Mujeres que cambiarán la televisión

Mujeres que cambiarán la televisión

En su discurso de los Emmys, Juliana Margulies, protagonista de The Good Wife, celebraba la actual variedad de personajes femeninos en las series con la frase “es una época maravillosa para las mujeres en televisión”. Aunque Margulies se refería principalmente a las actrices, lo cierto es que también empieza a serlo para aquellas que trabajan detrás de las cámaras; las creadoras y guionistas que con su labor están cambiando la televisión desde dentro.

15/01/2015

Alicia Macías

Abbi Jacobson e Ilana Glazer, creadoras y protagonistas de Broad City

Abbi Jacobson e Ilana Glazer, creadoras y protagonistas de la comedia Broad City

El último informe de la Universidad de San Diego revelaba que las mujeres representan el 27% de las personas que trabajan para la televisión de prime timecubriendo puestos de guionistas, directoras, creadoras, productoras, editoras o directoras de fotografía. Aunque los datos reflejen que la igualdad está aún lejos –en la última década solo ha habido un incremento de 6 puntos- aquellas que han logrado hacerse un hueco en la industria audiovisual están haciéndose notar.

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Shonda Rimes, Jenki Kohan o Lena Dunham han creado series exitosas sin repetir fórmulas masculinas: con personajes femeninos complejos y dinámicas positivas entre mujeres

Shonda Rhimes, Tina Fey, Sally Wainwight, Jenji Kohan, Lena Dunham o Miranda Hart –por mencionar algunas– han demostrado que las mujeres pueden crear series tan exitosas o de tanta calidad como cualquier hombre. Y no se están limitando a repetir las fórmulas empleadas por sus compañeros, sino que están cambiando la imagen de la mujer dentro de la pantalla, incluyendo personajes femeninos complejos en sus trabajos, reflejando dinámicas positivas entre mujeres o implicándose con reivindicaciones feministas, así como abriendo una puerta al mundo laboral a otras mujeres,  contratándolas como guionistas o directoras.

Los grandes nombres

Jenji Kohan es, sin duda, la mujer del momento en el mundo de la ficción televisiva.  La creadora de Orange Is The New Black ha revolucionado la imagen de la mujer dentro de la pequeña pantalla, demostrando que un reparto mayoritariamente femenino puede producir una serie exitosa y alejarse por completo del estereotipo de “serie para chicas”. Pero la apuesta no era fácil. Consciente de que Estados Unidos –tierra de libertad e igualdad– no estaba lista para una serie sobre negras, latinas y lesbianas, Kohan admite que decidió usar a la protagonistas –una mujer blanca de clase media-alta– como “caballo de Troya”.  Presentó la serie ante cadenas como HBO y Showtime, pero fue finalmente Netflix quien encargó trece capítulos. Una plataforma atípica para una serie atípica.

Irónicamente, el éxito de Orange Is The New Black se debe a su reparto multicultural, a la refrescante oportunidad de contemplar por una vez mujeres de todo tipo; guapas, feas, gordas, blancas, negras, transexuales, jóvenes o viejas, que reflejan la diversidad de una cárcel norteamericana y de la propia vida. Asimismo la serie rompe con la heteronormativa dominante en la ficción americana, normalizando la pluralidad sexual sin convertir la orientación de las protagonistas en su único rasgo definitorio.

Jenji Kohan

Jenji Kohan

Sin embargo, esta no es la primera vez que Jenji Kohan desafía los convencionalismos. Ya lo hizo en 2005, con Weeds, donde una madre de clase alta recién enviudada decide vender marihuana para mantener su estilo de vida.  Se convertía así, en una de las primeras series en tener a una mujer protagonista encarnando el arquetipo de antihéroe y marcaba las pautas que caracterizarían el trabajo de Kohan.

Un trabajo que empezó, como ella misma admite en una entrevista a la radio NPR, cuando su exnovio le dijo que tenía más oportunidades de ser elegida para el congreso que de trabajar en televisión. Kohan rompió con su novio, dejó su trabajo y se mudó a Santa Cruz, donde empezó a escribir hasta que un agente se interesó por sus guiones. Y desde entonces no ha parado de trabajar.

