su padre, que es transexual, para crear esta serie que ha obtenido, entre otros, dos globos de oro en 2014 (Mejor Comedia de TV y Mejor Actor a Jeffrey Tambor en el papel de Maura) y en 2015 el Emmy al Mejor Actor (de nuevo para Tambor), dirección y actor invitado (Whitford). En el rodaje, a pesar de que el actor protagonista es cisgénero, Soloway ha tratado de contratar a tantos actores transgénero y transexuales como le ha sido posible (es el caso de Trace Lysette o Alexandra Billings, por ejemplo).

Los hijos de Maura (Ali, Sarah y Josh) afrontan de diferentes maneras la noticia, la cual representa para todos ellos una catarsis, un renacer. En esta segunda temporada, Maura tiene sexo por primera vez tras el inicio de su transición con una mujer que ha superado una doble mastectomía. “No sé qué hacer”, le dice Maura a su compañera sexual mientras está tumbada en la cama bocarriba con ella encima a horcajadas. Como si volviese a revivir su adolescencia adormecida.

De hecho, todos los miembros de la familia Pferfferman parecen comportarse como adolescentes egoístas y totalmente desorientados que experimentan con drogas y con su sexualidad, que dejan a chicas embarazadas, que se arrepienten de sus decisiones constantemente y que no son capaces de pedir ayuda ni de ayudar a los demás. No obstante, todos entienden rápidamente que cada cual debe superar este proceso de forma individual mediante una búsqueda íntima de los propios deseos y dudas, enfrentándose a sus traumas familiares e individuales. Algunos de los temas que se abordan en estas dos temporadas son cuestiones como la maternidad (ser señalada como una mala madre), el divorcio, el travestismo, el matrimonio, la homosexualidad, los fetichismos, el poliamor, la pansexualidad, la figura de las lolitas, y la relación entre la Academia y el sexo.

Lo más destacable de esta brillante segunda temporada son una serie de de retrocesos en el tiempo que nos permiten comprender la historia de Rose, la madre de Maura, y su tío-abuelo travesti. En 1933 en Berlín, descubrimos cómo Rose comienza a integrarse en el mundo de su hermano, que frecuenta lugares donde se reúnen personas trans y homosexuales para gozar de su bien delimitada libertad. Vemos también a Magnus Hirschfeld, el famoso sexólogo y activista judío alemán que construyó la biblioteca especializada en investigaciones sexuales más importante de Europa, y que fue destruida por los nazis en mayo de 1933. Hirschfeld fue pionero en el estudio de la sexualidad humana y se interesó especialmente en las minorías sexuales. Intentó convencer a celebridades como Einstein o Thomas Mann para que firmasen la petición en contra de la persecución de los homosexuales en Alemania. Además fue quien acuñó el concepto “transexual” y realizó la primera cirugía de reasignación de sexo. En relación con estos saltos en el tiempo, Ali (a pesar de que ella y toda su familia ignoran esta historia) basa su tesis en explorar la experiencia de su abuela en el holocausto judío y cómo esto ha provocado de forma intergeneracional, un trauma permanente en cada uno de ellos.

El segundo rasgo a destacar de esta temporada, es que hay un capítulo muy polémico y que requeriría un artículo dedicado exclusivamente al mismo: ‘Man on the Land’. En él, Maura y sus dos hijas van a un festival feminista al que, como descubrirán una vez allí, tan sólo pueden acudir “mujeres nacidas mujeres”, con el consecuente choque ideológico entre las defensoras acérrimas del feminismo radical y aquellas de las teorías queer. Las promotoras del festival acusan a Maura de haber gozado de privilegios masculinos durante toda su vida y defienden el campamento como una zona segura. Se abre el debate.

“Maura: I was in way too much pain to experience what you’re calling privilege.

Leslie: Your pain and privilege are separate.”

“Maura: He sufrido muchísimo viviendo con eso que llamas privilegios.

Leslie: Tu sufrimiento y tus privilegios están separados”.

¿Y cómo es que se ha producido una serie así en televisión? Pues mal que nos pese, porque no es una serie televisiva; la produce Amazon y, por tanto, puede permitirse discurrir por las sexualidades y los cuerpos marginales, y hablar del dolor y la culpabilidad que parece, a veces, escupir en la cara de las espectadoras y espectadores. Y es que lo mejor de Transparent es que no trata de dar lecciones morales a quien la ve. Quema en la hoguera todos los prototipos y plantea, ante todo, preguntas.

Lo que parece claro es que el feminismo ha tomado por asalto un gran bastión de la cultura contemporánea: las series. Así que señoras, pónganse cómodas y prepárense para el viaje.

*Raquel Silva León es traductora y escritora. Colabora con la página Mujeres Reseñando.


Leer más:

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba