Cosplayer

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08/02/2016

Eva Zubieta

No habrá ceja que permanezca inmóvil al escucharlo. Se elevarán sorprendidas o se fruncirán confusas, porque casi nadie que tenga más de 30 años sabe qué es un cosplayer.

Los cosplayers son personas jóvenes, en su inmensa mayoría, apasionadas por encarnar y dar vida a los personajes de ficción que les ilusionan. El cosplay es su afición; son capaces de transformarse en esos personajes que todos adoramos, fabricar sus disfraces desde cero, caracterizarse, interpretarlos, de una forma que sólo es comprensible si entendemos el amor que estas personas profesan por los mismos. Son todavía poco visibles, entrando por lo general en una categoría que se muestra a través de los medios de comunicación como rara, inclasificable y con ciertas connotaciones sexuales, sobre todo si se trata de mujeres. Intencionadamente, se las identifica así como si fuese su característica más representativa. Sin embargo, es una visión sesgada que no responde a la realidad. Los cosplayers realizan una creación personal y dan vida a los personajes, con muy escasos medios y reconocimiento, en base a, en muchos casos, enormes dosis de esfuerzo e ilusión. No es meramente un se “disfrazan de”, sino que “viven a”.

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Si hablamos de creadores artísticos, sastres, escultores, modelos, maquilladores, estilistas, apasionados por los diversos medios de ficción, dinamizadores de eventos, actores, relaciones públicas, comunicadores y maestros en una sola persona, estaremos ofreciendo una definición de hacia qué apunta hoy un cosplayer. Un nuevo tipo de profesional emergente, polifacético, con alto potencial para las empresas y el mundo de la animación, la ficción y la fantasía.

No siempre ha sido así, no obstante. La palabra cosplay surgió en Japón, de la contracción kosu-pure, una adaptación de dos anglicismos, las palabras costume y play; es decir, disfraz e interpretar. Así pues, cosplay significa interpretar a un personaje disfrazado del mismo; no como mera caricatura, ni como parte de una obra de teatro, sino por puro amor al personaje. Algunos de los primeros cosplayers del mundo occidental aparecieron en EEUU en los años 70, en pequeñas convenciones y eventos dedicados a películas y series de ciencia ficción, como Star Trek o Star Wars. Siempre ha sido una afición marginal, relegada al frikismo más profundo, y solamente ahora comienza a despuntar lo que podría ser una profesionalización de la misma.

Tanto las empresas como los cosplayers están acercando posturas, reconociendo el valor de su trabajo y de sus creaciones. Los mejores cosplayers traen a la realidad a partir de un dibujo, de forma absolutamente artesanal y con pocos medios, el vestuario, accesorios, estilismo y puesta en escena de cualquier personaje de series, videojuegos, cómics o películas. Posan, modelan, viven y dan vida al personaje de ficción que se propongan. Sus creaciones son únicas e irrepetibles, imposibles de fabricar en serie. En muchos casos, incorporan a sus diseños elementos electrónicos de luz y sonido. El coste material y en tiempo de trabajo es elevado; fácilmente supera los cientos de euros y de horas por cada creación, pero la ilusión que les impulsa es inmensa y tremendamente contagiosa, como las conexiones que potencian a través del lenguaje universal de la fantasía y el juego.

Como siempre sucede con las actividades públicas relacionadas con la imagen personal y la comunicación, las mujeres que están abriéndose camino y profesionalizándose como cosplayers tienen que sostener una batalla intensa para no verse reducidas a una mera imagen de chica guapa con pecho grande, a demanda de un sector del público masculino que no es mayoritario, afortunadamente, pero que se deja notar y se cree en el derecho de “exigir carne”, en una versión actualizada y tolerada del derecho de pernada. Esto sucede tanto más si trabajan y difunden personajes femeninos empoderados o icónicos, que se autorrepresentan a sí mismos y al resto de mujeres. Ponerlos en valor significa también poner en evidencia la escasez de modelos de referencia de chicas y mujeres jóvenes que no sean un simple espejo de los deseos de los hombres, hoy día, en series, películas de animación, videojuegos y cómics. Su escenificación tiene un componente reivindicativo y educativo de gran valor para quien tiene la suerte de verlas. Las cosplayers reclaman y comparten la identidad de esos símbolos, enorgulleciéndose de poder llevarlos a la vida sobre su propia piel, con su sudor y su esfuerzo.

Visitando los diferentes y abundantes eventos del mundo del cómic, de la ciencia ficción, de la fantasía y las competiciones de videojuegos podréis conocer a vuestros cosplayers favoritos, dando vida a los personajes que os apasionan y sumergiéndoos en este gran mundo de fantasía. También, si les seguís, podréis aprender cómo hacer vuestros propios cosplays y maquillajes a través de sus tutoriales. ¡Todas las posibilidades son vuestras!

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