Jane Campion, directora de El Piano, llevaba años trabajando en la industria cinematográfica cuando un día se encontró con un capítulo de Deadwood en la televisión y quedó maravillada.  “La televisión es la nueva frontera. El cine es conservador. Estoy harta de él”, declaraba al periódico británico Telegraph en 2013. Con esta afirmación Campion resumía sus motivos para cambiar de plataforma y co-escribir y co-dirigir Top of the lake, una serie de seis capítulos centrada en la desaparición de una niña en un pequeño pueblo de Nueva Zelanda.

Al igual que la posterior y exitosa True DetectiveTop of the lake emplea el escenario como un personaje más y se vale de un ambiente aparentemente calmado para revelar los abusos y perversidades de sus habitantes. Sin embargo, el trabajo de Campion también refleja una perspectiva de género a través de su protagonista femenina y de una comuna de mujeres de mediana edad lideradas por una mística gurú, que suponen el contrapunto perfecto al entorno masculino y violento del lugar. “De pequeña me gustaban las historias que trataban sobre niños porque podías experimentar la realidad a través de sus problemas. Del mismo modo,  me interesa la visión del mundo desde un punto de vista femenino porque soy una mujer”, confesaba en la misma entrevista. Un interés que hasta entonces habían reflejado sus películas y que ahora trasladaba a la pequeña pantalla.

Otra mujer que tuvo una especie de epifanía viendo Deadwood fue Moira Walley-Beckett, autora del considerado por muchos el mejor episodio de Breaking Bad, Ozymandias. La guionista admite que el western de la HBO la impulsó a escribir, pues sentía que era como hacer teatro para la televisión. En 2007, cuando estalló la huelga de guionistas, Breaking Bad solamente llevaba una temporada en el aire –con tal solo 6 episodios– pero Beckett ya era una fan incondicional.

Sin poder quitarse la serie de la cabeza, Beckett escribió un guion y consiguió reunirse con Melissa Bernstein, productora de Breaking Bad. Esta quedó encantada con su trabajo e insistió en enseñárselo a Vince Gilligan. Dos días después recibía una llamada para reunirse con él. Gilligan le ofreció un puesto en su equipo de guionistas y pese a que por aquel entonces Beckett tenía otra oferta de trabajo donde cobraría el doble y a que AMC todavía no había confirmado una segunda temporada de Breaking Bad, la guionista aceptó sin pensárselo dos veces.

La apuesta le salió bien, pues la serie se convirtió pronto en un fenómeno mundial, y este año Beckett recibía un Emmy por el guion de Ozymandias, convirtiéndose en la segunda mujer en lograr el galardón de manera individual desde 1994, cuando Ann Biderman lo ganó porNYPD Blue. Aunque Breaking Bad ha acabado, Beckett sigue trabajando y actualmente escribe y produce Flesh and Bone, una serie que estrenará el canal Starz en 2015.

Happy Valley, Call the midwife y The Hour ofrecen al público anglosajón clases de feminismo en prime time, con notable éxito de audiencia y crítica

Pero si existe una mujer a la que se pueda denominar “reina de la televisión” esa es Shonda Rhimes. Aunque sus series no pasarán a la historia por su calidad, es imposible ignorar su destacado papel dentro de la televisión americana moderna. Con un control absoluto sobre sus series como escritora y productora, Rhimes ha logrado crear la fórmula para el éxito que la ha convertido en la dueña de los jueves por la noche hasta el punto de que ABC publicita sus series con la frase “gracias a dios que es jueves”.

Su último logro se llama How to get away with murder, con una actriz de la altura de Viola Davis como protagonista, y cuyo primer episodio alcanzó una audiencia de 20,3 millones de espectadores, convirtiéndose así en el piloto más visto. El estreno de la serie vino acompañado de las polémicas palabras de la crítica del New York Times, Alessandra Stanley, que acusó a Rhimes de que sus personajes fueran siempre “mujeres negras enfadadas”.  Como respuesta, Rhimes declaró que las palabras de la crítica eran un claro ejemplo de lo presentes que siguen los prejuicios racistas en una América que se considera una sociedad postracial.

