Queridx heterosexual ofendidx

Queridx heterosexual ofendidx

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17/12/2014

Stéphanie Papin

Queridx heterosexual ofendidx:

Durante la mani del orgullo crítico, publiqué en mi facebook una foto de una pancarta que decía «La heterosexualidad no es una práctica sexual, es un régimen político.»  Al leer esta frase, te sentiste ofendidx, a lo mejor incluso pusiste un comentario para expresar tu desacuerdo porque «no se puede ser tan radical como para caer en la heterofobia». Quizás no pusiste un comentario y solo pensaste que esta frase era poco inclusiva con lxs heterosexuales como me comentaste luego. La verdad es que te agradezco todo el debate que generó porque ha sido muy enriquecedor. Sin embargo, para ti se trata de un debate de opinión sin más, pero a mí me ha removido porque tu opinión me afecta, no solo porque eres mi amigx o mi hermanx, sino también porque tus opiniones tienen repercusiones en mi vida. Esta oposición que te parece excluyente en un frase lo es en la vida real para mucha gente.

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No bastaba con explicarte que no se trata de juzgar a las personas o las prácticas sexuales en sí, sino al hecho que sean diferenciadas en su relación a la norma, que la heterosexualidad es la norma porque está por todas partes y encarna realidades de dominación. Para ti, visibilizar tu privilegio era excluyente y culpabilizante. Hubieras preferido una frase menos radical, que no interpele la heterosexualidad de esta manera.  Te contesté que justamente ser radical es coger los problemas desde la raíz y que se trata de cuestionar la estructura que dicotomiza las personas y las practicas en heterosexuales y homosexuales. Pero en tu opinión, «esta frase es violenta para las personas que se identifican como heterosexuales». Pero ¿ por qué  te agarras tanto a la heterosexualidad? ¿Qué significa esta identificación tan fuerte? ¿Acaso las prácticas sexuales no son tan variadas como las personas? Si me identifico como lesbiana no es por referencia a una práctica sexual en sí (no creo que exista) sino por apropiación a una identidad que me permite existir (ya que la norma me limita bastante esta posibilidad).  ¿Por qué identificarse a la norma? ¿Por qué sentirse representadx por un régimen de enunciación violento en sí mismo?

Por eso te invité a desidentificarte  de la heterosexualidad o resignificarla. Y tú, queriendo darle la vuelta, argumentaste que era mejor no  reutilizar los términos de la dicotomía de la que hablaba y que entonces era mejor hablar de heteronormatividad pero que sin embargo no era muy accesible porque se refiere a «códigos de pensamiento particulares». Y yo casi lo dejé allí, de puro agotamiento. Pero me parecía muy injusto no poder expresar la realidad en los términos en la que la vivo.  A mí no me han dicho: «Lo siento señora, no puede adoptar porque el sistema es heteronormativo, pruebe a volver dentro de cinco años a ver si ha evolucionado». Me han dicho: «La adopción es para lxs heterosexuales» y punto. Por eso es necesario (d)enunciar los regímenes políticos que organizan las relaciones de poder como el de la heterosexualidad. Además, ¿no crees que hay cierta hipocresía en etiquetar pensamientos como poco accesibles solo porque no son hegemónicos? De todas formas,  no se trata tanto de que la sociedad «comprenda», «tolere» o «acepte» , se trata de supervivencia y de visibilizar esta discriminación institucionalizada.

En realidad, la orientación sexual o la opción sexual no existe. La heterosexualidad no es una orientación sexual, es una obligación. Pensaras: nadie te pone una pistola en la frente, y de hecho lxs homosexuales existen. Sí, pero todxs hemos sido heterosexuales. Todxs hemos pasado por un proceso de vulnerabilidad. Todos hemos estado en un armario. Pues la identidad es una acción política, es una voluntad de cambio sobre lo real. Por eso la heterosexualidad no puede constituir una identidad, es la norma. Por eso, la heterofobia no puede existir. No pasa nada por ser heterosexual, si reconoces los privilegios que eso te otorga y si no te agarras a la heterosexualidad como el lugar de expresión de tus «preferencias sexuales». Las prácticas sexuales son tan variadas como las personas, sin embargo las hacemos categorías  según su relación a la norma. No existen orientaciones sexuales en sí, son ficciones políticas, son categorías que performan la realidad, son ficciones que encarnan relaciones de poder, son ficciones vivas. No hay una esencia de la orientación sexual, solo hay realidades construidas por ella.

Por eso, no se puede ignorar. Como no puedo ignorar que soy blanca, porque tengo privilegios de blanca, pero otra cosa es identificarme con lo blanco, con lo válido, con la norma. Otra cosa es saltar cuando se apunta la estructura de dominación, cuando se revela que tu «orientación sexual» no refleja para nada una práctica sexual sino una construcción social que te da más derechos, que te permite «tolerar»,  que te hace ver los armarios desde fuera.

La heterosexualidad no es una práctica sexual, es un régimen político impuesto que va de la mano con el patriarcado. Y tampoco la homosexualidad es una práctica sexual, es el invento de una sexualidad subordinada. La heterosexualidad no puede ser una opción sexual porque no la eliges, porque te viene dada, y si te conviene, no la cuestiones. Entonces a partir de ahora, vamos a dejar de hablar de «discriminación al revés» cuando se visibilizan las fórmulas de dominación, porque tal cosa no existe, porque tú quizás no eres ningún opresor, pero la sexualidad con la que te identificas tanto, sí lo es. Así que la próxima vez que veas una pancarta o escuches un lema que apunta a la heterosexualidad, por favor, no te sientas ofendidx. Y si lo estas, piensa ¿que hay en mi heterosexualidad ofendida, que viene a decir? ¿Por qué te aferras tanto a ella? Cambia tus proyecciones sobre tu heterosexualidad. Así quizás algún día dejaremos de hablar de orientación sexual, dejaremos de hacer esa estúpida dicotomía,  porque cuando ya no encarnara ninguna valorización social diferenciada, veras que sin la jerarquización que las sostienen, esas categorías dejaran de tener sentido…, creo yo.

En el próximo orgullo crítico, ¡cambia de acera y únete a la lucha!

Un abrazo.

 

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