“Con tres años podemos saber perfectamente cuál es nuestra identidad de género”

“Con tres años podemos saber perfectamente cuál es nuestra identidad de género”

La Asociación de familias de menores transexuales, Chrysallis, gana presencia con la formación de su delegación territorial en Galicia. Reclaman protocolos comunes en todas las comunidades de España.

05/03/2015
Integrantes de Chrysallis Galicia

Integrantes de Chrysallis Galicia

Cuando Cristina Palacios tuvo que luchar por los derechos de su hija Sara, de nueve años de edad, se encontró con que el sistema educativo gallego -como otros diez más en España- no contemplaba ningún protocolo de actuación para facilitar la transición social de una niña que quería crecer integrada en la sociedad con su nombre femenino: “Fuimos sus familiares quienes tuvimos que aportar este procedimiento basándonos en el modelo andaluz, donde sí se recogen unas pautas básicas”. La suya es una lucha materializada en la presidencia de la delegación territorial gallega de Chrysallis, asociación de familias de menores transexuales en España. Acaban de constituirse hace escasamente una semana “para subsanar este vacío legal que existe en Galicia”, y tienen claro que, junto con las nueve delegaciones, deben sumar apoyos y ser la referencia para los 35 casos que estiman desde Chrysallis que se dan cada año en Galicia (uno de cada 10.000 en España).

“Cuando te encuentras con esta situación te preguntas si acaso la ignorancia que manifiesta la Administración es excusa, pues igual que yo me he informado, el personal técnico de la Xunta también pudo haberlo hecho”, sentencia. El caso de Cristina es el de las más de 200 familias que forman parte de Chrysallis en España. Habla de protocolos sencillos, de evitar derivar a un psiquiatra a una persona que “desde los tres años sabe perfectamente cuál es su identidad de género”, explica. “¿Acaso es necesario realizar exámenes psicológicos a quien se declara homosexual? Igual que la mera palabra sirve para la orientación sexual, ocurre lo mismo con la identidad de género: debemos evitar la derivación a psiquiatras y esa absurda comprobación profesional porque nadie más que la persona que lo manifiesta puede saberlo”.

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“Delimitar el acceso de menores transexuales a inhibidores hormonales es una práctica discriminatoria y basada en prejuicios, porque sí se dispensan a jóvenes cisexuales que manifiestan la pubertad de manera precoz”

En España esta es la realidad para jóvenes como Sara. Con suerte, desde Pediatría estas personas serán derivadas a Endocrinología en lugar de a Psiquiatría, y aquí puede retrasarse una decisión que es inequívocamente personal. En Andalucía, Asturias, Canarias, Castilla y León y la Comunidad Valenciana la persona menor podría acceder a inhibidores hormonales a fin de evitar desarrollar caracteres sexuales masculinos. En Extremadura este acceso por sanidad pública no se permite hasta los 14 años, mientras que en Murcia, Cantabria y Baleares se eleva hasta los 16. Cristina Palacios explica los dos motivos por los que delimitar el acceso a inhibidores resulta un ataque a los derechos de transexuales: “Esta negación es discriminatoria y se basa en prejuicios, porque sí se dispensan a jóvenes cisexuales que manifiestan la pubertad de manera precoz, lo cual nos lleva a preguntarnos por qué esos jóvenes tienen más derecho que alguien transexual. Por otra parte, si lo que se pretende proteger es una posibilidad de arrepentimiento, podría suspenderse la administración de inhibidores y la persona se desarrollaría con los caracteres sexuados que se están paralizando”.

Tras el uso de los inhibidores, al alcanzar la mayoría de edad, se podría llevar a cabo la hormonación para transitar, e incluso realizar una operación de reasignación de sexo. “Queremos recalcar que esto es algo optativo, que no hay que estereotipar. En la sociedad asignamos un sexo en base a la genitalidad, cuando es el cerebro el que lo determina. Una mujer puede tener pene y eso es algo que debe ser respetado”, clarifica.

Si la transexualidad se considera un asunto complicado de gestionar con el Estado cuando se alcanza la edad adulta, en el caso de menores resulta imprescindible la existencia de asociaciones como Chrysallis para la lucha por la felicidad, no solo de la juventud, sino de sus seres queridos, lo que eleva la cifra de personas afectadas por la falta de atención a jóvenes transexuales a un caso por cada 10.000 personas. “Mi hija tuvo suerte porque crece en un entorno donde le permitimos expresarse. Ella fue valiente por manifestarlo y por no pensar que era algo que tenía que corregir, que estaba afirmando su identidad y que era algo más que juegos, vestirse y comportarse de una manera determinada”, explica Palacios. “Su padre y yo hicimos lo que deberían hacer todos los padres: dejarla vivir libremente. Al tiempo, pasando las páginas de un periódico, leí En el nombre de Emma y por fin vimos reflejada nuestra realidad. Es importante visibilizarla, mostrar otras historias, porque nuestros hijos se merecen ser felices y saber que no tienen nada que cambiar. Que cambien los que nos critican”.

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