Lo cierto es que Shonda Rhimes ha logrado introducir a las mujeres afroamericanas en la televisión. Empezó con Anatomía de Grey, con uno de los repartos más diversos de la época, y continuó con Scandal, gracias a la cual Kerry Washington logró convertirse en la primera mujer negra nominada al Emmy de mejor actriz principal desde 1995. Esta diversidad se refleja también en el equipo de guionistas, pues según la WGAAnatomía de Grey es la serie con un mayor número de minorías –el 45% de los trabajadores– entre sus escritores.

La ola británica

Mientras, en Inglaterra, tres mujeres están logrando cambiar los estereotipos asociados a los personajes femeninos a través de series que muestran la diversidad de las relaciones entre mujeres o las adversidades del mundo laboral en épocas y oficios completamente diferentes. Unas clases de feminismo en prime time que han alcanzado éxitos de audiencia y crítica.

Sally Wainwright llevaba más de 25 años escribiendo guiones, pero fue en 2012, cuando se hizo con el BAFTA de mejor guion por Last Tango In Halifax – un drama familiar con Derek Jacobi y Anne Reid al frente– cuando su nombre empezó a sonar por todas partes. Un año antes se estrenaba Scott & Bailey, una serie de policías que explora la “camaradería” entre sus protagonistas femeninas y sus conflictos entre el mundo laboral y el personal. La propia guionista admitía en una entrevista a The Guardian que encuentra a las mujeres más interesantes de escribir, más heroicas, ya que tienen más problemas con los que lidiar.

Heidi Thomas ha conseguido algo impensable hace años: que una serie "de mujeres" supere en audiencia a Doctor Who o Sherlock

Heidi Thomas ha conseguido algo impensable hace años: que una serie “de mujeres” supere en audiencia a Doctor Who o Sherlock

No es sorprendente, por tanto, que la protagonista de su última serie sea también una mujer. En Happy Valley, Wainwright recupera el género policiaco para crear un violento drama de seis episodios donde una soberbia Sarah Lancanshire interpreta a una policía atormentada por la salida de prisión del joven que provocó el suicidio de su hija tras violarla.  La serie ha tenido una gran acogida entre público y crítica –ya está renovada para una segunda temporada– y todas las quinielas apuntan a que Wainwright será una de las principales candidatas a llevarse de nuevo el BAFTA el año que viene.

Además de dar una oportunidad a las mujeres dentro de la pantalla, Wainwight también se está rodeando de ellas detrás de la cámara. En todas sus series ha contratado alguna directora, hasta el punto de que la tercera temporada de Scott & Bailey estuvo íntegramente dirigida por mujeres. Algo poco común en un país donde entre 2011 y 2012 solamente el 13% de los episodios de series dramáticas fueron dirigidos por mujeres según datos de la asociación Directors UK.

Heidi Thomas también estaba interesada en las dinámicas entre mujeres y decidió convertir en serie las memorias de Jennifer Worth, una enfermera que trabajó como partera en el pobre y conflictivo East End londinense de la posguerra de los 50’. Call The Midwife retrata la cruda labor de las comadronas y las duras condiciones de vida de las mujeres a mediados del siglo XX, a través de temas como la autonomía individual, el aborto, la violencia doméstica, el uso de anticonceptivos o la maternidad. El otro pilar fundamental de la serie son las relaciones entre las protagonistas, la creación de una comunidad donde las mujeres ayudan a otras mujeres.  Algo atípico en una ficción televisiva obsesionada con presentar a las mujeres como eternas rivales, peleándose generalmente por un hombre.

Thomas ha conseguido algo impensable hace años,  que una serie que muchos catalogarían “de mujeres” por su temática y reparto, supere en audiencia a dos de los pesos pesados de la televisión británica como Doctor Who o Sherlock.

Harta de que siempre le preguntaran si las mujeres son graciosas, Tina Fey contestó que la única desventaja que tienen las mujeres es tener que seguir respondiendo a esa pregunta

Abi Morgan no tuvo tanta suerte con la audiencia –principalmente por culpa de la escasa publicidad de la BBC– y su serie se vio prematuramente cancelada tras la segunda temporada. The Hour retrataba la labor de un grupo de periodistas que a finales de los años 50 trata de sacar adelante un programa informativo semanal con una mujer –Bel Rowley, interpretada por Romola Garai– como productora. Morgan refleja la lucha constante de la protagonista por mantener el liderazgo sin perder su integridad –ni feminidad– en un entorno mayoritariamente masculino. En uno de los capítulos llega a decir; “vivo en un mundo de hombres pero me niego a ser tan brutal como ellos. No me volveré inmune ante las consecuencias de lo que hago”.

Morgan vio recompensado su trabajo cuando en 2012 recibió el Emmy de mejor miniserie y ha continuado trabajando, aunque esta vez para el cine, escribiendo los guiones de La dama de hierro o Shame, y actualmente se encuentra inmersa en una película sobre el movimiento sufragista británico.

Reinas de la comedia

Uno de los tópicos más trillados en televisión es el de que las mujeres no saben hacer comedia. Cuesta creer que ese estereotipo haya llegado tan lejos teniendo en cuenta que las mujeres llevan haciendo reír en la pequeña pantalla desde que esta se inventó. Como Madelyn Pugh, que fue una de las creadoras y escritoras de la exitosa I love Lucy, Carol Burnett y su show, que mantuvo durante más de 10 años en antena, Connie Booth, que co-escribió junto a John Cleese la hilaranteFawlty Towers, Jennifer Saunders y su estrafalaria visión del mundo de la moda en Absolutely Fabolous, y Jessica Hynes que co-escribia y co-protagonizaba junto a Simon Pegg la friki y surrealista Spaced antes de que The Big Bang Theory fuera siquiera una idea.

Todas estas mujeres abrieron el camino para que en la última década se haya dado una explosión de comediantes femeninas en televisión. Tina Fey, que tras años trabajando en Saturday Night Live ha logrado convertirse en un referente con la célebre 30 Rock. Las idas y venidas de Liz Lemon la han hecho ganadora del Emmy cuatro veces y la tercera mujer en recibir el premio Mark Twain de humor. Harta de que siempre le preguntaran si creía que las mujeres eran graciosas, Fey acabó contestando a una entrevista que la única desventaja que tienen las mujeres es que todavía tienen que seguir respondiendo a esa pregunta. “Los hombres no tienen que responder si son graciosos porque nadie les hace la puta pregunta. Esa es la única diferencia”, declaró.

Al otro lado del atlántico Miranda Hart también creaba una protagonista desastrosa que se encontraba en las situaciones más embarazosas y surrealistas posibles con su exitosa serie Miranda.  Hart se ríe de sí misma –su peculiar aspecto, su torpeza, sus estrafalarios intereses– al más puro estilo de la comedia absurda británica.  Así, Hart se ha sumado a la larga lista de cómicas que han dado su talento a la televisión inglesa; Catherine Tate y su indescriptible show,  Dawn French, compañera de fatigas de Jennifer Saunders durante muchos años en la sketch comedy French and Saunders, o Jessica Knappett que inspirada por Lena Dunham creó y protagonizó Drifters.

La creadora de Girls es un fenómeno que no deja igual a nadie, levanta pasiones y odios a partes iguales. A sus 25 años, Dunham logró que la todopoderosa HBO se interesara por su visión de las veinteañeras neoyorquinas; jóvenes sin trabajo con relaciones deprimentes y pocas esperanzas en el futuro. Sin embargo, la propia personalidad de Dunham tiende a eclipsar su trabajo, ya que todo cuando dice o hace fuera de las cámaras se analiza en los medios estadounidenses hasta el aburrimiento.

Abbi Jacobson e Ilana Glazer también reflejan esta “generación perdida”  representada en Girls –aunque de manera más gamberra y positiva– en su serie Broad City. La aventura de estas dos jóvenes empezó como una web serie sin apenas presupuesto hasta que apadrinadas por Amy Poehler el canal Comedy Central encargó una temporada.  Su humor desenfadado y su capacidad para reírse de las situaciones más mundanas y corrientes de la vida las ha convertido en una de las revelaciones del año.

Todas estas mujeres demuestran lo importante que es la presencia de creadoras y guionistas en la televisión. Aportan nuevos puntos de vista, temas, conflictos, que enriquecen la ficción y la hacen evolucionar. Esto no significa que una serie vaya a ser automáticamente buena por estar escrita por una mujer, las habrá también malas y mediocres, pero deben dárseles las mismas oportunidades que a los hombres, ya que su capacidad para escribir nunca se pone en duda por su género.  Y porque creer que puede lograrse una época dorada real de las series dejando a un lado la voz de las mujeres sería un error.


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